El cambio de sistema de Víctor Sánchez del Amo en Vallecas -el Deportivo pasó del 1-4-2-3-1 habitual a un 1-4-5-1 con dos interiores de ida y vuelta con libertad para pisar el área rival– permite sacar algunas conclusiones sobre la idoneidad del mismo para afrontar partidos contra equipos que necesitan llevar la iniciativa y tener la pelota para hacer daño: el bloque se siente protegido con dos laterales de corte puramente defensivo y un centro del campo más poblado que imposibilita las recepciones cómodas de los oponentes en esas zonas. Sin embargo, el principal punto fuerte herculino que nos ponen de manifiesto los tres primeros partidos de Liga no está relacionado con jugar con un mediapunta o sin él, ni con alinear extremos puros o futbolistas capaces de adaptarse en mayor o menor medida a esa posición (Fajçal Fajr, Luis Alberto o Juanfran), sino con el trabajo táctico de defensas, centrocampistas y delanteros tanto con balón como sin él.
El Dépor es un equipo ordenado que deja pocos espacios entre líneas e intenta defender lejos de su propia portería. Este aspecto es fundamental para entender la victoria ante el Rayo Vallecano: Lucas Pérez no tiene el respaldo de otro punta pero los jugadores de segunda línea como Borges o el propio Luis Alberto desde el costado izquierdo sí pisan área. Y la pisan con continuidad, no esporádicamente. Se dejan pocos metros entre los dos centrales y Mosquera, y entre Fayçal, Celso y el delantero centro. El sistema de ayudas funciona porque exige esfuerzos muy concretos, no correcciones largas que desgastan física y psicológicamente. El jugador percibe que siempre tiene a un compañero cerca por lo que la sensación de protección funciona como estímulo para dar un paso hacia delante y salir a morder al poseedor de la pelota. El error es parte del juego y uno de los principales factores de desequilibro, pero la solidez que siente el aficionado al ver al Dépor en el estadio o por televisión la experimenta de igual modo el futbolista sobre el césped. Y esto sí es novedoso.
Hay una evolución clara desde la primera jornada: ha subido la intensidad sin balón y se ha mejorado la ocupación racional de las zonas de remate. Para lo segundo no influye necesariamente el número de delanteros alineados y sí la capacidad para aparecer en esas posiciones cuando se consigue trasladar el esférico hasta allí. Por tanto, la clave reside en sincronizar movimientos tratando de encontrar al hombre libre. Sea o no delantero: porque lo vital es llegar, no estar.
El margen de crecimiento es muy amplio y la posibilidad de contar con individualidades como las de Fede Cartabia, Jonathan o Jonás Gutiérrez le ofrece múltiples alternativas al entrenador y aumentará la competitividad interna del grupo con el paso de las jornadas.
Todos somos conscientes de la necesidad de no echar las campanas al vuelo cuando solo se han dado los tres primeros pasos de un camino que se presume largo y complicado, pero sería injusto no reconocer la influencia del cuerpo técnico actual en lo mostrado sobre el terreno de juego. La primera victoria de la temporada fue solo una consecuencia.