En los 16 años que han pasado desde aquella noche mágica en Riazor mucho se ha escrito y oído sobre la histórica remontada del Dépor al Milán. Lo más habitual, los recuerdos de los protagonistas, vencedores y derrotados, que todavía a día de hoy lo tienen presente como si el tiempo no hubiese pasado. Pero, ¿y la redacción de Riazor.org? ¿Dónde y cómo vivió nuestro equipo el que es para la mayoría de lectores el mejor partido de la historia del Dépor? Pues se lo hemos preguntado y aquí tenéis el resultado:
¿Cómo recuerdas el Deportivo 4 – 0 Milán?
Víctor Losada: Del partido contra el Milan, sobre todo, recuerdo el camino al estadio con mi padre. No habíamos visto juntos la ida, yo recuerdo que la vi en un bar con amigos y la sensación era nefasta después de la paliza que nos habían metido. Íbamos caminando por el Paseo Marítimo, comentando que no había nada que perder, que venía uno de los grandes de Europa y era una noche para disfrutar… De hecho, nos contentábamos con que el Depor diese una buena imagen y ganar el partido, que no había presión. Es cierto que el ambiente era distinto, y lo que pasó desde el gol de Pandiani ya lo sabéis todos. ¡Qué noche!
Jorge Lema: Desafortunadamente, eu non puiden vivilo en Riazor. Tiven que conformarme con ver o partido nun bar de Malpica cun grupo de colegas. Hai que recoñecer que, supoño como case todos, tiñamos escasa fe na remontada. Cando comezou o partido nin sequera lle prestamos demasiada atención, cambiando as butacas e a pantalla grande pola barra, coma se se tratase de calquera programa de fondo. Todo cambiou co gol de Pandiani, que fixo que todos colléramos sitio polo ‘E se…’. Co tanto de Luque saltamos todos e, ao mesmo tempo, comenzaron os nervios por perder o que nunca soñaras con ter gañado. Nin o cuarto de Fran acabou con esa tensión. Así o deixei marcado no cu dunha botella de auga de plástico que aínda hoxe conservo con todas as marcas dos meus dentes.
Fernando Fernández: Por circunstancias familiares me tocó ver el partido en Cartagena, con gran dolor de corazón por no poder estar en el estadio. Lo vi, por tanto, en la televisión. Recuerdo que éramos un grupito pequeño, solo tres gallegos, y nadie creía, ni tan siquiera yo, aunque lógicamente me abstuve de pronunciarme. Afortunadamente la cerveza era una vieja conocida, y al mosqueo por no estar en el estadio, no se sumó el de tener que beber agua de fregar los platos. Después del primer gol, muy tempranero, el ánimo cambió, y ya con el segundo gol antes del fin de la primera parte todos estábamos convencidos de que se pasaría, como así fue. La celebración del final fue bastante importante, pero de eso tengo ya un recuerdo más vago.
Alfonso Núñez: En aquel momento residía en Madrid mientras cursaba Periodismo. Pasé de ver todos los partidos en Riazor a poder disfrutar de cuatro o cinco por año como mucho. La suerte del destino quiso que ese partido ante el Milan cayera en plena de Semana Santa. Recuerdo que mi padre me compró la entrada antes del partido de ida. Mi abono estaba en Pabellón Superior. Siempre acudía al campo junto a cuatro amigos. Alguno tenía dudas, pero pronto comprobamos que estábamos ante una noche histórica, única e inolvidable. El primero nos recordó que el Dépor era un gran equipo, el segundo nos dio fuerzas para creer y el tanto de Luque fue una explosión de alegría con el que alguno ya derramaba lágrimas en el descanso. Fran cerró una gesta absolutamente irrepetible. Resulta imposible no emocionarse cuando uno se teletransporta a aquel día.
Rocío Candal: O día que se xogou aquel partido entre Dépor e Milan eu estaba na miña casa e tiña tan só 7 anos. Por iso, non lembro practicamente nada do xogo, do partido en si. Dos días previos recordo que me encantaba o vídeo promocional de TVE, escoitar ese conxuro da queimada e saber que se refería ao Dépor. Na miña casa, como en tantas outras, creo que ninguén confiaba na remontada do Deportivo. Eu non comprendía demasiado a magnitude que tiña aquel encontro, pero todos coincidían en que o Milan tiña un equipazo e era imposible darlle a volta á eliminatoria. A min, persoalmente, dos protagonistas, chamábame moito a atención o uniforme e o dorsal de Dida e vía a Inzaghi como a un ogro indestructible. A inocencia da infancia. Pouco máis. Esas son as vagas lembranzas dunha nena que, na seguinte eliminatoria, entendeu o que había en xogo ao ver a reacción dos adultos na expulsión de Jorge Andrade.
Miguel Sanz: Tenía 11 años y, para mí, este Dépor – Milan sigue siendo la mejor noche de mi vida en Riazor. Recuerdo que, en los días anteriores, varios compañeros del colegio no hablábamos de otra cosa y lo hacíamos con un optimismo solo entendible por la inocencia de la juventud y la confianza que transmitía ese equipo. En el estadio, vi el encuentro junto a mis padres, con los que acudía a cada partido por aquel entonces. Pero, por esos inexplicables mecanismos de la memoria, de quien más me acuerdo es de los dos chicos que se sentaban delante ese día. Por un lado, un argentino que no paraba de nombrar la «concha de tu madre» (expresión totalmente nueva para mí) de todo jugador de rojo y negro que pasaba cerca del balón. Por otro, de un veinteañero que me cuadruplicaba en peso y que con el gol de Luque me dio un abrazo que de milagro no me rompió un par de costillas. También me acuerdo de mi garganta exhausta tras varios minutos de incesante alternancia entre «Walter Pandiani, lolololololo, Walter Pandiani» y el «lololololo lolololololo lolololo» del I will survive que sonó en el descanso. Al final, júbilo, afonía y a dormir con la camiseta del Dépor. Como mi compañera Rocío, quiero acabar con un vistazo a la eliminatoria contra el Oporto de unas semanas después. Si esta fue mi noche más feliz, esa sin duda fue la más triste (no sabía la que se venía encima). Salí llorando desolado de Riazor y otro aficionado quiso consolarme. Me dijo que no pasaba nada, que ya habría otra oportunidad para ganar una Champions. Todavía quiero creer que así será.
Anxo Rei: Posiblemente fui una de las personas que más ilusionadas entraron en Riazor aquel día. No por confiar en una casi imposible remontada, sino por ser el primer partido que viví en el feudo herculino. Situado justo al lado de la hinchada italiana, lo que mejor recuerdo y más me impresionó al principio fue el ímpetu y la energía con la que animaban, algo normal siendo el primer encuentro que viví en un estadio. Con el paso de los minutos y especialmente tras el 3-0, éramos nosotros quienes festejabamos mientras los rossoneri permanecían mudos, convirtiéndose este momento en un recuerdo imborrable para mí y una imagen que ejemplifica las dos caras del fútbol para el aficionado.
Carlos Santamarina: Yo fui uno de los deportivistas privilegiados que vivimos aquella gesta en Riazor. Pero tengo que reconocer que, como la inmensa mayoría, también era uno de los que veía más que imposible remontar aquella eliminatoria al vigente campeón de Europa y mejor equipo del continente en el arranque de siglo. Aquellos diez minutos de auténtico despropósito en San Siro habían tirado por tierra mi ilusión. No así la de mi hermana, a la que yo le había comprado la entrada como regalo de cumpleaños porque ella también “quería ir a un partido de Champions en Riazor”. También recuerdo como si fuese ayer el anuncio con el que Televisión Española había promocionado la retransmisión del encuentro. Si antes me parecía todo un acierto, después del partido me pareció una genialidad. A todo esto, yo vivía en Asturias, así que no me quedó otra que coger el coche y arrancar con mi hermana ese mismo día hacia A Coruña. Del partido en sí poco que decir que no se haya dicho ya. Con el gol de Pandiani pasamos del imposible al a ver qué pasa. Con el de Valerón vimos que era más que posible. Y con el de Luque nos dimos cuenta de que ya lo teníamos hecho y resulta que nos sobraba tiempo, ni más ni menos que todo el segundo tiempo. Sin embargo, igual es cosa mía, pero no recuerdo haber sufrido ni la mitad que en otras grandes noches para el deportivismo. El gol de Fran también hay que reconocer que ayudó lo suyo y explica que más de medio estadio viviese de pie el tramo final, cuánto más la esquina de Preferencia Inferior con Marathon en la que yo era socio por entonces. Sin lugar a dudas un día inolvidable y una felicidad inmensa para mí de la que hice gala por televisión. Por aquel entonces no había redes sociales ni whatsapp, pero los sms de amigos deportivistas y no deportivistas (madridistas pocos porque el Centenariazo seguía sangrando) se me amontonaron en el móvil y me hicieron ver que aquello no había sido un sueño.