Un Eibar con el carácter industrial que su entorno le impregna como identidad ya característica. Pero, a su vez, con un poso de finura que le convierte en un equipo con muchos más recursos que el tradicional juego directo, ritmo alto y presión elevada que tanto se asocia a Ipurua. El Deportivo se enfrenta este domingo a una de las salidas más complicadas del curso. Porque si visitar el Bajo Deva nunca es cómodo, menos lo es cuando el anfitrión se encuentra en un momento de creciente optimismo.
La Sociedad Deportiva Eibar que recibe en esta jornada 25 al Dépor poco tiene que ver con aquel equipo deprimido que visitó Riazor hace poco más de 10 jornadas, en el que fue el primer partido de la era post Idiakez en casa.
Aquel día, el cuadro dirigido por Joseba Etxeberria se topó contra una desgracia que le acompañaba día sí, día también para perder en el último minuto con el gol de su ex Mario Soriano. Pero el fútbol que logró desplegar en la segunda mitad para embotellar por momentos al Deportivo fue una pequeña muestra del nivel real del equipo armero. Porque si bien asumió un evidente cambio de ciclo este verano después de tres temporadas al borde del ascenso a Primera, el Eibar maneja una plantilla con recursos para pensar en algo más que la permanencia.
Después de aquella crisis de 7 derrotas en 9 encuentros -Copa incluida- en la que cada salida era sinónimo de vacío e incluso perdió su solvencia en casa, el Eibar se agarró a Ipurua para despejar las dudas y mantener estable el proyecto con ‘Etxebe’. Porque si bien a domicilio todavía no ha encontrado regularidad, el cuadro azulgrana sí ha vuelto a sentirse fuerte como local. En Ipurua nadie gana desde que lo hiciese el Elche el 2 de noviembre. Solo el bloque ilicitano y el Sporting han logrado ganar. Y quien saca un punto, lo hace sufriendo. Pregunte en Granada o Albacete.
Así, no es de extrañar que el bloque guipuzcoano se haya convertido de nuevo en uno de los mejores locales del curso gracias a un fútbol con muchos más matices que el prototípico balón largo. El Eibar es un equipo que sabe cómo jugar directo buscando a sus puntas, pero que no renuncia de base al juego combinativo. Y esa mezcla es la que da a su evidente ADN industrial unos matices que le hacen un equipo peligroso.
Clave en este sentido es Peru Nolaskoain. El que fuera central del Dépor en aquel terrorífico curso de descenso a Segunda B es ahora un centrocampista completísimo. Peru es una de las referencias tanto en los duelos por alto como a la hora de ganar segundos balones, pero también ha sido capaz de convertirse en el organizador del bloque armero en ausencia de un Matheus Pereira que, tras una prolongada ausencia, regresó por fin en el último encuentro ante el Elche.
La vuelta del mediocentro brasileño dota de variantes en la sala de máquinas a un Etxeberria que había tenido que fiar el corazón de su 4-2-3-1 a la pareja Peru Nolaskoain-Sergio Álvarez. Por necesidad, pero también por la solvencia que ofrecen dos mediocentros aseados con balón y con unas evidentes cualidades y compromiso defensivo.
Precisamente esas capacidades sin balón de su doble pivote permiten al Eibar ser un equipo muy agresivo cuando es el rival quien dispone del esférico. El combinado del Bajo Deva eleva líneas y no duda en perseguir marcas si detecta que el rival acude al apoyo para recibir de espaldas. Es en esos pases por dentro cuando el conjunto dirigido por ‘Etxebe’ se siente más cómodo, ya que trabaja bien en los acosos de los que suele sacar petróleo en forma de recuperaciones altas y contragolpes.
Así, es muy habitual ver saltos de uno de los mediocentros hacia delante, de los laterales o de los centrales. Unos saltos que en el caso de darse en la última línea con alguno de sus defensas, son bien compensados gracias a la citada interpretación de sus mediocentros, muy capaces de percibir la debilidad a sus espaldas.
En ataque, la sorprendente entrada de Jorge Pascual en punta en el duelo de Riazor se ha ido manteniendo en el puesto. El ex del Villarreal le ha ganado la partida a Jon Bautista, ‘killer’ el pasado curso pero mucho más opacado esta temporada sin la compañía de los Aketxe, Soriano o Stoichkov. El joven ariete almeriense suma muchísimo no solo por su capacidad en las disputas, sino por su habilidad a la hora de descender al apoyo y dar oxígeno a su equipo con buenas descargas. Sin embargo, tampoco está logrando aportar una elevada cuota goleadora (4 dianas), algo que incide en el gran problema del Eibar: la efectividad.
Un Eibar sin gol
Porque que el cuadro armero sea el quinto equipo con menos tantos anotados este curso (24) no responde a dificultades para producir, sino para estar acertado de cara a gol. El Eibar es un conjunto capaz de generar situaciones de gol en transición ofensiva, atacando las espaldas de defensas adelantadas o en acciones de centro-remate. Pero no logra materializar. Según Wyscout, su cifra de goles esperados (xG) es de 31,5, un dígito que casa con sus 10 remates por partido.
Quizá la llegada de Iván Gil no paliará esa falta de gol, pero la incorporación del mediapunta de Las Palmas -que el pasado curso militó en el Andorra- le aporta un plus a nivel ofensivo. El de Viladecans parte desde la mediapunta para sumar más capacidad asociativa a un equipo que ya cuenta con otro futbolista parecido como Madariaga y que complementa todo ello con la verticalidad de Puertas, el encargado de estirar al equipo partiendo desde la izquierda para aparecer por el carril central y trazar muchos desmarques de ruptura.
Atrás, el ofensivo lateral zurdo Cristian Gutiérrez parece haber recuperado el puesto, mientras que en la derecha Corpas y Cubero rotan en función de las necesidades del partido. Quien no estará será Carrillo, expulsado en Elche y que había logrado dotar de continuidad y solidez al eje de la zaga armera junto con Arambarri, un central expeditivo y sin miedo a realizar esas agresivas persecuciones hacia delante que caracterizan a un equipo que, sin poder expresarse con la brillantez que le permitía el talento de otros cursos, ha sabido rearmarse a partir de Ipurua, donde explota su trabajo sin balón y un juego ofensivo con más aristas de las que podría parecer.