“Ana, hasta que no te acabes las lentejas no te levantas de la mesa”. Así fue como nació mi perseverancia. Y, a la vez, esa la capacidad para la toma de decisiones, para intentar lanzarme al barro y elegir la menos mala de las dos opciones. Delante de un plato al que trataba de hacer frente en una lucha interna: rebelarme por enésima vez y que saltase todo por los aires, bofetón incluido, o echarle pelotas e ir cucharada a cucharada haciendo frente a esa especie de penitencia.
Así es como me siento ahora. Delante de un plato de lentejas que lleva meses atragantándoseme. Con el agravante de que, a medida que la cuchara llega al fondo del plato, empieza a tocar con una suerte de masa no apta para el consumo humano y que tiene, cada vez más, sabor a quemado. Sobre todo, porque el ambiente está tan cargado, que se masca un incendio de dimensiones nunca vistas en Coruña.
Una pira que, de prender antes de que este bodrio dé por finalizado, puede tener consecuencias muy negativas para el club. Y ni la actitud en el campo ni las noticias extradeportivas ayudan a este ejercicio de contención en el que, para seguir tragando, muchos han tenido que taparse la nariz para obligarse a que pase.
De este modo, hoy la decisión pasa por levantarme de la mesa –pasar absolutamente del Deportivo, de sus noticias, de los debates en los chats, de las opiniones de los cientos de deportivistas con los que una trata semanalmente…- o seguir dándole, zurra que te pega, a esas lentejas que, desde hace semanas se me hacen bola –vamos, echarme la maleta a las espaldas de nuevo y seguir en esta misión imposible en la que se está convirtiendo la permanencia-.
La decisión está tomada. Solo quedan dos cucharadas más de esa argamasa futbolística y, llegados a este punto, quizá seamos capaces de que pase con una buena previa. Al menos, de que esta nos atontoline lo suficiente como para aguantar otros 180 minutos –de 90 en 90, por favor, que una tiene espíritu masoquista, pero con ciertos límites- de lo que sea que llevamos viendo, semana tras semana, desde hace tantas que, una que es de letras, no da para contar.
Ojalá el menú de la próxima temporada tenga al menos mejor aspecto –somos de ilusionarnos con videomontajes de YouTube antes de ver el rendimiento real de los futbolistas-, pero mejor sabor.
Ya saben lo que dice el refrán: lentejas, si quieres las comes y, si no, las dejas.