El Deportivo de Víctor Fernández ha dejado de recibir goleadas, pero el pobre bagaje ofensivo está penalizando duramente a los coruñeses, que ya son penúltimos.
El Deportivo parece que al fin ha sido capaz de frenar en cierto modo la elevada sangría de goles encajados que hacía imposible remontar el marcador. Así, tras diez primeras jornadas en la que los blanquiazules encajaron una media de dos goles por partido, en los últimos cuatro choques la media de goles recibidos es inferior al tanto por encuentro. Sin embargo, esta considerable mejora defensiva ha dejado al descubierto las carencias ofensivas de los herculinos, que han sido incapaces de ver puerta en las últimas cuatro jornadas.
Tal y como suele ser habitual escuchar en el lenguaje futbolístico, el actual Deportivo es una manta corta: si se tapa los pies deja al descubierto la cabeza, y si se tapa la cabeza se descubre los pies. Y eso es lo que parece que está ocurriendo con el equipo que dirige Víctor Fernández, y es algo que también fue habitual en los dos últimos descensos. El equipo que perdió la categoría en la 2010-2011 a los mandos de Miguel Ángel Lotina, llevaba a estas alturas de campeonato los mismos tantos que el actual Deportivo -12-, pero solo había encajado 16 -frente a los 24 actuales-.
En el extremo opuesto estaba en la jornada 14 la escuadra que entrenaba José Luis Oltra. Con el valenciano, en la 2012-2013, el equipo gallego tenía en su casillero 21 goles a favor -nueve más que con Lotina o con Víctor Fernández-. Ese buen promedio anotador era el resultado de un fútbol ofensivo en el que se asumían demasiados riesgos, y buena muestra de ello fueron los 31 tantos que encajaron.
Pero como más allá de los goles encajados o anotados lo fundamental es el número de puntos obtenidos, es en este apartado en el que los datos son aún más preocupantes: los 10 puntos que actualmente tiene el equipo de Víctor Fernández son inferiores a los 11 que sumaba Oltra en la jornada 14, y también a los 17 que había conseguido Lotina.