Incombustible a sus 39 años, Manuel Pablo García Díaz vive la recta final de su carrera como futbolista en activo casi 20 después de haber debutado en la U.D. Las Palmas bajo la batuta de Marco Antonio Boronat.
«La siesta es un hábito que tengo desde mi etapa como futbolista». Al otro lado del teléfono, Marco Antonio Boronat detenía por un instante su tarde de descanso. Han pasado ya 15 años desde su adiós a los banquillos, pero para el guipuzcoano -entrenador del Deportivo a comienzos de la temporada 91/92- la despedida al balón y a la pizarra sólo fue una parte más del juego para quien, con 67 primaveras, ha visto y vivido mucho. Tanto como para haber llegado a propiciar el debut en el fútbol profesional del actual decano de la Liga BBVA: Manuel Pablo.
Fue en Avilés, con la U.D. Las Palmas navegando en el averno de la Segunda B y hace ya dos décadas. Y es que cualquier conversación en torno al sempiterno lateral canario guarda un cierto sabor a añejo. A estadios y a un juego de otro tiempo. «Comenzó a entrenar durante la pretemporada conmigo siendo juvenil, y ya se veía que Valerón y él eran diferentes», explicó Boronat en su charla con Riazor.org. Su irrupción definitiva en la primera plantilla, sin embargo, se dilató hasta dos años después.
Hay una sensación inherente a cada paso, a cada declaración de Manuel Pablo: su pausa. Así se ha fraguado paulatinamente la historia de un zaguero encaminado al estrellato y que, ahora, y en el segundo curso sin Valerón a su lado, ha emergido como el arquetipo de héroe de la clase obrera al que cantaba John Lennon. El Deportivo bajó al barro y, con él, un tipo sencillo que, como manifestó el exfutbolista de la Real Sociedad, «era muy tranquilo y hablaba poco», y cuyas grandes virtudes eran «ser constante, estar ligado al club y, además, haber salido muy económico».
Y ahí, precisamente en ese carácter low-cost que acompañó la llegada de Manuel Pablo, se esconde una de las anécdotas previas a la incorporación del de Bañaderos. Tuvo lugar en el verano de 1998 y, cómo no, con Augusto César Lendoiro como protagonista, ya con Boronat en su segunda campaña al frente del Logroñés. «Lendoiro quería fichar al delantero argentino, el ‘Turu’ Flores. Me llamó, y me preguntó qué opinaba de él. Entonces, le dije que tal vez era mejor que también se llevase a Manuel Pablo». «Era muy trabajador», apostilló el expreparador vasco.
Así, y tras 17 temporadas en A Coruña, el defensor canario afronta ahora la cuenta atrás que, a finales del presente curso, cerrará la puerta al segundo futbolista con más partidos acumulados en la historia del Deportivo. Hasta en 380 ocasiones ha vestido la zamarra blanquiazul Manuel Pablo, al que el infortunio en forma de lesión cortó de cuajo una carrera meteórica que, a cambio, hizo las paces con el tiempo para que las agujas del reloj hayan pasado más despacio. Entre otras cosas, para llegar a superar a Mauro Silva en el total de encuentros disputados.
«Tenía un gran registro físico y técnicamente era muy bueno en las subidas», concretó Boronat, que fue contundente al analizar la difícil trayectoria vivida por el ‘2’ de la plantilla deportivista: «Los jugadores como él se merecen tener suerte». Alejado a su manera del fútbol actual, el antiguo técnico del conjunto herculino lamentó que «hoy en día, los horarios de la televisión son un poco incómodos», y no desaprovechó la oportunidad de mandar un mensaje a su antiguo pupilo: «Denle recuerdos de mi parte. Y ojalá logren la permanencia».