Sin ni siquiera saber si un milagro podría remediarlo, el Deportivo salió descendido de Mendizorroza. Salió por lo que se empieza a complicar la clasificación, que no es poco, pero lo hizo sobre todo por la sensación de que ni los propios jugadores creen en lo que hacen. Más que liderazgo, la llegada de Seedorf no ha transmitido otra cosa que confusión a unos jugadores que se muestran incapaces de hacer algo con sentido dentro del terreno de juego. Quedan 14 partidos de Liga para que los coruñeses, al menos, sepan despedirse de la máxima categoría con la dignidad que no han tenido durante toda al temporada.
No quería el holandés hablar de finales en público para no meter presión a su plantilla, pero, por lo visto en los primeros minutos, de puertas para adentro debió pintárselo como el último partido de sus vidas. El Dépor salió hecho un manojo de nervios y plasmó en dos jugadas todos los problemas de la temporada. Un centro al segundo palo que Luisinho permitió devolver al área, un balón que pasó entre Albentosa y Bóveda, y una llegada de un rival sólo al área pequeña para fusilar a Rubén. Laguardia no consideró necesario aprovechar tal regalo y estrelló en el balón en el larguero. Guidetti tampoco acertó unos segundos después cuando le llegó un centro lateral manso a la frontal. El sueco remató fuera.
Seedorf apostó por lo mismo que en su estreno, con el único cambio de Guilherme por Valverde. Y el equipo con balón fue el mismo. Con poco más plan que la supuesta intensidad, la fórmula para llegar a la portería rival eran las combinaciones entre los dos centrales hasta que uno se decidía a mandar un pelotazo largo. Eso y Bakkali, al que la llegada del nuevo técnico parece haber reseteado. El belga volvió a estrellar otro balón en el palo tras una gran contra llevada por Adrián. También le puso un buen centro a Andone, pero el punta no fue capaz de rematarlo en el área pequeña.
El conjunto coruñés logró hacerse con la pelota tras el arreón inicial local, pero daba la sensación de que la primera idea era deshacerse de ella. Ni rastro de los mediocentros, con un Krohn-Dehli más que decepcionante hasta la fecha, ni tampoco de la banda derecha, con Lucas muy metido al centro. Sólo Adrián era capaz de encender la luz, pero el equipo se hacía muy previsible tan volcado a la banda izquierda.
Se enchufó el Alavés tras el descanso, descolgando a Munir hacia la banda izquierda para junto a Pedraza empezar a generar fútbol. Dos llegadas claras en los primeros minutos que no terminaron en gol por poco y un control total del encuentro. Hasta que llegó el tanto. El propio Munir recibió el balón en la fronta rodeado de tres jugadores del Dépor. Los tres se quedaron mirando. El punta se sacó un zapatazo ante el que nada pudo hacer Rubén.
El conjunto coruñés no creía ya con el empate, mucho menos por detrás en el marcador. El dibujo con cuatro delanteros se acentuó todavía más y el equipo se partió. En parte por las circunstancias, en parte porque no hay nadie que se atreva a asumir la responsabilidad de pedir la pelota en el centro del campo y subirla a la zona de ataque. Así terminó el partido, con todos los jugadores escondidos detrás de los rivales y sin siquiera tirar a puerta.
FICHA TÉCNICA:
Alavés: Pacheco; Martín, Laguardia, Ely, Duarte; Ibai (Hernán Pérez, min.81), Manu García, Pina, Pedraza; Guidetti (Sobrino, min.72), Munir (Medrán, min.86).
RC Deportivo: Rubén; Juanfran, Bóveda (Borges, min.81), Albentosa, Luisinho; Guilherme, Krohn-Dehli (Mosquera, min.64); Lucas Pérez, Adrián, Bakkali (Cartabia, min.74); Andone.
Goles: 1-0: Munir, min.60.
Árbitro: Melero López. Mostró tarjeta amarilla a Krohn-Dehli, Bakkali y Luisinho en el Dépor y a Munir en el Alavés.
Incidencias: Estadio de Mendizorroza. Partido de la jornada 24 de Primera División.