Como el de Andrés Iniesta o Marco Asensio, el nombre de David Mella ya está grabado en letras de oro en la historia de las categorías inferiores de la Real Federación Española de Fútbol. El histórico jugador manchego o el actual futbolista del PSG fueron en su momento ‘coprotagonistas’ en una Eurocopa sub-19 de color rojo al ofrecer las asistencias decisivas en el partido por el título. Un hito que el pasado domingo conquistó también el futbolista deportivista, autor del pase de gol a Iker Bravo para colocar a España por delante en la final ante Francia.
El envío filtrado de Mella para que el exjugador del Real Madrid colocase el 1-0 fue tan solo un detalle más de los muchos que ha dejado el canterano del Dépor. Con 324 minutos jugados repartidos en tres titularidades y encuentros saliendo desde el banquillo, la incidencia del extremo santiagués en la mejor selección juvenil de Europa ha sido máxima. Porque a pesar de no encontrar el gol en ninguno de sus 4 remates en el torneo, el futbolista blanquiazul fue uno de los elementos desequilibrantes del equipo dirigido por un José Lana que, tras un primer encuentro ubicándolo en el carril derecho, devolvió a Mella a la izquierda. Y desde su perfil más natural, el del Deportivo brilló.
Mella fue el revulsivo necesario para romper la igualada con Turquía en el segundo encuentro -finalmente la selección otomana empató-, sirvió el gol del empate a Dani Rodríguez en un tercer encuentro contra Francia en el que el equipo se jugaba el todo por el todo y su salida desde el banquillo volvió a revolucionar el juego hispano en las semis ante Italia. De hecho, un pase filtrado al lateral Julio Díaz acabó siendo el detonante del gol de Pol Fortuny que metió a España en la final continental.
Mella fue desborde por fuera, pero también pausa por dentro. El del Dépor, único futbolista asentado en un primer equipo dentro de la selección era también singular dentro de la convocatoria por otro motivo: solo él juega en un club que no es de Primera División. Esa excepcionalidad la elevó también al terreno de juego para convertirse en un elemento distintivo dentro de una ‘Rojita’ con muchos futbolistas de buen pie, pero menos de electricidad.
A su habitual energía para acelerar el juego desde sus conducciones David logró añadir un refinamiento a la hora de combinar que le hizo ser clave con la citada preasistencia ante Italia y con la asistencia a Iker Bravo en la final. De nuevo trazando líneas en la densidad, donde solo los muy buenos encuentran clarividencia. En una zona que, a priori, no parece reservada a extremos como él.
Mella se sigue empeñando en derribar todas las puertas y romper cualquier imposible. Como cuando parecía difícil que rindiese jugando contra chavales tres años mayores. Como cuando Idiakez apostó por él en la banda derecha a pesar de que ni él mismo se veía.
España ganó su noveno Europeo sub-19 para convertirse en la selección con mejor palmarés en esta categoría juvenil. Y David Mella tocó de nuevo metal en el mejor año de su vida para confirmarse como la gran promesa nacional que es, justo antes de afrontar el salto al fútbol profesional con su Dépor.