Ni ellos tienen a Nayim, ni nosotros a Djalminha. Lejos quedan las noches de gloria europea para ambos. Pero a Manolo Jiménez, todo eso le da igual. Va a por los tres puntos. Es el turno de ‘Adelante’.
El Deportivo visita a un Zaragoza que, a pesar de su derrota ante el Real Madrid, se encuentra en su mejor momento de la temporada. Los maños, en plena reconstrucción, son duodécimos y están en una posición cómoda, aunque necesitan el triunfo si no quieren volver a sentir el aliento del descenso.
Contexto. Recuperándose. El buen momento deportivo hace que Agapito Iglesias pierda protagonismo.
El Zaragoza ha estado tres años en el ojo del huracán debido a su mal momento económico, a vivir por encima de sus posibilidades con una deuda desorbitante y a su polémico empleo del concurso de acreedores, del que ya ha salido. Agapito Iglesias ha tenido que hacer frente a las denuncias de varios presidentes de Primera División y se ha tenido que enfrentar -todavía hoy- con su propia afición. Los rumores de desaparición acecharon al equipo la temporada pasada cuando los blanquiazules se fueron a las vacaciones de Navidad con tan solo once puntos en 17 jornadas y se presagiaba lo peor. El máximo dirigente del club regaló a sus aficionados un nuevo técnico, Manolo Jiménez, que en la última jornada obró el milagro de una permanencia que parecía imposible, que recuperó la fe de la afición zaragocista y que inició un proceso de cambio, tanto deportivo como económico.
El preparador sevillano, esta vez sin urgencias, tanteó con calma el mercado veraniego, y los fichajes de hombres como Montañés, Álvaro o Jose Mari le han salido a la perfección y ha armado una plantilla muy completa. El inicio de Liga de los maños ha sido bueno, el mejor desde su regreso a la categoría de oro en el año 2009, pero el mayor logro de Jiménez es haber conseguido que directiva, afición y equipo vayan todos a una, contagiados del carácter que derrocha el entrenador andaluz y con el convencimiento y la creencia en un proyecto que por fin empieza a tener sentido.
Nombres propios. Todas las líneas cubiertas. Calidad y sacrificio en todos sus frentes.
– El ‘crack’: Paco Montañés. Extremo rápido, con desborde, una gran visión de juego y muy sacrificado. En verano aterrizó en tierras mañas tras hacer una gran temporada con el Alcorcón y ser uno de los mejores jugadores de Segunda División. A sus 26 años, ha sido un fijo para Jiménez desde el inicio de la Liga BBVA, algo a lo que el jugador de Castellón ha respondido mejorando en cada encuentro. A pesar de su facilidad anotar -logró ocho dianas en el último curso-, esta campaña todavía se le resiste el gol.
– El ‘muro’: Roberto. Un seguro de vida. Sus grandes reflejos y su estatura (1,92 m) hacen que cada fin de semana realice paradas espectaculares. Uno de los grandes responsables de la consecución de la permanencia en la temporada 2011/2012.
– El ‘cerebro’: Apoño. El nuevo ídolo de La Romareda. El malacitano es esencial en el fútbol de los aragoneses. Gran facilidad para combinar al primer toque, mandar y dar el último pase. Además, goza de un gran disparo lejano y es un peligro a balón parado.
– El ‘killer’: Hélder Postiga. Con cuatro tantos en diez jornadas, vive su mejor inicio anotador desde que está en el Zaragoza y uno de los mejores de su carrera. Un ‘9’ puro que siempre ha destacado más por su trabajo que por sus goles, etiqueta que ha querido quitarse este año con grandes dianas que han dejado patente su calidad.
El dato. Noviembre negro. El peor mes de competición para los zaragocistas.
Para los equipos que pelean por la permanencia es crucial realizar un buen inicio de campaña, y el Zaragoza ha vivido en el alambre durante los últimos cursos por no ponerse las pilas en los primeros meses de competición. Noviembre, en concreto, es el peor mes en cuanto a resultados para el conjunto aragonés desde que los maños lograron regresar a Primera División en la temporada 2008/2009. En la 2009/2010 cosecharon un solo punto en el penúltimo mes del año, al igual que sucedió en la 2011/2012, sin ninguna victoria hasta que llegó diciembre. En la 2010/2011, en cambio, sí ganó en noviembre, pero ese triunfo fue lo único positivo que obtuvieron en su mes más gafe y en el que resto fueron todo derrotas. Este año, en su primer partido del undécimo mes ya cayó en el Bernabéu de forma contundente.
Un momento histórico. Final de la Recopa 1994-1995. El gol de Nayim.
Por su oportunismo, espectacularidad y trascendencia, figura sin duda en el ‘top ten’ de los momentos del fútbol español en Europa. Es uno de esos que el que lo ha visto en directo lo recordará toda su vida. Con la magia especial que le añade el hecho de que su protagonista sea un equipo de pequeña dimensión, uno que se sabe ante una oportunidad histórica que muy probablemente no vuelva a repetirse. Cedrún, Aguado y ‘Paquete’ Higuera son algunos de los héroes. Y Nayim, claro, Nayim. Hablamos de la final de la Recopa 1994-1995, en la que se enfrentaron Arsenal y Zaragoza. Esnáider había adelantado a los locales en el 67, pero Hartson no tardó mucho en igualar para los ingleses, de Seaman, Adams y Wright. Los 90 minutos reglamentarios desembocaron en aquella prórroga, que ya languidecía, cuando Nayim se encontró ese balón en el centro del campo. Y ya cansado de tanto tiempo y asumiendo que todo se decidiría en los penaltis, tuvo una idea. Absurda a simple vista, sí, pero que terminaría convirtiéndose en la mejor idea que tuvo en su vida.
Una leyenda. José Luis Violeta. El león de Torrero.
Cuentan los más viejos de la grada de La Romareda que ningún Real Zaragoza jugó al fútbol como lo hizo el de Los Zaraguayos. Que no ganaron nada, sí, pero que da igual, que ellos no dudan. Hablan del equipo en la década de los 70, donde varios jugadores uruguayos y paraguayos se alinearon bajo las órdenes del gallego Luis Cid, y el equipo rozó el título de Liga en varias ocasiones. Estas fuentes también recuerdan con mucha nostalgia a Los Magníficos. Así se llama a la generación de los 60, caracterizada por su excepcional delantera. Nos cuentan que en eliminatorias eran casi imbatibles, que en cuatro años -desde el 63 hasta el 66-, llegaron a cuatro finales de la Copa del Rey, a dos de la Copa de Ferias y a una semifinal de la Recopa. Y los mismos insisten en que ambos equipos tuvieron un denominador común. Un pilar en el centro del campo sin el cual no se hubiesen edificado. Un líder que siempre tomaba la decisión correcta. Ése era José Luis Violeta.
Un lazo blanquiazul. Mayo de 2000. Lo que Djalminha te dado, Djalminha te lo puede quitar.
Contaba Djalminha recientemente en una entrevista que lo que a él realmente le motivaba eran esos partidos televisados en los que le veía medio mundo. Por eso siempre mostraba su mejor versión ante Madrid y Barça. Y no lo decía explícitamente, pero se podía leer entre líneas que aquellos partidos de domingo a las cinco de la tarde en un campo perdido de la geografía española no iban con él. Es de lo poquito que el deportivismo puede reprocharle al jugador más de dibujos animados que ha vestido su camiseta. Pero aquel Dépor – Zaragoza de mayo de 2000 tenía que ser diferente. En ninguna otra ocasión se enfrentaron ambos equipos como en aquella. Los dos tenían, a falta de tan solo tres partidos, serias opciones de ganar la Liga. Juanele adelantó a los locales tras el descanso, pero poco después empató Makaay. Djalminha no estaba ante su tarde más lúcida. Pero, en el minuto 77, cogió el balón en el centro del campo. Se la pasó al ‘Turu’, que le devolvió la pared, y, cerquita del área, se sacó un disparo raso, que entró en la portería. 2-1. Media Liga para el Dépor. Locura. El genio, con una amarilla ya en el bolsillo, se quita la camiseta y la empieza a girar como si no hubiese mañana. Como si no hubiese minuto 78. Pero lo hubo. Y se fue para los vestuarios. Y el Zaragoza terminó empatando.