Quien lea este titular seguramente piense que me he vuelto loco. O que estamos publicando algo que teníamos previsto por si el Deportivo conseguía ascender contra el Albacete. Nada más lejos de la realidad. Estas líneas están siendo escritas el día después de uno de los momentos más crueles de nuestra historia.
Las 24 horas posteriores a un partido como el vivido contra el Albacete son de reflexión, de duelo. Seguramente habéis recibido muchos mensajes de ánimo, hasta de gente de otros equipos. Pero nada ni nadie quita esta dura sensación de desasosiego. Que según pasan las horas mejora, pero según nos llegan imágenes de ayer volvemos a recaer un poco.
Así que quiero explicar el titular que he elegido para esta columna de opinión. De lo vivido de ayer, podemos sacar algo positivo. Esta temporada hemos visto muchos niños y niñas vestidos con los colores del Dépor, y en el partido de ayer para muchos fue uno de sus primeros partidos importantes en Riazor.
Leía a un amigo escribir en Twitter que «as nosas derrotas son sempre no campo, nunca na bancada». Creo que con esto debemos quedarnos. El sábado pasado fue un día muy duro, donde muchos de esos niños y niñas que se estrenaban en Riazor vivieron la parte más amarga. Salvando las distancias, lo mismo que nos ocurrió a muchos de nosotros con el penalti de Djukic. Y a otros muchos con la espiral en la que llevamos inmersos prácticamente la última década.
Me comentaba un buen amigo que su hijo, que ayer disfrutó de Riazor por primera vez, se pasó más de tres cuartos de hora llorando tras el desenlace final. Pero lejos de rechazar volver, le preguntó poco después cuándo era el próximo partido para volver a Riazor. A esa pregunta quiero aferrarme, a esas nuevas generaciones que ayer se empaparon de lo que es el Deportivo. En las buenas y en las malas. Por eso, repito, el deportivismo está más vivo que nunca y de nosotros depende mantener la llama.
Lamentémonos hoy, soltemos todo lo que ha supuesto esta temporada y levantémonos de nuevo mañana. Tenemos una vida extra y ayer la afición demostró de lo que es capaz. Si algo está claro, es que nunca se rinde. Ánimo.