Dicen que el odio llama al odio y, de la misma manera, la violencia solo incita a la violencia. Y así podríamos seguir con ejemplos innumerables. Así que sorprende que uno de los sujetos con la lengua más sucia del panorama nacional quiera limpiar nada, cuando con sus palabras no hace sino embarrar más asuntos tan complejos como la erradicación de la violencia en el fútbol nacional. Física y verbal, asegura. Y se queda tan ancho.
Este individuo tuvo las santas narices hace un par de meses de asegurar que el Frente Atlético era un ejemplo. Que el club que les ampara -y que les da soporte en asuntos de tanta enjundia como emboscadas con muertos de por medio o, si quieren llamarlo de otra manera más llana, les ríen las gracias- lo ha hecho de maravilla. No les ha dado la Medalla al Mérito Deportivo de milagrito y, porque, imagino, sus zarpas aun no tienen visado especial para cruzar esas lindes.
Ahora, como esa mosquita cojonera que, te deja cerrar un ojo para venir a molestar justo cuando estás a punto de dormir plácidamente, vuelve a escena con una declaración hiriente. Al menos, a mí como deportivista, me hiere. A su modo de ver la vida, Antiviolencia debería emplumar al Deportivo multas cada 15 días por la famosa ‘Pancarta más cara del mundo’. No por la inscripción en sí, argumenta, sino por lo violento del grupo que la coloca cada partido en casa.
Como aquí cada uno hace y deshace atendiendo a su conveniencia y omitiendo según qué informaciones, alguien debería recordarle que Riazor Blues es, a día de hoy y desde hace muchos meses, un grupo legalizado, tal y como el Real Club Deportivo se ha encargado en señalar. Que desde Coruña, aunque quede lejos de Madrid, se trabaja por hacer un fútbol mejor que, por suerte, dista mucho de ser lo que los gerifaltes del reino entienden por ello. Y que tenemos un gesto muy reciente en la retina que este personaje no ha querido recordar. Memoria selectiva que lo llaman… Pero para eso estamos los demás, para poner sobre la mesa otras piezas y que se pueda terminar de armar el puzzle.
Último partido en casa en 2016. Alguien lanza un petardo al campo desde la zona de los que en la capital dicen ser un grupo de apestados violentos. Son los propios Riazor Blues quienes señalan al culpable y lo entregan para que se tomen las medidas pertinentes. Quizá, como no era de su interés, lo leyó como quien se sienta en la taza del váter con la composición del champú delante, pero incluso los medios afines a su régimen ofrecieron la noticia.
En un mundo de intereses creados y de un ánimo de lucro en el que la avaricia acabará por romper su saco, es curioso que los palmeros tengan a sus amigos colocaditos en uno de los fondos de un estadio mientras los otros, a los que se acusa, mientras siguen clamando justicia por la muerte de uno de sus miembros ante el archivo de la causa, se los demoniza. Hagan lo que hagan.
Será cuestión de lamer hasta que quede la lengua como el estropajo… Al que le guste el sabor o se le hayan atrofiado ya las papilas gustativas.
Algunos seguimos yendo al fútbol a eso, a ver fútbol. Lo hacemos mientras gente como el señor Tebas, han entrado como Godzilla para tirar el castillo de naipes. Resistiremos para que no se caigan las últimas cartas. Llevamos muchos años en este juego y no nos vamos a rendir tan fácil.
Sí Bécquer levantase la cabeza lo tendría más que claro: ¿Que qué es violencia? Violencia eres tú.
Novo ataque gratuito de Tebas á nosa afección, os @RB1987Oficial. Nós seguiremos unidos amosando que #EuApoioAosRiazorBlues pic.twitter.com/bOPDIgnijN
— FPDeportivistas (@fpdeportivistas) 24 de enero de 2017