Pepe Mel es consciente de que los fallos de los rivales han acercado la continuidad en Primera, pero el técnico sabe que el Dépor se juega algo más en Pamplona: «En primer lugar nos jugamos la salvación, que es lo más importante. Pero también la autoestima, la sensación de ser buenos profesionales y que le debemos mucho al deportivismo. Nos jugamos poder encarar los dos siguientes partidos en casa de otra forma, pensando en el futuro y que la gente los pueda ver tranquila. Sobre todo nos jugamos la deuda con la afición, que da todo lo que puede, tenemos una deuda permanente con ellos».
Después de los dos últimos partidos, el técnico se ha cansado de buenas intenciones: «Hablar ya se queda corto. La gente se tiene que cansar de escucharme… Es un momento de acción, de hechos. Las palabras no valen. Es un momento para que el Deportivo, como equipo, diga: aquí estoy yo y estoy salvado. Cuando termine el encuentro hay que mirarse a los ojos y ver que lo hemos dejado todo, que la camiseta chorrea. Si pasa eso estaré orgulloso aunque perdamos».
El entrenador no quiere hablar de futuro todavía, pero sí dejó caer que quiere cambiar algunas cosas: «Todos tenemos que pensar. Absolutamente todos. Lo tenemos que hacer mucho mejor. Quiero mejorar el trabajo personal, el de los futbolistas y, si el club me lo permite, el día a día con el club. El Deportivo tiene muchas cosas buenas y hay una página en blanco que tenemos que rellenar con muchas cosas para que no nos pase esto. El Dépor no merece esto a nivel social».
Pero Mel prefiere centrarse primero en sellar la permanencia y advierte de que no será fácil hacerlo ante Osasuna, aunque ya no se juegue nada: «He estado en ese club, un club de guerreros que no se rinden. Con una afición tremenda y futbolistas que no quieren regalar los partidos que quedan. Gente joven, de la tierra. Como no pongamos la misma intensidad que ellos, lo llevaremos francamente mal».