La de este fin de semana no fue una buena jornada para los intereses de los dos futbolistas cedidos por el Deportivo esta temporada, y eso a pesar de que tanto Róber como Álex Bergantiños fueron titulares en sus respectivos equipos. El peor parado de ambos fue el joven central coruñés, cuya actuación tuvo incidencia directa y muy notable en la dura goleada recibida por el Levante en su propio feudo.
El Levante zozobra ante el Atlético. (Levante 0-5 Atlético de Madrid)
El Levante no fue capaz de prolongar el maleficio que perseguía al Atlético de Madrid en sus visitas al Ciudad de Valencia. Los colchoneros salieron dispuestos a poner fin a una década sin conocer la victoria en el feudo granota y el resultado final no deja lugar a dudas y refleja a la perfección lo ocurrido sobre el terreno de juego. Los de Orriols llevaron a cabo su partido más caótico de la era Muñíz con una concatenación de errores defensivos que sirvieron en bandeja los dos primeros tantos a los colchoneros, que ya con el viento a favor, aprovecharon para espantar sus fantasmas de cara a puerta con tres goles más a la vuelta de vestuarios con los que infligieron una dolorosa goleada para los locales (0-5). Lo único positivo que deja una noche para el olvido es el hecho de que el conjunto levantinista mantiene su amplio colchón de puntos con respecto a los puestos de descenso.
Lo que a priori se preveía como una gran noche para reivindicarse acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla para Róber. El coruñés recuperaba la titularidad y lo hacía ocupando un lugar en el eje de la zaga, su posición natural, pero todo se torció para él a las primeras de cambio. Apenas se habían cumplido los cinco minutos de juego cuando un pase lateral, aparentemente fácil y con todo a su favor para ser interceptado, acabó siendo introducido en su propia portería y de forma incomprensible por parte del central. Ese garrafal error fue una auténtica losa que ya no pudo quitarse de encima y a partir de entonces el encuentro se convirtió en una auténtica tortura para él, con constantes fallos y desajustes defensivos de los que los colchoneros supieron sacar rédito. Sufrió lo indecible con los balones en largo a su espalda y la movilidad de los puntas rivales, algo que quedó de manifiesto en las acciones del resto de goles encajados y en las que también tuvo un alto grado de responsabilidad. Una noche nefasta para él que difícilmente olvidará pero que debe servirle para aprender y crecer como futbolista de cara al futuro.
El balón parado castiga al Sporting. (Albacete 2-2 Sporting)
El Sporting de Gijón no termina de carburar y sigue dejando muchas dudas y desconfianzas. En su visita al Carlos Belmonte no pasó del empate (2-2) ante un rival de la zona baja como el Albacete que fue ligeramente superior y que a punto estuvo de alzarse con la victoria. Paco Herrera sorprendió con varias novedades en el once y un cambio de sistema que le llevó a disponer una defensa de cinco hombres, un dibujo inusual que tampoco dio la impresión de ser la solución a los problemas de los asturianos. Así las cosas, los manchegos abrieron el marcador y pusieron el partido muy cuesta arriba al cuadro sportinguista que solo reaccionó gracias a la entrada en escena de Santos, autor de dos goles en menos de diez minutos. Sin embargo, los locales supieron sacar partido de la debilidad de los gijoneses en las jugadas de estrategia para igualar definitivamente un encuentro en el que pudieron llevarse la victoria en la última jugada.
Paco Herrera sigue dándole vueltas al equipo y probando con distintos esquemas y futbolistas en búsqueda de poner fin a los males de su equipo, pero una de las pocas cosas que parece tener claras es el papel de imprescindible de Álex Bergantiños. Eso queda de manifiesto con el hecho de que en los últimos nueve partidos de su equipo el coruñés no solo ha sido siempre titular sino que tan solo se ha perdido 12 minutos de juego. Ante el Albacete disputó la totalidad del encuentro, en esta ocasión con Rachid de acompañante en el doble pivote, firmando una actuación correcta en lineas generales pero discreta. Solventó con acierto varios desajustes defensivos y estuvo igual de atento que siempre en las coberturas pero, aunque se animó a sumarse al ataque en alguna que otra ocasión, no tuvo la incidencia deseada a la hora de manejar el juego de su equipo y dar profundidad y velocidad a la circulación de balón.