Hace algo menos de una semana, Diego Gómez podía irse muy satisfecho del Molinón después de un encuentro en el que dejó una gran imagen contra el Sporting. Poco más se le podía pedir al canterano, que lo intentó de todas las maneras y acabó encontrando el camino para servir un excelente centro a Barbero y que el andaluz marcase el único tanto del Deportivo. Fue sin duda su primera intervención de mérito como blanquiazul en un partido, algo que todavía se le resiste en Riazor.
El atacante suma hasta el momento ocho apariciones en el estadio coruñés -una de ellas como titular-, aunque en ninguna de ellas ha conseguido transformar en goles o asistencia sus ganas de agradar a la parroquia deportivista. Se le ha visto participativo, pero sus intentos se han quedado en balones rozando el palo o golpeos con poco veneno para los porteros. Sin embargo, el joven de Amoeiro no se rinde.
Durante las primeras semanas tras su vuelta a casa trató de aclimatarse, aunque fue inevitable notar el salto de Primera Federación a Segunda. «Es algo progresivo. Llegué, estaba jugando un poco menos y me costó un poco adaptarme, pero tengo plena confianza en mí, el míster también y le estoy muy agradecido. Cada día me noto mejor en el campo», explicó en rueda de prensa este miércoles.
La lesión de Mella le abrió la oportunidad de disfrutar de la titularidad (suplencia ante el Albacete al margen) en un tramo final sin objetivos por los que competir más allá de un utópico playoff. Una puerta abierta para demostrar con un pensamiento más a medio que a corto plazo. Paso a paso y el siguiente será el Granada en Riazor, donde apunta a repetir en el once. Tras su gran día en Asturias, Diego Gómez busca ahora el primero como local.