Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la derrota contra Unionistas.
Tranquilidad… y un lateral derecho
El fútbol es tan maravilloso porque a veces es imposible de explicar, porque no obedece casi nunca a razones lógicas y a parámetros establecidos. Y esa incertidumbre continua engancha.
La primera media hora del Deportivo en Salamanca fue impecable. Tras los primeros diez minutos en los que los dos equipos estaban tan encima del rival que era imposible ver otra cosa que no fueran disputas, el Dépor se hizo con el balón y empezó a jugar. Mucho mas y mejor que en Tudela o Calahorra, por citar las últimas salidas que se saldaron con los tres puntos. Y el guión parecía repetirse. Una vez más por la banda izquierda, (esta vez con un Mario Soriano que hizo a la perfección lo que el entrenador le pidió) la conexión Héctor – Quiles acabó en el primer gol tras una gran apertura de Miku. El equipo por delante, controlando el partido y jugando bien en campo contrario. Mario, Villares, Juergen, Quiles y Miku combinaban, generaban superioridades, aparecían y se asociaban, y solo faltaba crear ocasiones claras para cerrar un partido que estaba donde el Deportivo quería.
Pero casi de repente, en diez minutos, Unionistas le dio la vuelta al partido. Bueno, de repente no. Dije al principio que el fútbol no obedece a razones lógicas casi nunca, pero hay algunas cosas que saltan a la vista y que tienen repercusión directa en el desenlace del partido. Y es evidente que la banda derecha del Deportivo, con la lesión de Trilli, tiene un problema. En el cuarto partido sin el canterano, Borja eligió el cuarto jugador diferente para ocupar esa posición. Esta vez eligió a Lapeña y la apuesta no salió bien. No solo no aprovechó, como es lógico por sus características, los huecos que dejaban los movimientos de Quiles, sino que dejó huérfano el eje de una defensa que no había encajado hasta el momento ningún gol. Si a eso le sumamos que enfrente estaba un Rayco en estado de gracia y posiblemente con muchas ganas de venganza por haber perdido el sitio en esta plantilla, el resultado fue un sufrimiento constante por esa banda, sufrimiento que acabó, curiosamente, cuando Benito entró en el campo.
Los goles recibidos, como casi siempre, fueron consecuencia de un cúmulo de errores. No es achacable a Trigueros el resbalón que dejó vía libre al lateral de Unionistas para llegar hasta la cocina en el primero, pero sí lo es a Granero la tibieza con la que enfrenta el centro del segundo. Podemos discutir si es falta o no, (posiblemente sí) pero un central en área pequeña y con la posición ganada tiene que ser mucho mas contundente y no fiarlo todo a tirarse y que el árbitro le haga su trabajo. Débil disputa, segunda jugada no defendida, y el Dépor con el marcador en contra por primera vez en toda la temporada. Y pudo ser peor si no fuese porque Ian salvó una jugada similar pocos minutos después. Quedaba una hora de partido, y el equipo se veía en la necesidad de interpretar un guión diferente, pero demostrando tener recursos para ello.
Pudo empatar Miku en un buen balón de Villares pero quiso rematar de tacón cuando estaba solo y a menos de un metro de la linea de gol. Posiblemente pensara que era fuera de juego, pero un delantero en esa situación lo que tiene que hacer es meter la pelota dentro de la portería. Y luego preguntar.
Trigueros se lesionó salvando el tercero de Unionistas, y Borja decidió que ya era hora de dejar de probar y poner al único lateral derecho sano de la plantilla. Mano de santo, al menos defensivamente, a pesar de que su primera intervención fuese un pase a Mackay casi tan peligroso como la cesión de Tudela. El Dépor metió casi permanentemente a Quiles con Miku en el centro, obligando a Villares a caer mucho a banda derecha con Benito.
El caso de Villares, por cierto, merece mención a parte. Solo en el partido del domingo, jugó de pivote, de interior, de central en linea de tres para acabar haciendo pareja con Lapeña en los últimos minutos de partido. Por no hablar de que contra el Badajoz jugó de lateral. El mejor jugador del equipo la temporada pasada parece no encontrar fácil acomodo en los planes de Borja Jiménez. Con De Vicente pugnando por su puesto y con Calavera todavía inédito, es el primero en ser comodín para cambiar de posición. La versatilidad en un jugador puede ser una virtud, pero tanto vaivén de posiciones puede hacer que no llegue a ser considerado indispensable en ninguna.
La segunda parte fue un quiero y no puedo del Deportivo. Siguió dominando y jugando demostrando que, con matices, se puede controlar y combinar en los campos sintéticos, pero sin generar ocasiones claras. Quiles desapareció en la segunda parte, y solo ciertos movimientos de Miku y llegadas de segunda linea de Villares y Mario inquietaban un poco a Unionistas. Los cambios esta vez no surgieron el efecto esperado. Aguirre no fue capaz de irrumpir en el partido como en Calahorra, Doncel a penas participó y Menudo falló prácticamente todas las pelotas que tocó. El partido se escapaba y esta vez ni Noel y su varita pudieron cambiar el signo del encuentro.
A la quinta llegó la vencida. La primera derrota (vendrá alguna mas) llegó en el partido en el que el Deportivo dejó mejores sensaciones desde el día del Celta B. Borja planteó un encuentro con gente por dentro y al final se echó de menos el desborde de los extremos, que los tenemos, para hacer sufrir más al rival en la última media hora del partido, pero poco se le puede reprochar al equipo. Era impensable acabar la liga sin perder partido, y hacerlo en casa del segundo puede entrar dentro de lo lógico. La personalidad de los jugadores y la convicción en la idea del entrenador es la mejor noticia de la derrota del domingo. Prefiero ganar sin estar bien como en las últimas semanas, pero tras el partido del domingo, personalmente, sigo muy tranquilo con este equipo. El viernes en Riazor es el momento perfecto para demostrar que todo sigue por el buen camino