Después de finalizar la vinculación de Víctor Sánchez del Amo como entrenador del Deportivo tras la conclusión de la pasada temporada, la directiva del club coruñés optó por cambiar de rumbo en el banquillo y su apuesta no fue otra que Gaizka Garitano. La llegada del nuevo técnico no colmó totalmente las expectativas de un sector de la afición que tenía los ojos puestos en la posibilidad de que Paco Jémez fuese el nuevo preparador, pero pese a ello, como es habitual en la parroquia herculina, se aguardó a su debut para valorar definitivamente la idoneidad o no del nuevo míster.
La temporada empezó prácticamente como terminó la anterior: con Lucas Pérez siendo decisivo en la victoria por 2-1 ante el Eibar, anotando un tanto de penalti y asistiendo a Mosquera. No fue un mal inicio, desde luego. Pero la salida a ultimísima hora del punta gallego obligó a contratar un sustituto deprisa, y en esas, aterrizó en A Coruña el delantero Joselu. En los cinco encuentros siguientes, dos empates y tres derrotas que empezaron a intranquilizar a la hinchada, hasta que una victoria ante el Sporting en Riazor gracias a un gol de Ryan Babel en el último suspiro volvió a dar oxígeno al técnico vasco.
Poco duró. En las siguientes seis jornadas, la escuadra solo obtuvo dos empates y cuatro derrotas. Sin embargo, ante la Real Sociedad, los blanquiazules mostraron su mejor versión del campeonato y golearon con un 5-1 espectacular, con un ataque con Andone, Çolak, Babel y Gil a pleno rendimiento, y con un equipo que posteriormente estuvo a punto de dar la campanada en el Bernabéu (3-2) ante el Real Madrid. Derrotó también al colista Osasuna, pero a partir de ahí y con la salida de Ryan Babel a Turquía, Gaizka no volvió a sumar más victorias y acabó siendo despedido tras una racha tres empates y cuatro derrotas consecutivas.
Y en esas, llegó Pepe Mel. Con el recuerdo de aquel Betis que había practicado un fútbol atractivo, y sin apenas tiempo para entrenar, tuvo en en poco menos de 15 días cuatro partidos que resolvió con dos empates –uno ante el Atlético de Madrid- y dos victorias –una ante el todopoderoso Barcelona-. Ocho puntos de 12 posibles que recuperaron la sonrisa de los futbolistas y de la grada, que espera que el ‘efecto Mel’ se prolongue durante el derbi y los tres puntos puedan quedarse en Riazor. Además, recuperó para la causa a jugadores como Mosquera o Álex Bergantiños que recuperaron la identidad que en cierto modo se había perdido y que recuperaron la conexión del equipo con la afición.