Hay quien me dice que tiene mucho mérito que, habiendo nacido lejos de Galicia y sin ningún tipo de vínculo con la tierra, sea del Deportivo. La verdad, cuando yo me enganché, había un proyecto serio, unos jugadores comprometidos e, incluso, pasados no muchos años, comenzamos a ganar títulos. Así que el mérito es relativo.
Yo admiro a los chavales de hoy en día. Esos que tienen seis-ocho años y llevan toda su corta vida viendo cómo no se da la talla en el campo, se desciende, se sufre en Segunda y se agoniza, temporada tras temporada, para agarrarse con uñas y dientes a una Primera en la que, presumiblemente, permaneceremos por la mera inoperancia de los que andan por detrás.
Y en ese ambiente, mezcla de ‘canguelo’ por los fantasmas de la era contemporánea y del hartazgo por ver cómo la desidia invade los cuerpos de nuestros futbolistas, algunos han hecho unas declaraciones que han provocado que arda Troya. Un clima en el que las palabras tienen más interpretaciones de las que cabrían en calma chicha y por las que algún ‘pez’ ha estado a punto de morir por su boca.
Primero fue la “frustración” de Juanfran –expresión repetida casi una semana después por Bergantiños para expresar el sentir del vestuario, pero que se ha magnificado menos que en el caso de su colega-. Después, tras un partido en Anoeta digno de pijama y orinal y en el que el guardameta local estuvo a punto de sacarse las pipas, las declaraciones de Andone.
Dice el delantero que le tienen “ganas al Madrid” y que están “deseando que llegue el miércoles para limpiar la imagen del último partido”. Algo que sonaría motivador de no ser porque han pasado muchas jornadas -33 para ser exactos- y en medio de la zozobra tan solo se han visto conatos de lucidez en contadas ocasiones para las que nos sobran los dedos de una mano.
Añadía que “la gente tiene que estar con nosotros en las buenas y en las malas”. Y eso no ha sentado del todo bien en un sector de ese colectivo que se llama afición y a la que se le agota la paciencia. No solo por lo soportado esta temporada, sino porque, como esos ‘cativos’ que parecen haber nacido para sufrir.
Ojalá Florin tenga razón y sea el miércoles el momento de redimirse de los pecados. Un punto de inflexión en que esos que no dejan de tener fe amparados en la inocencia de su tierna infancia, vean cómo su Dépor gana a los dos grandes, en una misma campaña, en el Templo. Sí, será solo una capa de maquillaje para nueve meses en los que ha habido más pena que gloria.
Que no dude el delantero rumano que la hinchada “en los partidos que quedan nos apoyen al máximo”. Jamás han dejado de hacerlo, aunque hayan dado ganas. Aunque las palabras, en tiempos revueltos, no siempre hayan sido las correctas.
Esta parroquia perdona. Perdona tanto que 700 deportivistas, o un número muy cercano a esa cifra, animaremos en la grada de El Sadar el próximo domingo a la hora del ‘angelus’.