El cuidado de plantas es más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Todo puede salir mal, bien sea por exceso o por defecto. Y esto es algo que podemos extrapolar a cualquier ámbito de la vida. También a lo que aquí nos une (y a veces nos distancia): el Deportivo.
Es difícil escribir líneas positivas analizando la tendencia en la que ha vuelto a insistir nuestro equipo. De resignarte no hace muchos meses a pasar una temporada más en la tercera categoría del fútbol español, a casi ver el ascenso como algo real después de muchas jornadas sin saborear ese conocido amargor de la derrota. Un camino que nos devuelve al exceso y al defecto. Entre la falta de fe y la creencia desmedida.
Si echamos la mirada atrás, hacia una temporada nefasta como fue la 20-21, el Deportivo florece después de no conseguir el objetivo principal. Lo hizo en un mes de marzo de 2021 que se cuenta por victorias, y en un mes de abril que cerró con una derrota, un empate y otros dos triunfos. Un espejo en el que verse reflejado, pero también en el que superar de una vez por todas el bucle en el que parecemos condenados.
Igual que la temporada pasada, al Deportivo de Borja Jiménez se le ha atragantado (y mucho) el inicio del año. Tal vez por exceso de confianza después de verse con +6, o por defecto de la misma por no haber sido capaces de cortar un bache que va camino de convertirse en crisis.
A nadie se le escapa que el Deportivo está en caída libre, aunque podemos ver el vaso medio lleno y pensar que ha tocado fondo en el Nuevo Vivero. Con lo que aquí hay dos caminos a elegir: pensar que es el mismo grupo que se distanció del ahora imbatible Racing de Santander o abrazar fuertemente el «todo mal» y no soltarlo hasta que acabe la temporada.
Con una afición en la que algunas voces piden dimisiones, otras piden paciencia y la gran mayoría se limita a esperar acontecimientos, lo cierto es que el hastío por todo lo demás que agita nuestras vidas no ayuda. Por eso, el Deportivo necesita volver a florecer en primavera. Cuando el Dépor gana, el cielo es más azul en A Coruña.
El primer paso, como indicó el propio entrenador, «trabajo, trabajo y más trabajo». El segundo, autocrítica, pero por parte de todos. El tercero y no por ello menos importante, volver a aquello que te hizo feliz. Además de analizar fallos y debilidades, sería importante también analizar en qué era fuerte este equipo y qué le hizo destacar. Volver a ese lugar donde se disfrutó e hizo disfrutar. Redescubrir ese equilibrio entre el exceso y el defecto. Para la afición, toca volver a creer, aunque eso suponga hipotecar parte de la fe destinada para próxima temporada.