Con el fallecimiento de Diego Armando Maradona, han sido innumerables las historias y anécdotas que han salido a la luz en las últimas horas. Una de ellas tiene como protagonista al Deportivo, a Riazor y un Teresa Herrera que esperaba recibir al argentino con la visita del Barcelona. Rubén Ventureira, periodista coruñés e historiador del Deportivo, narra la agitación que se vivió en A Coruña en aquel verano de 1982 en un hilo de Twitter que aquí adapta como texto con ligeras modificaciones.
Esta es la historia de un autógrafo imposible. El de Maradona. Todo empezó en el verano de 1982, cuando se anunció que vendría a Riazor con el Barcelona para jugar el Teresa Herrera. Para un niño de 11 años, aquella firma se convirtió en el objetivo del verano.
De aquella, el Teresa Herrera era una fiesta. Y para los niños, mucho más. Horas y horas a las puertas de los hoteles Atlántico y Finisterre para conseguir la firma de los mejores jugadores del torneo, muchos de ellos los mejores del mundo. Así se pasaban aquellos días.
El Teresa Herrera iba a suponer su debut en España con el Barça, que no como futbolista. De hecho, poco antes había jugado el Mundial de Naranjito. En la Copa del Mundo nos maravillaron más Brasil o Francia, o incluso el italiano Conti, pero Maradona era Maradona.
El caso es que aquel anuncio nos puso en alerta: Maradona iba a estar en A Coruña y su autógrafo pasaba a ser el GRAN OBJETIVO DEL VERANO. Pero al final no vino. Recuerdo que el equipo culé pagó por aquello: Riazor abucheó al Barcelona durante sus dos partidos del torneo.
Entonces no entendí muy bien el motivo de aquella dolorosa ausencia. Años después pude reconstruir la historia guiado por la prensa de la época. A mediados de julio, se empezó a decir que el Barça quería 1 millón de pesetas más (hoy, 6.000 euros) por alinear a Maradona en Coruña. Aquello sentó mal: se recordó que el Real Madrid, entonces el equipo con más seguidores en A Coruña, siempre presentaba a sus fichajes en el Teresa Herrera sin coste adicional.
En todo caso, la situación pareció enderezarse. El 22 de julio, el entonces alcalde coruñés, López Menéndez, dio una rueda de prensa en Barcelona en la que confirmó que Maradona jugaría el torneo coruñés. Los abonos, que daban derecho a ver las tres jornadas y cuatro partidos (las dos semifinales, final y tercer y cuarto puesto) se vendieron como rosquillas. Completaban el cartel el Dinamo de Kiev, el Internacional de Porto Alegre y el Bayern de de Múnich. Nivelón, pero al que todos esperábamos era al 10.
Maradona debutó con el Barça en un amistoso en Holanda el 3 de agosto. Fue contra un equipo modesto llamado Meppen. El Diego marcó de penalti. El Teresa Herrera empezaba diez días después, el 13 de agosto. Pero entre el 3 y el 13 ocurrió algo inesperado… O no tanto…. Se empezó a hablar de la probable ausencia de Maradona. Ausencia que se acabó confirmando poco antes del torneo. El parte médico fue su excusa: amigdalitis infecciosa. Se dijo que el muchacho estaba fatal, encamado y no vendría.
¿Qué se comentó en Coruña? Pues que lo que había hecho el Barça era reservar a Maradona para el Gamper. Quería que su debut en España fuese en el Camp Nou ante su público. El club culé lo negó. Pero el caso es que así fue: Diego debutó en España con la azulgrana en el Gamper, el 24 de agosto.
Antes, en la final del Teresa Herrera, un torbellino llamado Dinamo de Kiev arrolló (4-1) al Barça para alegría de todo Riazor. En Especial de Niños, la grada infantil que estaba cerca del Pabellón, lo celebramos como si hubiésemos nacido en Kiev.
El resquemor con el Barcelona por aquel episodio ‘maradoniano’ duró años en Coruña. De hecho, el club culé no regresó al Teresa Herrera hasta 1990. Y eso que el alcalde desde 1983, Paco Vázquez, era un confeso culé. Y el que organizaba el torneo entonces era el Concello.
Por cierto, aquello fue el inicio de una relación turbulenta de Maradona con el Teresa Herrera. En su biografía (extraordinario libro “Yo soy El Diego”) confesó que destrozó un trofeo que había en las dependencias del Barça.
Como el Deportivo era entonces un inquilino habitual de Segunda División, no llegamos a ver a Maradona con el Barça en Riazor. Cuando aquellos niños de los 80 ya éramos mayores de edad, El Diego vino a nuestro estadio. Con el Sevilla, equipo hermano. Corría el 6 de febrero de 1993. El niño de 11 años de 1982 tenía ya 21. Pero aquella espinita infantil seguía ahí. Así que se fue al hotel Atlántico con la esperanza de conseguir el autógrafo que no había logrado de niño. El que le faltaba en su libreta.
Reliquia –> Maradona en Riazor pic.twitter.com/2hwUYHXLxX
— Josemma (@Josemmabet) January 16, 2017
Tras mucha espera, al fin salió Maradona. Rodeado de un montón de gente. Como una estrella del rock. Camino del autocar que lo llevaría a Riazor. Ni aquel niño de 1982 ni nadie logró su autógrafo a las puertas del Atlántico. Pero Diego se sentó en una de las primeras filas y nos saludó con la mano. No con la mano de Dios, que era la izquierda. Lo hizo, lo recuerdo perfectamente, con la derecha, la más cercana a la cristalera. Nos dimos por satisfechos.
Siempre dice mi primo Lois Novo que por Riazor, que luce 76 años, han pasado todos los grandes jugadores de la historia excepto Platini. Maradona jugó solo aquella vez con el Sevilla. Pero la primera vez tendría que haber sido mucho antes, en el verano de 1982, aquel del autógrafo imposible.
DEP Maradona. Ídolo.
Esta es la historia de un autógrafo imposible. El de #Maradona. Todo empezó en el verano de 1982, cuando se anunció que vendría a #Riazor con el @FCBarcelona_es para jugar el Teresa Herrera . Para un niño de 11 años, aquella firma se convirtió en el objetivo del verano. Va HILO pic.twitter.com/8kTOKjIISn
— Ru (@rubenventureira) November 25, 2020