La vuelta de Rubén de la Barrera al banquillo del Deportivo ha ilusionado enormemente a la parroquia deportivista, deseosa de un cambio en el timón tras la mala dinámica del equipo, especialmente fuera de casa. Sin embargo, la llegada del entrenador coruñés supone poner de nuevo sobre la mesa una de las asignaturas pendientes durante los últimos tiempos en la plaza de Pontevedra: encontrar un técnico que se asiente en el club y con el que crecer de cara al futuro.
Echar la vista atrás deja una sensación preocupante pues, entre la temporada 2012-13 y la presente 2022-23, han pasado por el Dépor un total de 16 entrenadores diferentes. Destacan los casos de Fernando Vázquez y el propio De la Barrera, que se han hecho cargo del equipo hasta en dos ocasiones. Una inestabilidad en una pieza fundamental de cualquier proyecto que el conjunto blanquiazul trata ahora de solucionar con la contratación de un técnico de la casa y experimentado en la consecución de ascensos.
Precisamente, la creación de un proyecto de futuro es una de las intenciones del propio De la Barrera con su vuelta a una institución de la que se confiesa aficionado desde su niñez. En esta segunda etapa firma un contrato hasta el final de la próxima temporada, a diferencia de la primera, cuando solamente se vinculó hasta el desenlace de la 2020-21. En aquella ocasión, una conversación con la UD Las Palmas provocó que la directiva decidiese no apostar por su continuidad.
De la Barrera, un gran conocedor de la plantilla
A pesar del poco tiempo del que dispone para intentar el ascenso a Segunda División, el nuevo entrenador del Deportivo parte con la ventaja de conocer bien la plantilla que tendrá que dirigir. Precisamente, uno de sus nuevos pupilos, Diego Villares, hizo su debut con el primer equipo bajo sus órdenes. Fue en febrero de 2021, una vez se había cerrado el mercado de fichajes sin la llegada de nuevos efectivos y con la promoción desde el Fabril de Rayco (ahora en el Amorebieta) y el centrocampista de Vilalba.