Desde el estreno como titular de Pablo Insua con aquel 6-0 en el Vicente Calderón hasta su llamada a la Sub-21 hace unos días, mucho ha cambiado. Alfonso Núñez lo analiza en su columna semanal de Riazor.org.
Cada vez es más frecuente leer en periodistas y aficionados al fútbol la expresión: «Este jugador es malísimo» o viceversa. El fútbol posee de manera innata una serie de elementos desconocidos, tanto para el especialista como para el aficionado. Sin embargo, el hecho de trabajar dentro de un equipo otorga una perspectiva que ayuda a conocer, o más bien descubrir, aspectos en los que el resto de gente no repara.
Esta introducción sirve para rescatar viejos comentarios que se escucharon o leyeron el día que Insua debutó como titular con el primer equipo del Dépor. El Vicente Calderón se convirtió en el escenario en el que el canterano cumplía su gran sueño: ser uno más en el ’11’ de su equipo. Ese día, el conjunto rojiblanco pasó por encima de los nuestros y el 6-0 se convirtió en una pesada losa que afeó el debut del central. Insua se sobrepuso a todas las adversidades y siguió madurando a pasos agigantados. Las críticas no le afectaron, sino que forjaron un carácter todavía más fuerte. Hoy por hoy, y tras un inicio fantástico a nivel personal, se ha convertido en uno de los centrales más completos de Segunda División.
Por todo ello, la llamada de la Selección Sub-21 no es algo circunstancial. El mensaje para la cantera debe ser muy claro: con trabajo y calidad se puede llegar arriba. Todos debemos ser conscientes de que no todos los jugadores son aptos para el alto nivel, pero los buenos y los que destacan se encuentran ahora con una oportunidad que no pueden desaprovechar. Eso sí, la adaptación no es sencilla y por eso se tiene que extremar el nivel de exigencia a las primeras de cambio.
A corto plazo, la baja de Insua el domingo es muy perjudicial para el equipo, pero su presencia en la selección es un premio para los entrenadores y jugadores de Abegondo.