Con el triste recuerdo de la goleada encajada en Balaídos muy presente aún en las retinas, los aficionados blanquiazules que acudan a Riazor el próximo lunes a buen seguro que en su trayecto hacia el coliseo herculino, y en medio de los pensamientos y conversaciones que presiden las horas previas a que el balón eche a rodar, se encontrarán con que muchas de las circunstancias que rodean este partido no les resultan novedosas. Más bien todo lo contrario, y puede que para la gran mayoría de ellos el partido sea visto como un auténtico «déjà vu», ya que son muchas las coincidencias y similitudes que existen entre la situación actual del Deportivo y la que atravesaba hace apenas dos temporadas.
Al igual que entonces, los blanquiazules recibirán en Riazor al Valencia con la imperiosa necesidad de sumar de tres en tres y tomar aire con los puestos de descenso, unos puestos con los que ahora coquetea y en los que dos años atrás estaba inmerso de lleno al figurar como colista. Tan sólo han transcurrido dos meses de competición y, una vez más, octubre reclama su cuota de protagonismo.
Antes de recibir el próximo lunes al conjunto che los números que presenta el Deportivo de Gaizka Garitano después de nueve partidos disputados se asemejan a los del cuadro herculino dirigido por Víctor Fernández, aunque el duelo de la temporada 2014-2015 se produjo dos jornadas antes. Las cinco derrotas acumuladas o que el Eibar fuese su primera víctima son dos buenos ejemplos, pero no los únicos, ya que existen otros muchos que ilustran a la perfección lo que a veces se define como caprichos del destino.
Pero entre todos ellos destaca un hecho por encima del resto y es que la visita valencianista viene precedida de dos derrotas tan abultadas como dolorosas. El 4-1 con el que se saldó el choque del pasado domingo ante el Celta de Vigo aún escuece entre la parroquia blanquiazul y, en cierto modo, rememora la goleada infringida en su día por el Sevilla a los de Víctor Fernández, saldada con idéntico resultado y una imagen que no difiere demasiado.
Si estos factores convirtieron el choque entre blanquiazules y valencianistas de octubre de 2014 en poco menos que un “match ball” para el entonces entrenador maño, el de este lunes puede convertirse en un auténtico plebiscito para un Gaizka Garitano cuya relación con la grada en ningún momento ha llegado a ser idílica, pero que actualmente vive su etapa más crítica, ya que no son pocos los aficionados que apuntan al vasco como el principal responsable de los pobres resultados del equipo y la mala imagen ofrecida en los últimos partidos.