El expresidente del Deportivo Augusto César Lendoiro reflexiona sobre el mal inicio de temporada del equipo blanquiazul y el tramo decisivo de calendario.
El Dépor ante 12 puntos decisivos
Si el fútbol se sustenta en dos pilares, el balón y el árbitro, los resultados se cimentan en marcar goles y no encajarlos. Algo tan sencillo de decir, como difícil de conseguir. La importancia de acertar en esos aspectos es tal, que, si fallas de forma ostensible en uno de ellos, los objetivos se tambalean o se vienen abajo.
Desde el inicio del verano vengo insistiendo en que era fundamental encontrar los jugadores que sustituyesen los goles, las asistencias y la aportación al juego de ataque de Quiles y Soriano. Dos futbolistas básicos en el pasado reciente, que no hemos podido o sabido retener.
Era evidente que, para conseguir el objetivo del ascenso directo, no llegaba con fortalecer la retaguardia, ni generar un overbooking en medio campo de jugadores similares. No era preciso ser muy docto en la materia para ver que la plantilla carecía de aquellos que “garantizasen” lo que se acababa de marchar con Quiles y Soriano.
¡Sin gol no hay paraíso! Y la triste realidad era que, del pasado año, solo nos quedaban los de Lucas, que debía aportar otras muchas cosas, pero al que nunca se le podría exigir que fuese ese punta del que hablo… como tampoco lo eran, a pesar de lo que se nos decía, ni Barbero, ni Davo.
Aceptó de entrada que en los resultados hayan influido negativamente arbitrajes, lesiones, mala suerte… pero creo que nadie en su sano juicio podrá justificar que el equipo haya marcado ¡un gol en cuatro partidos disputados en Riazor! Es penoso decirlo, pero sólo generamos cierto peligro, cuando, en faltas o saques de esquina de Lucas, se incorporan a rematar de cabeza nuestros centrales. Así se hace difícil ganar.
Fuera de cualquier interpretación interesada, la realidad nos la muestra la clasificación y el calendario que nos espera. En la 7ª jornada la tabla nos sitúa a diez puntos del ascenso directo y los rivales inmediatos son los más cualificados.
Eso hace que esté convencido que las resultados de las cuatro próximos partidos -jugamos contra Ponferradina, Sabadell y Real Unión a domicilio y recibimos al Nastic- van a servir para clarificar mucho a qué puestos optaremos al final de la temporada.
Ese póker de encuentros, con enfrentamientos contra los tres primeros equipos del grupo, supone que la distancia con la cabeza se puede reducir o incrementar. Incluso, con buenos resultados, se le podría dar un vuelco a la clasificación. Si sumamos entre ocho y doce puntos, mantendríamos nuestro máximo objetivo… pero si el número de puntos se reduce, supondría casi renunciar al título y pasar a depender de entrar en la lotería del play off.
En este momento tenemos que remar con lo que tenemos, pero es preciso analizar el por qué de lo que ha ocurrido y tratar de solucionarlo. Para mi, la razón, en un alto tanto por ciento, reside en la llamativa carencia de gol. Lo demás, si lo comparamos con esa imperiosa necesidad, es paja.
Creo que es imprescindible que la dirección deportiva tenga ya fichados en diciembre -para poder aprovecharlos desde la primera jornada de enero- un goleador de total garantía, y, si el presupuesto, unido a la reducción del gasto por bajas que se deben producir en la plantilla, lo permite, un media punta que nos haga olvidar a Soriano.
Si no acertamos en el mercado de invierno, al menos con el goleador, sufriremos para ascender a esa liga profesional de la que nunca deberíamos haber salido.
Augusto César Lendoiro
Ex-Presidente R.C.Deportivo.
Pd. La única alegría que nos deparó el Depor-Celta B, fue poder agradecerle a Djalma las tardes de magia que nos brindó y ver el desparpajo con el que se movía, la “suficiencia” en los toques sin mirar al balón, el corretear displicente por el césped… de Joao, el Djalminha de cinco añitos, que su padre presentó en el Sambódromo de Riazor. Calcado al genio.¿Lo siguieron ustedes? Yo si. No lo perdí de vista. El crío iba por libre, a su aire. Parecía un veterano. Ya, ya tengo mi gran esperanza blanca… y azul. “¡Todé, fíchalo ya!”