Alfonso Núñez nos trae un nuevo artículo de su sección ‘Desde la tele’, en el que avisa de que pese a lograr el liderato el ascenso no está ni mucho menos conseguido.
Reconozco que desde el pasado domingo no se me borra una sonrisa de la cara cada vez que consulto la clasificación de la Segunda División. Me imagino que cada uno defenderá una tesis diferente acerca de la obligación del Depor a estar ahí.
Particularmente el descenso provocaba en mí un miedo tremendo en torno al futuro del club. Tras un verano en el que las grandes estrellas del equipo decidían no abandonar el barco, acudía a mi cabeza el ejemplo del Tenerife, un equipo que descendió de Primera a Segunda B en apenas dos años o el Atlético de Madrid al que le costó dos temporadas regresar a la élite.
Tras un inicio complicado, sobre todo después de las derrotas en Alcoy y Alcorcón, el Dépor se ha rehecho a sí mismo y le ha cogido el pulso a la categoría. Es lógico que una sensación de alegría y optimismo invada a día de hoy al deportivismo, pero no es menos cierto que la categoría es muy dura y todavía no ha finalizado la primera vuelta.
Esta temporada hemos visto a equipos como el Hércules y el Elche encadenar rachas muy positivas de resultados. El equipo ilicitano, tras perder ante al Alcoyano, rompió su racha de doce jornadas sin caer, mientras que el conjunto alicantino logró diecinueve puntos sobre veintiuno en el tramo inicial de la temporada.
Esto demuestra que el objetivo no está ni mucho menos conseguido. Lo último que debe hacer el equipo es relajarse ante la buena posición que tiene en la tabla. Cuarenta y dos jornadas dan para mucho. Son 126 puntos en juego y todavía faltan 66 por disputarse. Optimismo sí, relajación no.