Jornada tras jornada, queda claro que la principal causa de que el Deportivo se encuentre en las profundidades de la tabla es el elevadísimo número de goles que lleva encajados. Riazor.org analiza con detalle el peso y el valor de estos goles.
Tras 24 jornadas disputadas, el equipo deportivista lleva 54 goles en contra y 28 a favor. Los números hablan por sí solos: los de Fernando Vázquez encajan una media de 2,25 goles por partido, mientras que anotan 1,16.
Quizás lo más preocupante de estos datos es la escasa rentabilidad que los jugadores herculinos logran sacar a los goles que marcan. Y eso, pese a que tras varias campañas sin tener a un goleador en Primera que llegase a las diez dianas, esta temporada Riki está a tan solo un tanto de conseguirlo.
El Deportivo lleva actualmente más goles a favor que otros rivales por la permanencia como Celta, Mallorca, Zaragoza, Osasuna y Granada. El problema reside en que de los 28 tantos anotados por los coruñeses, solo 12 han servido para puntuar. Además, en aquellos partidos en los que los blanquiazules han encajado dos o más goles, tan solo han sido capaces de rescatar un punto.
Los gallegos han recibido tres o más goles en un total de 10 partidos, y han conseguido únicamente un empate en Mestalla (3-3) en la segunda jornada del campeonato. Más preocupante si cabe es lo que acontece cuando los coruñeses encajan dos goles, algo que ha sucedido en cuatro ocasiones, y en las cuatro han sido incapaces de sumar ni un solo punto.
Curiosos son los resultados que se producen cuando el Deportivo encaja un único tanto, algo que ha pasado cinco veces, y cuyo marcador final ha sido siempre el mismo: empate a un gol –ante Celta, Getafe, Granada, Athletic de Bilbao y Real Sociedad en la primera vuelta-.
Los de A Coruña solo han sido capaces de ganar los partidos en aquellos choques en los que no han encajado ningún gol –ante Osasuna, Mallorca y Málaga- y han empatado en Riazor ante el Real Valladolid (0-0). La conclusión que se extrae con estas cifras es clara: la salvación pasa por cerrar definitivamente el agujero defensivo que permita rentabilizar los goles que se anoten.