Apenas 100 kilómetros, poco más de una hora en coche, separan la ciudad de A Coruña de la isla de A Toxa, uno de los enclaves turísticos más reconocibles de las Rías Baixas. La isla, que originariamente se llamaba Louxo, fue un referente en el mundo por su balneario, siendo la responsable de modernizar el concepto de turismo en Pontevedra. El interés por las propiedades de las aguas termales de la isla comenzó a principios del siglo XIX. El botánico Antonio Casares encontró calcio, hierro, magnesio y sodio en las aguas de la isla. Unos metales que, unido a las temperaturas entre 30 y 60 grados centígrados, convertían las aguas en un excelente lugar para curar enfermedades. A raíz del descubrimiento, el propietario de la isla, el Marqués de Riestra, consiguió una autorización para abrir el primer Balneario en A Toxa en el año 1842.
El Marqués de Riestra no se estancó en el Balneario y encontró diversas posibilidades de negocio en la isla de A Toxa. En 1907, fue inaugurado el Grand Hotel de la Toja. El proyecto, obra del arquitecto orensano Daniel Vázquez-Gulías, estaba inspirado en otros balnearios como el alemán de Baden-Baden o el francés de Vichy. Al principio, solo era posible acceder al hotel balneario en barco o andando con la bajamar, por lo que no tuvo demasiado éxito. Este problema se solucionó tres años más tarde, cuando se construyó un puente que conectó la isla con la península de O Grove. El viaducto se convirtió en el más largo de Europa, con casi 300 metros de largo, que se había construido hasta entonces.
Al igual que el resto de grandes ciudades balneario de Europa, la isla de A Toxa aumentó su oferta con diversas actividades de ocio y entretenimiento. De hecho, A Toxa acogió uno de los primeros casinos de España tras la entrada en vigor de la Ley del Juego. El 1 de junio de 1978 abrió sus puertas el Casino de A Toxa, creado por los empresarios Fernando Salorio Ozores y Antonio Franco. Un establecimiento de juego y diversión destinado a los miles de turistas que visitaban la isla. Sin embargo, los empleados fueron los primeros en estrenar el casino. No fue hasta el día siguiente que el Casino de A Toxa abrió las puertas al público en general, con una oferta de juego compuesta por cuatro ruletas francesa, dos ruletas americanas, dos mesas de baccara- chemin de fer, una de Punto y Banca y cinco mesas de Blackjack.
El Casino de A Toxa se instaló en una casa gallega de dos plantas y mil metros cuadrados de espacio dedicado al juego. En total, el capital social del establecimiento de juego alcanzó los 200.000 millones de pesetas. De hecho, sólo las mesas y las fichas de las seis ruletas alcanzaron una suma de 25 millones. El establecimiento de juego pronto se puso de moda, convirtiéndose en uno de los atractivos turísticos de la isla de A Toxa y atrayendo a miles de personas, que incluso tenían que hacer cola para entrar y disfrutar de sus modalidades de juego favoritas. Llegaron a trabajar allí hasta 183 personas, incluyendo a los mejores crupieres de España.
La buena tendencia del Casino de A Toxa comenzó a cambiar a principios de los años 80, cuando Franco hizo público un escrito en el que aseguraba que la progresión del establecimiento de juego desde su apertura en 1978 seguía una línea decreciente. En ese momento, la opción del traslado a Vigo se puso encima de la mesa para resolver la situación económica del casino grovense. Sin embargo, el comité de empresa y los partidos políticos se negaron al traslado, evitando el cambio de ubicación. Cuando parecía que la hora de jugar a la ruleta de decisiones había acabo, el tema del traslado volvió a aparecer en junio de 1995, cuando un operador de juego se hizo con el control de las acciones del casino y negoció con el alcalde de Vigo. Aunque el traslado nunca llegó a producirse, la compañía consiguió abrir una segunda sala en la ciudad olívica.
La situación actual del Casino de A Toxa
Hoy en día, los trabajadores del Casino de A Toxa siguen peleando para que no se produzca el desmantelamiento del establecimiento de juego grovense. Los empleados cuentan con el respaldo del Concello de O Grove, que ha advertido al operador de juego en varias ocasiones que el casino no se puede cerrar. El Casino de A Toxa forma parte del paisaje de la isla frente a la costa gallega, completando la oferta de actividades de ocio para los miles de turistas que visitan este lugar cada año. De hecho, se trata de uno de los lugares más visitados por los viajeros, que llegan atraídos por sus playas, su paisaje y su casino.
El nivel de juego del Casino de A Toxa no es el mismo que cautivó a los visitantes tras su apertura en 1978. Hoy en día, el establecimiento de juego grovense suele acoger a un máximo de 300 aficionados a los juegos de azar en sus mejores noches. Una cifra que contrasta con los miles de jugadores que abarrotaban las mesas de juego del casino en sus mejores años. Aunque el descenso de la afluencia de los clientes ha repercutido en la facturación, el casino sigue generando importantes ingresos económicos directos e indirectos, así como empleo en la zona de O Grove.
La situación del Casino de A Toxa es extrapolable a todos los establecimientos de juego tradicionales repartidos a lo largo y ancho de la geografía española. Estamos viviendo un cambio disruptivo hacia un mundo cada vez más global y conectado, donde la tecnología es la piedra angular. Por este motivo, no es de extrañar que los casinos online se hayan convertido en una de las opciones de entretenimiento más demandadas en la actualidad, desplazando a los casinos tradicionales, que se han quedado en un segundo plano y afrontan un futuro incierto. A pesar de ello, por el momento, son dos modalidades que pueden convivir en nuestro país.