Riazor despedirá este sábado la temporada futbolística 2017/2018 envuelto en un ambiente enrarecido presidido por la tristeza que siempre supone un descenso. Será la despedida de la Liga Santander para un feudo herculino que este verano afrontará la tan esperada reforma de las cubiertas, y al mismo tiempo será también el adiós a muchos futbolistas que ya no volverán a vestir la camiseta blanquiazul ante su afición. El rival, un Villarreal que se había convertido en poco menos que un seguro de vida para el Deportivo en las últimas temporadas.
Los caprichos del calendario quisieron que esta sea la tercera temporada de manera consecutiva en la que Deportivo y Villarreal se ven las caras en la penúltima jornada del campeonato, aunque las circunstancias nada tienen que ver con las de los dos últimos precedentes. En la 2015-2016 el conjunto blanquiazul visitaba el Estadio de la Cerámica con la necesidad de sumar al menos un punto con el que sellar la permanencia ante un submarino amarillo con el billete asegurado para la siguiente edición de la Champions League. Dos tantos, el primero obra de Fayçal Fajr a la media hora de juego y otro de Lucas al poco de la reanudación, certificaron la victoria del equipo por entonces dirigido por Víctor Sánchez del Amo y pusieron fin al sufrimiento de la afición blanquiazul, que de esa forma pudo disfrutar del choque de la última jornada ante el Real Madrid sin ningún tipo de agobio clasificatorio.
Apenas un año más tarde la situación volvió a repetirse. La espectacular reacción experimentada por el Deportivo tras la llegada al banquillo de Pepe Mel hizo pensar con lograr la salvación con varias semanas de antelación. Sin embargo un inesperado tropiezo ante el Espanyol en un partido plagado de despropósitos volvió a poner a los herculinos ante la necesidad de sacar algo positivo en su visita a tierras castellonenses. Pese a que el submarino amarillo tampoco se jugaba nada, los herculinos sufrieron y mucho para mantener la portería a cero y sumar así el punto necesario para sellar su continuidad en la Liga Santander.
Cuando se llevó a cabo el sorteo del calendario de la presente temporada las aspiraciones marcadas desde la entidad herculina eran las de llegar a final de curso sin los agobios de los últimos años, pero ni en el peor de los escenarios previstos aparecía la posibilidad de afrontar el mes de mayo ya descendidos. El duelo ante el Villarreal, y más aún siendo en Riazor, era visto por muchos como un rival idóneo para hacer bueno ese refrán que dice que “no hay dos sin tres”. Sin embargo no ha podido ser, y el salvavidas en el que se había convertido el conjunto amarillo para los blanquiazules este año llegará demasiado tarde.