Si la liga de Primera División terminara hoy, el Fabril no podría ni soñar con Segunda. Sin embargo, en el seno del filial prefieren mantenerse al margen de una circustancia que no depende de ellos. «Quedan 9 jornadas, hay esperanza», declaraba Gustavo Munúa el pasado domingo en referencia a la situación del primer equipo. Desde que arrancó la competición en Segunda B, poco a poco, el Fabril se fue postulando como uno de los candidatos a todo. Por plantilla, por medios, por regularidad, por sensaciones de juego durante la primera vuelta… Cualquiera que siguiera mínimamente el grupo 1 sabría que estaba ante uno de los mejores equipos. Por eso da pena pensar que el efecto dominó pueda cargarse ahora la guinda al pastel. Por eso nadie del vestuario quiere hablar de «y sis».
No sería la primera vez en la historia del fútbol que el mal trabajo del primer equipo tirase por tierra, al menos en lo que a categoría se refiere, la buena labor del segundo. De hecho, dos inquilinos de la propia plantilla fabrilista aterrizaron en A Coruña el pasado verano tras convivir con una situación similar. El Mallorca descendió a Segunda B y One y Raúl González perdieron la categoría, bajaron a Tercera División con el filial bermellón. Pero que algo sea probable o suceda varias veces no quiere decir que sea justo. Y con el Fabril no lo sería. Ni mucho menos. Por eso, mientras haya vida, parece más adecuado citar las «ganas de todo» de sus jugadores, que el fin de semana volvieron a ganar.
Después de más de tres meses sin hacerlo lejos de Abegondo, los pupilos de Munúa consiguieron tres puntos en Guijuelo que, además, les sirvieron para dejar el primer puesto a solo dos. La derrota del Rayo Majadahonda, segundo, y las siete jornadas consecutivas que lleva sin vencer el líder Fuenlabrada hicieron que la distancia en la tabla se fuera reduciendo hasta llegar a esas cifras. En lo que respecta a los azulones, vienen acusando en las últimas fechas la marcha de Luis Milla, su mejor hombre, y han empezado a desinflarse. Un hecho que han aprovechado sus perseguidores, pese a dejarse también puntos por el camino.
Faltan ocho jornadas por disputarse, y viendo el calendario que le resta al Fabril, que se enfrentará a cuatro de los últimos cinco clasificados, y viendo ese Fuenlabrada-Rayo Majadahonda de la jornada 36, se entiende mejor aún el mensaje del vestuario. Hay distintas formas de ver la realidad, ocultando una parte de ella o haciendo solo caso a lo que depende de uno. La temida máxima es inevitable: si los mayores pierden la categoría, el sueño se acaba. Mientras tanto, y por si acaso, los chicos del Fabril aún no quieren despertar. Y con razón.