Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la victoria del Deportivo contra el Guijuelo, que tuvo más sufrimiento del necesario:
Se presentaba el Guijuelo en Riazor como el rival propicio (si es que hay alguno para este Depor) para romper la mala dinámica de los últimos partidos. Tras tocar fondo en el descanso de O Vao, la revolución de Rubén mejoró la imagen del equipo y se esperaba que esa revolución sin premio tuviese continuación tanto en los nombres como en la imagen del equipo, y un Guijuelo colista y cansado tras jugar el miércoles en Pasarón, parecía la víctima perfecta para ganar y llenar la autoestima de cara a las cuatro finales que quedan antes del final de la primera fase.
Rubén de la Barrera, como no podía ser de otra forma, mantuvo lo que funcionó en O Vao, dando galones a Villares y a Rayco, confirmando que Héctor da mucho mas ritmo al juego que Salva y cambiando el inquilino de la portería, en una decisión que debe basarse en más argumentos que el fallo del otro día. Miku iba a ser titular y no fue una mala noticia que se cayera del once. En una clara declaración de intenciones respecto a Claudio, el entrenador cambió a Rayco de posición para ubicarlo en punta.
No acertó con el gol, pero su conexión con Villares y sus movimientos y desmarques de ruptura generaron mas ocasiones en un partido que en todo lo que iba de liga. Yo prefiero verlo apareciendo desde una banda o desde segunda línea,pero ni Miku ni Claudio a día de hoy ofrecen la frescura que el canario le dio al equipo. Un partido normal jugado por un equipo sano de mente y con confianza hubiese acabado cómodamente, con 2 o 3 a 0 y con los jugadores disfrutando del fútbol, curando las heridas y afilando los dientes antes de la visita a A Malata del sábado.
Pero el Depor está lejos, muy lejos de ser un equipo normal, y su autoestima de cristal se hizo pedazos a la cuarta ocasión fallada. Llegar a los últimos diez minutos ganando solo por la mínima fue demasiado para las cabezas de unos futbolistas en los que el miedo a perder pesa toneladas. Contra un rival cansado, mermado por las lesiones y con un jugador menos, el Depor empezó a sentir que el balón quemaba. Una patata caliente que nadie quería tener en los pies. Nadie se movía,nadie daba soluciones más allá de patadones arriba tratando de alejar un balón que cada vez volvía mas rápido al área.
No hubo un jugador en el equipo que fuese capaz de mantener la calma, la posesión, abrir el campo y hacer un rondo contra un Guijuelo que había corrido hasta la extenuación. Especialmente grave en ese sentido fueron los últimos minutos de Borges o Keko, jugadores con experiencia y galones que hay que sacar a relucir en esos momentos difíciles. Solo Galán se echó el equipo a la espalda entendiendo lo que hacía falta. Además de completar lo que para mí fue la acción defensiva mas brillante de la temporada. Más importante que un gol, salvó al Depor de la certeza de dejar de pelear por el ascenso.
Porque al Depor le quedan cuatro partidos. Sólo 12 puntos, que tiene que hacer sí o sí para que volver a Segunda esta temporada siga siendo posible. Partidos contra rivales directos, a cara de perro, en los que no vale tener miedo, y en los que hay que sacar el carácter y la personalidad.
Cabe pensar que si casi no nos da para ganar al colista difícilmente podremos pelear contra los equipos que están arriba en la tabla. Pero es que el rival más duro al que se enfrenta el Deportivo es él mismo. Da igual que enfrente esté el líder (que no le generó casi ni una ocasión en 180 minutos) o el último. El problema está en nosotros, y también lo está la solución. Por eso en estos casos, lo mejor es jugar partidos como los que vienen ahora. Finales para los dos equipos, donde el miedo a perder el objetivo marcado existe en ambos bandos. Por supuesto, es mucho más dramático no lograr el objetivo para el Deportivo que para el Racing, pero el miedo va a estar ahí. El que mejor lo gestione será el que se lleve el gato al agua, y el Depor llega con el agua un poco menos al cuello que el Racing. En A Malata el Depor debe seguir el camino marcado en los primeros 60 minutos del otro día… y asegurarse de que el espejo le devuelve la mirada y no una mueca de miedo. El Racing no lo va a poner fácil