Javier Manjarín es un nombre todavía presente para los aficionados del Deportivo. Sobre todo para aquellos que recuerdan su etapa blanquiazul, en la que formó parte del equipo que se quedó a las puertas de ganar la Liga y que al año siguiente levantó la Copa del Rey. Una larga etapa de seis años en la que coincidió con grandes nombres como Djalminha, Rivaldo o Lionel Scaloni, a los que recordó en una entrevista con el periodista coruñés Javier Guillén en Jot Down.
Su llegada al Deportivo y una predicción de Lendoiro
Si por algo es famoso el mítico presidente, de celebración esta semana por su 80 cumpleaños, es por sus duras negociaciones, en las que dejó anécdotas con unos y otros. También con Manjarín, quien llegó a A Coruña como soltero… y ya nunca se marchó. «Me dijo: ‘Si no tienes novia estás jodido, aquí las gallegas son muy tal y te vas a quedar aquí fijo’. Y acertó», recuerda ahora con cariño.
No tardó en salir bien la aventura y la explicación era muy sencilla. Estaba en la propia plantilla: «Había muy buenos jugadores y la gestión de Arsenio era buena. Sabíamos el rol que teníamos, no había esos egos que hay hoy en día. Sabías que Bebeto era el ‘number one’, que Mauro era tal… pero hasta Mauro era humilde». Un buen ambiente que caracterizó a ese equipo en la etapa del ‘Zorro de Arteixo’.
Sin embargo, no todo son buenos recuerdo y se para a recordar el famoso penalti de Djukic y todo lo que implicó. Sobre todo por las primas a los jugadores del Valencia, indignante para los deportivistas: «Nosotros veíamos que la actitud que estaban teniendo. (…) Sí que es verdad que alguno, como Serer o González en el penalti, se exhibieron de tal manera que eso sí fue lo que realmente nos pareció mal».
La salida de Arsenio del Deportivo
Un año después el Dépor se curó la herida de la Liga ganando, precisamente al Valencia, la Copa del Rey de 1995. La lluvia y el aplazamiento marcó un partido que acabaría siendo el último de Arsenio Iglesias en el banquillo herculino. «Antes de la final de Copa se rumoreaba que Arsenio ya no iba a seguir, que Lendoiro ya había fichado otro entrenador… Al ganar la Copa el presidente reculó en el discurso que hizo cuando llegamos a Riazor, decía que contaba con Arsenio… Él no se lo tomó muy bien», recuerda.
Una situación que no gustó al técnico, tal y como relata Manjarín: «Lo vi fastidiado, sobre todo antes de la final. No era el mismo. Incluso a mí me resultó extraño que cuando venimos después de la Copa él coge y se va en la celebración en Riazor. Yo creo que en otra situación no se hubiera ido. Él sabía que lo que estaba escuchando no era verdad. Al final tenía razón, habían firmado a otro entrenador». Unas semanas después llegaría Toshack.
Djalminha, calidad y desorden
En su etapa coruñesa tuvo la fortuna de coincidir con jugadores de todo pelaje, pero con una gran calidad en sus botas. Es el caso de Rivaldo, que acabaría marchándose al Barcelona el último día del mercado, o un Djalminha muy particular. «Era muy bueno, pero había veces que te querías cagar en su puta madre. Te podía dar el balón a ti y se ponía a hacer sus movidas. Djalma cuando quería, era mortal», afirma.
Ya en sus último año en el Dépor coincidió con Scaloni, al que nadie imaginaba con un futuro en los banquillos. Lógico al tratarse en aquel momento de un jugador de corta edad recién llegado de su Argentina natal. «Si me dicen de entrenador, no. Y mira, campeón del mundo», asegura Manjarín. Un ejemplo de las vueltas que llega a dar la vida y que han convertido al ‘joven e inexperto’ en una leyenda de la albiceleste.