Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la derrota del Deportivo contra el Racing de Ferrol y el panorama que tiene por delante:
Se acabaron los partidos aplazados y las calculadoras. Las cartas están sobre la mesa y,
aunque podía haber sido peor si el Celta B le hubiese ganando al Racing, la verdad es que
pintan bastos.
Y no tanto porque sea imposible, matemática en mano, el meterse incluso entre los tres
primeros, como porque la principal variable para que eso pase, la de hacer nueve puntos,
parece una quimera.
Si algo me quedó claro después de la rueda de prensa de Héctor Hernández el pasado
martes, es que era verdad que el miedo se había instalado en el equipo. Ese miedo que te
surge de repente, cuando te encuentras en una situación en la que jamás habías pensado
estar y para la que no te habías preparado porque, como también dijo Héctor, todos los que
firmaron en verano pensaban ya en el año siguiente en Segunda A. No tenían ni idea de
quién era Yago Iglesias o Michel, o de qué jugaban Pablo Antas, Alex López o Sergio
Molina. Incluso es posible que no lo sepan a día de hoy, cuando todos ellos les pasaron por
encima.
Y ahora no es por ganas. El sábado en A Malata se vio un equipo que, salvo casos
puntuales (y sangrantes) como los de Borges o Uche, se dejaron la vida en cada balón. Con
más o menos acierto pero con compromiso, así que ni a eso podemos agarrarnos.
Tras una primera parte decente en la que la Segunda B nos dio otra ración de su medicina
en forma de fallo arbitral clamoroso, un error puntual en una acción aislada hizo que el
equipo desapareciera. Cabezas abajo, cortocircuito. Final de la partida. Los encargados por
galones de mostrar personalidad, carácter y calidad, desaparecidos. Unos en el verde y
otros, como Miku, ni eso. Me comentaba hace un par de días un amigo que jugó con él en el
Rayo, que Miku era un gran jugador cuando las cosas iban de cara, pero que si el autobús
pinchaba, él no se iba a bajar para empujar. Pues eso.
La primera parada de ese autobús es el Pontevedra. Todo lo que no sea ganar no sólo
imposibilita matemáticamente el ascenso, sino que te mete de lleno en un descenso que de
verdad va a hacer temblar las piernas a mas de uno.
Es hora de tomar medidas con jugadores que ni están ni se les espera. Si alguien tiene que
perder una bola o fallar un pase, que sea Alex. Por lo menos sé que le va a doler tanto o
más que a cada uno de nosotros. Si no vamos a ascender, al menos poner las bases de un
proyecto en el que nos identifiquemos la mayoría. Y si Rubén de la Barrera quiere ser el que
lo lidere, el equipo tiene que dar mas, caiga quien caiga. Ya lleva demasiado tiempo como
para no exigirle su cuota de responsabilidad en este desastre.