Clarence Seedorf, exentrenador del Deportivo con el que se descendió a Segunda División, analizó su paso por A Coruña en una extensa entrevista con The Coaches’ Voice. En ella, explicó que cuando llegó al club coruñés no había «organización interna».
«Entrenar al Deportivo fue un reto diferente, más difícil que en el Milan. No conocía al club, como sí era el caso en el Milan. Antes de empezar en el Milan, tenía mis apuntes escritos sobe qué hacer al llegar. Esto no lo podía hacer en el deportivo, tuve que esperar a llegar para analizarlo todo desde dentro y fue un proceso maravilloso. Era un equipo con una falta total de confianza, estaban mal física, mental y moralmente. El ambiente era de desánimo… la situación era deprimente».
Pese a que solo ganó dos partidos de los dieciséis disputados, Clarence Seedorf explicó que en su llegada «había una gran falta de organización interna. Me refiero al staff, había gente sin un rol asignado. Lo primero fue organizar al equipo, para que todos supieran qué hacer. Desde la organización hasta la comunicación entre nosotros. La primera semana la pasé observando y recopilando información. Después, empecé a intervenir»; prosiguió.
Agrega que marcó «cuándo y cómo hacer los análisis en vídeo, cuándo las charlas individuales, las grupales con los jugadores… buscaba cambiar drásticamente lo que se había hecho antes. Desde la hora de los entrenos, para crear efecto de choque, si sigues con la misma rutina no rompes la espiral negativa. Empezamos a entrenar en doble sesión, no por matar al jugador o por la intensidad, era por compromiso y concentración del entorno. Quería pasar tiempo con ellos, conocerlos, saber quién era cada uno. Eso lo hice los diez primeros días. Después trabajé individualmente con los más importantes, junté a los líderes, les mostré mi absoluto compromiso para que ellos jugasen. Les trasladé qué quería de ellos, el espíritu y la intensidad que quería en los entrenamientos».
Y es que para Seedorf, «tener el apoyo de los líderes es fundamental para el entrenador, es la mitad del trabajo para llevar al equipo donde querías. Lo conseguimos rápido, fue muy claro, su deseo de trabajar era fantástico. Incluso a los que no habían hecho la propuesta que yo hice, reaccionaron muy bien a lo que queríamos de ellos y entrenaron muy fuerte».
Los resultados tardaron, y mucho, en llegar
«En el primer partido -contra el Betis-, no tuvimos suerte y perdimos. El equipo mostró una intensidad y agresividad increíble, y la confianza no se logra de un día para otro. Al llegar como nuevo entrenador, quité a algunos que jugaban antes. Solo me fijaba en cómo lo hacían durante la semana, no me preocupaba lo de antes. Les mandé un mensaje diciéndoles que todo el mundo iba a tener la oportunidad de jugar».
«Después del primer partido hubo una reacción, en el segundo también -con derrota ante el Alavés-. Pero los resultados no llegaban y mi trabajo principal fue conseguir que siguiesen creyendo. El resultado es la consecuencia de cómo trabajas. Es fácil hablar de ganar, pero se tiene que trabajar para lograrlo».
«Yo me centraba en lo que habían hecho bien, aunque perdiésemos. El proceso que hay que seguir para mejorar, era cuestión de tiempo que llegasen los resultados, pero hay que creer y trabajar la motivación. A veces les pedíamos a ellos que analizasen en qué debían de mejorar, no debe ser siempre el entrenador el que se lo diga. Al usar todas estas herramientas psicológicas, el equipo creía en lo que hacíamos. En el tercer partido hicimos un partido fantástico (empate sin goles ante el Espanyol) y hasta fallamos un penalti. No había factor suerte, la suerte hay que buscarla».
Añadió el holandés que «había jugadores de A Coruña y sentían el doble de responsabilidad. Fue un reto muy bonito y emocionante. Junto a mi staff, conseguimos una gran cohesión junto a los miembros que ya estaban allí. Me quedo con el ambiente del cuerpo técnico en esa situación tan difícil. Lo sentían los jugadores, había una gran posibilidad de salvarnos».
Bajo su punto de vista, «la confianza crecía a cada partido, incluso sin resultados. Tardamos ocho partidos en conseguir la primera victoria. No creo que muchos entrenadores consiguiesen sobrevivir tantos partidos sin ganar. Fue frustrante, para mí y para el cuerpo técnico, todo funcionaba bien, pero sin recompensa».
Tanto fue así, que el Deportivo descendió con él en el banquillo. «Las cosas mejoraron, los resultados llegaron pero no fue suficiente. Nuestro rival por no descender hizo más puntos que el Madrid y Barcelona en los últimos doce partidos. Fue increíble para ellos», finalizó.