En la temporada 2004/05, el Deportivo disputó por última vez la Champions League. Cayó eliminado en fase de grupos, después de no ser capaz de ganar ningún encuentro ni marcar ningún gol ante Mónaco, Liverpool y Olympiacos. Finalizó la Liga en octava posición y en Copa del Rey no pasó de dieciseisavos de final, vencido por un Elche de Segunda. Con el adiós del técnico Javier Irureta al terminar esa campaña quedó certificado el final de una época, la de los paseos triunfales del Dépor por los santuarios del fútbol europeo. Para abrir una nueva etapa, una era de renovación y estrecheces económicas, Lendoiro eligió a Joaquín Caparrós.
El entrenador utrerano llegaba a Coruña avalado por el prestigio obtenido en un lustro al frente del Sevilla, en el que levantó al equipo de sus amores desde la Segunda División hasta el regreso a competiciones europeas. Era el verano de 2005, meses en que la afición blanquiazul dijo adiós a futbolistas de leyenda como Mauro Silva, Fran o Albert Luque. Permanecieron otros de los grandes protagonistas de las noches de Champions, aunque algunos de ellos ya en clara cuesta abajo respecto al nivel ofrecido en su mejor momento. Los fichajes fueron de perfil más bajo al de otros tiempos: Julian De Guzmán y Juanma Delgado eran las caras nuevas, tras cesión volvían Rubén Castro, Momo y Jesús Muñoz, que apenas tendrían protagonismo.
Aquel Dépor que comenzaba a remodelarse completó una primera vuelta notable en cuanto a resultados. Tras la jornada 19 era quinto con 32 puntos, sólo uno menos que el Real Madrid. Pero el rendimiento decayó en el segundo tramo de la campaña, que le condujo hasta el octavo puesto con un total de 55 puntos. Si el curso anterior se había quedado a un paso de Europa al caer en una controvertida final de la Copa Intertoto ante el Olympique de Marsella, el Deportivo afrontaba la temporada 2006/07 sabiendo desde junio que no participaría en ninguna competición continental.
Durante ese verano, Lendoiro y Caparrós llevaron a cabo una revolución en plantilla, un cambio radical, incluso traumático en ciertos momentos. El más sonado fue el de la noche del 31 de agosto, en la que el contrato de ‘Toro’ Acuña fue rescindido y Diego Tristán y Lionel Scaloni se quedaron sin ficha, tras una pretemporada llena de tensión entre ellos y el técnico. Ambos acabarían rompiendo también su contrato con el Dépor, operaciones altamente costosas para las arcas del club. De hecho, el gasto en rescisiones fue comparable a la inversión en fichajes.
Las contrataciones fueron, eso sí, abundantes; con la juventud como denominador común de muchas de ellas. Filipe Luis, Adrián López, Dudu Aouate, Antonio Tomás, Pablo Álvarez, Juan Rodríguez, Alberto Lopo, Antonio Barragán, Álvaro Arbeloa, Fabián Estoyanoff, Riki, Rodolfo Bodipo y los canteranos culés Joan Verdú, Cristian Hidalgo y Rodri se incorporaban al proyecto de Joaquín Caparrós. Algunos medios se refirieron a él como ‘Baby Dépor’. En un comportamiento poco habitual en el antiguo presidente deportivista, Lendoiro otorgó una gran cuota de poder en la confección de la plantilla a su entrenador. El plan pasaba por explotar la cacareada destreza de Caparrós en la formación de jóvenes para que aquellos chicos creciesen en A Coruña.
Las cosas no salieron según lo ensoñado. La temporada no había avanzado mucho cuando el utrerano empezó a emitir las primeras señales de incomodidad y agotamiento. Tras caer por 4-0 ante el Sevilla en la jornada 16, el Dépor se vio a tres puntos del descenso. Aunque acabó remontando ligeramente el vuelo y salvándose sin excesivos agobios, la hinchada blanquiazul perdió definitivamente la paciencia con su entrenador en los últimos meses del curso. El comportamiento de Caparrós antes, durante y después de las semifinales de Copa del Rey ante el Sevilla y sus descarados coqueteos con Osasuna teniendo contrato en vigor con el Deportivo hicieron que su salida fuese irreversible, pese a cierta insistencia de Lendoiro en continuar apostando por él.
Los jóvenes de aquel ‘Baby Dépor’ corrieron fortunas de lo más variadas. Algunos crecieron en el club, pero se fueron con la carta de libertad al finalizar sus contratos, como Adrián o Joan Verdú. A otros se les recuerda por sus polémicas y sus salidas por la puerta de atrás, como Barragán o Aouate. Varios nunca cumplieron con las expectativas, como Rodri, Cristian Hidalgo o Antonio Tomás. Hubo dos que dejaron importantes cantidades en la caja de la Plaza de Pontevedra, Arbeloa y Filipe; y uno que llegó a convertirse en ídolo, Riki.
El legado de Joaquín Caparrós en Riazor fue escaso. El público nunca conectó con su idea futbolística y en sus apuestas por chavales y canteranos hubo más gestos para la galería que aciertos tangibles. Los veteranos de la época de gloria se sintieron, en muchos casos, maltratados por él. Tras pasar por Athletic, Neuchâtel Xamax, Mallorca, Levante y Granada, ‘Jokin’ regresa a la que fue su casa este domingo desde las 18:30. Caprichos del destino, como entrenador de Osasuna, el club por el que quiso dejar en la estacada al Deportivo hace algo más de una década. A Pamplona llegó hace algo más de un mes y sólo ha cosechado derrotas. Eso, perder, es lo que ha hecho casi siempre que ha aparecido en Coruña como visitante: en nueve encuentros de Liga, un empate y ocho derrotas.