Nueva columna de Eduardo Caridad, en ‘Caridad de por vida’. Turno para hablar del tema de las elecciones.
Llegó la hora de mojarse un poco con el tema de las elecciones. Dejaremos a un lado el triunfo sobre el Castilla, en el que lo único que nos despertó del bostezo fue el gol (chicharazo) de Marchena y la alegría de que un canterano como Luis sume goles y confianza. Y ya. No es que el juego del Depor no dé para múltiples lecturas, que sí, pero la propaganda de los candidatos suscita mayor interés tanto en el presente como por lo que supondrá para el futuro.
Hace unas semanas pensaba que esto iba a ser un paseo militar para Lendoiro. Lo confieso. Acostumbrado a manejar las juntas con mano de hierro, el actual presidente tiene ‘callo’ en estas lides y yo estaba convencido de que en estos comicios blanquiazules se iba a imponer de calle. Incluso alguna cena me he apostado. Pero empiezo a tener mis dudas. Asumo que quizá estaba errado y que puede que me tenga que rascar el bolsillo.
La llegada de Tino Fernández supone un rival a la altura de Lendoiro. Bienvenidos a U.S.A., país paradigmático en la bipolarización política: demócratas contra republicanos. En el Depor sucede igual: Tino vs Lendo. ¡Vaya par de pesos pesados! No me olvido de los demás, pero no creo que tengan mucho que hacer frente a unos trasatlánticos de este calibre. Entendiendo que este dúo será el que aglutinará el grueso de los votos, lo único que queda por saber es en quién depositará la parroquia blanquiazul su confianza.
Lendoiro hará gala de su experiencia, sus títulos conquistados, su conocimiento de las entrañas de este juego/negocio mal llamado deporte, de sus contactos, su carisma… Parece que lo tiene fácil, ¿no? Sin embargo, arrastra una pesadísima cadena llamada deuda. Y esa herida no deja de manar sangre…
Tino es la renovación, la ejemplificación de un nuevo tiempo, la promesa del novato, la ilusión de un proyecto renovador, del empresario de éxito… El mandamás de ‘Altia’ aspira al título, aunque genera dudas en cuanto a su bisoñez. El socio se pregunta si está preparado para suceder a un pope como Lendoiro.
Todo esto me recuerda a las elecciones del Real Madrid del año 2000, en las que Lorenzo Sanz acababa de ganar una Champions a pesar de que tenía al club ahogado por las deudas. Se presentó un tal Florentino Pérez con un programa renovador y la gente no le dio muchas esperanzas frente a un oponente que venía de triunfar en el ámbito deportivo. Todo cambió cuando tito Floren deslizó un nombre por encima de los balances económicos: Figo. El final ya es de sobra conocido.
La cuestión es si Tino Fernández tiene su Figo particular debajo del brazo para sacar ese conejo de la chistera y eclipsar los innegables éxitos sobre el césped que consiguió Lendoiro desde su llegada a la poltrona en 1988. ¿Y si Lendoiro es el que juega esa baza? El único que saldría ganando sería el club.
Por último, me gustaría presentar un escenario que quizá nadie ha sugerido. Y si al final Lendoiro no es candidato… ¿Se lo imaginan?