El fútbol, en muchos casos, es una herramienta que acelera la maduración de quiénes lo practican. En otros, es un ejercicio de vida, en el sentido más amplio de la palabra. Para Gaby García (Carúpano, 1997) lo fue cuando le sonó el teléfono en 2017 y voló hacia A Coruña. Con tan solo 20 añitos dejó su Venezuela natal para ser futbolista. En parte, por cumplir su sueño. En parte, para ayudar a su familia. Por eso, dentro del vestuario del Dépor ABANCA le guardan un cariño especial, porque conocen las dificultades de sus inicios. Unas dificultades que, eso sí, ya ha dejado atrás. Con el paso de las temporadas, Gaby ha ido creciendo a pasos agigantados en lo futbolístico y en lo personal: es la pichichi del equipo con 6 tantos. “Ahora es ella la más espabilada”, bromea y sentencia Silvia Mérida -presente durante toda la entrevista-.
Venís de una derrota contra el Levante, ¿cómo viste tú el partido?
Fue un partido muy duro, en el primer tiempo no salimos tan contundentes y teníamos el viento en contra, eso fue un poco la dificultad. En el segundo tiempo salimos más fuertes, jugamos mucho mejor, y el equipo ya fue enfocándose un poco más. Tuvimos ocasiones y estuvo para nosotras, pero así es el fútbol, a veces no se puede.
Valencia-A Coruña en bus. Demasiadas horas para pensar, ¿cómo fue ese viaje de vuelta?
La cabeza está ya demasiado fatigada del partido; ese cansancio, más las horas que te quedan de viaje, tal vez te mata mucho la cabeza y tratas de no pensar tanto. Intentamos descansar un poco. Al llegar a Coruña teníamos entrenamiento, así que tratamos de descansar más y de pensar menos en lo sucedido.

Volvamos al principio, a tu llegada a A Coruña en 2017. ¿Cómo fueron los primeros meses?
Muy duros. Llegamos en la época de más frío y me costó muchísimo adaptarme, vengo de un lugar donde hace mucho calor. Lo bueno es que llegué con Kika y nos hicimos un poco más de compañía, pero me costó muchísimo. Si hubiese venido sola, al día siguiente me hubiera ido.
¿Llegaste a plantearte la vuelta a Venezuela?
Me corrieron muchas veces por la cabeza esos pensamientos, pero nunca se lo planteé al club. Luego ya traté de madurar un poco, pensar en mi futuro, lo que era mi futuro y el de mi familia. Me puse un poco más centrada ya, pensé que con eso podría ayudar mucho a mi familia. Y poco a poco fui quemando esa etapa del comienzo.
Hablas de ayudar a tu familia siendo futbolista, ¿es una presión en cierto modo?
No, creo que no es una presión. Es algo bonito poder ayudar a mi familia haciendo lo que me gusta. Con todo lo que ellos me apoyan… Es como un pago por todo el ánimo que me dan, todos los días están muy pendientes de cómo me van los entrenos, cómo va mi día, qué tal el partido… Y esto es como un pago por ese apoyo que me dan constantemente.
Gaby: “Si hubiese venido sola a A Coruña, al día siguiente me hubiera ido”
A nivel de juego, cuando llegaste, ¿encontraste muchas diferencias entre el fútbol venezolano y el español?
Bastantes, porque allá se trabaja mucho la parte física y muy poco la pelota. Cuando llegué aquí, yo no estaba acostumbrada a tanta pelota: todo el entrenamiento con la pelota, la pelota, la pelota… Eso fue lo que noté más extraño, pero luego, poco a poco, me fui adaptando a cómo eran los entrenamientos.
¿Cómo fue ese proceso de adaptación?
Me costó adaptarme a todo lo que es el juego, porque en Venezuela jugaba en la banda. Y me tocó cambiar de rol, ser delantera. Pero fui trabajando, siempre con el grupo, a veces hacíamos algún trabajo específico, pero nada más. Y poco a poco fui acostumbrándome.

Este verano has vuelto a variar de posición. ¿Cómo ha cambiado tu juego desde que eres mediapunta?
Este cambio me ha sentado muy bien, a mí en lo personal me ha gustado mucho, me siento demasiado cómoda jugando en esa posición. Me gusta mucho tocar la pelota y creo que esa posición me hace bien, ya que tengo que estar en constante contacto con ella. Es mi posición natural, creo.
¿Es en la posición que más disfrutas?
Sí, sí, ahí me siento mucho más cómoda. Siempre he disfrutado en ambas posiciones, antes como delantera y ahora como mediapunta, pero creo que de mediapunta me siento más cómoda.
Eres siempre un recurso en largo, una salida cuando otras compañeras están presionadas.
Puedo ayudar mucho cuando están muy apretadas, darles un poco más de desahogo, una pelota larga puedo cabecearla, lanzarla al espacio… Creo que también es algo positivo en ese cambio (de posición) que tuve.
Gaby: “De mediapunta me siento más cómoda”
Utilizas muy bien tu envergadura. ¿A lo largo de tu carrera cómo ha sido el trabajo para explotar esa virtud?
Creo que aquí en el Dépor es donde he trabajado un poco más el cabeceo. Antes cabeceaba más sin miedo, creo, que ahora. Todavía no se me nota pero sí me cuesta cabecear así -con sentido-. En los entrenamientos no me gusta, en los partidos es diferente. Poco a poco lo he trabajado y trato de mejorarlo.
Has tenido ofertas de clubs importantes de Europa. ¿Por qué decidiste quedarte en el Dépor?
Por las personas, el club, el trato que me dan… Es algo por lo que estoy sumamente agradecida. A mí y a todas nos tratan súper bien, están comprometidos con el equipo. Me siento cómoda estando aquí, quería aprovechar que el club subió a Primera y era donde estábamos un poco más adaptadas, tenía el grupo… Yo soy un poco mala para hacer grupo, no me adapto muy rápido, y aquí lo tengo todo. Por eso me he quedado.
El domingo estuvo Pamela Conti, la seleccionadora vinotinto, viéndoos en Valencia, ¿qué supone para vosotras saber que os siguen tan de cerca?
Es bonito que la entrenadora de nuestra selección venga a ver el partido, que esté muy atenta. Ahorita la selección ha crecido mucho y es algo muy lindo que nos estén siguiendo constantemente para ver nuestro rendimiento, nos pareció fascinante verla a ella.

Cuando eras pequeña, ¿te imaginabas llegar a vestir la camiseta de Venezuela algún día?
No, para serte sincera, vivía en un pueblito y allí no se veía el fútbol femenino así como tal, yo pensaba que la única chica que jugaba era yo. Como no veía chicas jugando, jugaba con chicos normalmente. Nunca me imaginé poder hacer del fútbol mi trabajo. Siempre practiqué muchos deportes, pero nunca pensé que en el fútbol pudiera llegar a jugar fuera.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías llegar a ser profesional?
Un amigo entrenaba en un club más céntrico a donde yo vivía, y me invitó una vez a entrenar. Entrenaban chicas, y fui y estuve entrenando con ellos mucho tiempo. Un día vino el seleccionador nacional de aquella época, Kenneth Zseremeta, y me vio entrenar, y poco a poco me llamaron a la selección. Luego fui a jugar a un equipo más profesional en Venezuela y pude dar un poco el salto. Ahí me di cuenta de que había más nivel de lo que yo consideraba.
¿La bota de oro en el Mundial sub-17 fue el punto de inflexión?
En ese momento, eso fue lo más bonito que yo pude ver, clasificarme para el mundial con mi selección, acabar cuartas del mundo, ganar la bota de oro… Eso fue algo maravilloso, lo recuerdo todo el tiempo y es algo que siempre queda en el recuerdo
La última, el Dépor como club vive un momento muy delicado por la situación del primer equipo masculino. ¿Os preocupa?
Es duro ver al primer equipo así como están. Nos pega a nosotras, las jugadoras; que la cara del club esté tan mal nos pasa factura a todos. Toca esperar que podamos cambiar el chip, podamos comenzar a ganar, esperemos que las cosas tomen otro camino.