Arturo Patiño rezuma historia y anécdotas del fútbol de antes, del fútbol de verdad. Ex jugador de Dépor y Lugo, el delantero repasa su curiosa trayectoria y analiza las claves del gran derbi que nos espera el próximo sábado en Riazor. Actualmente compagina dos de sus grandes pasiones: seguimientos de póker y comentarista de fútbol en la TVG.
Cuéntanos tus inicios futbolísticos y cómo llegas al Dépor.
Llego del Orillamar. En mi último año de juvenil me llama Luis Ucha y me voy para allí. Todo vino provocado por una catarsis en el primer equipo y la subida repentina de varios jugadores del Fabril al primer Dépor. En diez jornadas pasé de jugar en liga local de juvenil a la Tercera División con el Fabril.
De ahí al primer equipo, ¿cómo se produce?
Llega tras cuatro años perfectos. Primero porque aprendo de gente muy válida y que me guía hacia una buena dirección. Nos entrena Paco Melo y teníamos un gran grupo. El último año logramos un histórico ascenso a Segunda B en lo colectivo, y fue una gran temporada en el plano personal. Ese año el Dépor alcanzó la Primera División con Boronat y subió a cuatro chicos del Fabril. Yo había anotado 33 goles y me hicieron ficha. Fue una época complicada por las exigencias y por la gran transformación sufrida por el club. Sin embargo, debutar en la máxima categoría y hacerlo con el Dépor subsanó cualquier mal momento.
Competir con Bebeto debió ser terrible a la par que complicado.
Bebeto marcaba la diferencia de manera espectacular. Yo quería minutos e hice una gran pretemporada pero ante él, Claudio Barragán y alguno más era muy complicado jugar. Aprendí mucho de ellos pero tenía que salir del Dépor. Bebeto hacía las cosas a una velocidad increíble, muy superior a cualquier cosa que había visto. Llegaron jugadores con mucha experiencia y ahí Arsenio Iglesias manejó el vestuario de manera maravillosa.
Y decides marcharte al Lugo.
En la pretemporada del 92/93 jugamos un torneo con los equipos gallegos de Primera y Segunda división. Ahí, su entrenador Julio Díaz, habló conmigo para recalar en el Lugo. Se generó algo de incertidumbre porque yo tenía un billete de avión y las maletas preparadas para irme a Figueras, pero recibí una llamada de Augusto diciéndome que tenía que ir al Lugo. El equipo estaba sufriendo mucho en Segunda. Nada más llegar se marchó el entrenador y fue un año difícil. Sufrimos mucho en una categoría durísima con Mallorca, Valladolid y equipos muy fuertes.
A pesar de ello hiciste goles.
Si, fueron cinco goles, pero cinco goles muy importantes. En una liga donde los triunfos valían dos puntos, esos tantos generaron nueve puntos. Crecí mucho como futbolista ese año. Tenía la responsabilidad de llevar el peso ofensivo de un equipo de Segunda División y al final nos quedamos a un resultado más de conseguir la salvación.
¿Cómo continuó tu carrera?
Seguía perteneciendo al Dépor. Pero ya era un Dépor de UEFA con muchos refuerzos y me marché a la Unión Deportiva Las Palmas cedido. Eso fue otra película. Toda la atención de la isla estaba centrada en el equipo. Jugué con Miguel Ángel Valerón, conocí a su hermano Juan Carlos y guardo un recuerdo maravilloso. Es uno de los clubes que más aprecio. Teníamos muchísima presión pero disfruté del fútbol. Tras ello, rescindí con el Dépor y me fui al Figueras, donde guardo el gran recuerdo de eliminar al Barcelona de Cruyff en la Copa Cataluña. Vinieron todos los grandes como Romario, De la Peña, Eusebio porque habían encadenado una derrota en Champions y el holandés les había castigado. Fue un buen año pero por problemas económicos me fui. Decidí que me volvía a casa, porque no quería estar fuera y andaba algo desencantado.
¿Qué hiciste?
Llamé a Paco Melo que entrenaba al Endesa y le dije que quería jugar ahí. Me dijeron que no tenían presupuesto pero a mi no me interesaba el dinero. Quería volver a disfrutar y pasarlo bien con el fútbol. Me encontré con un equipo maravilloso. Me las ponían para empujar e hice 28 goles. Era muy fácil ser delantero con aquellos compañeros. Me llamó el Levante para jugar la promoción y me puso un gran contrato para disputar cuatro partidos pero no hubo acuerdo con el Endesa. Rescindí y me marché al Granada de Lucas Alcaraz. Me costó adaptarme, pero con la competición empezada el técnico me pidió una serie de cosas que yo no le podía ofrecer. Hablamos a la cara y en diciembre me fui al Orense. Guardo un buen recuerdo de Alcaraz pero fue una pena no triunfar allí. En Orense logramos la permanencia en Almería en un partido a vida o muerte.
Y acabas en el Pontevedra.
Si. Allí me pasó una de las historias más curiosas de mi carrera. Era el primer año de Lorenzo como presidente. Él venía de una familia con nombre en la ciudad y aunque tenía poca idea de fútbol cogió el equipo para salvarlo. Me llamaron y me reunieron en una gasolinera. No nos conocíamos y me senté en su coche. Él me espetó lo siguiente: -Yo de fútbol sé poco. La gente que me asesora dice que eres un jugador de categoría superior, pero también me han dicho que eres un díscolo y un vividor-. Me quedé sorprendido pero le dije que asumía esos comentarios pero que iba a responder sobre el campo. Firmamos la ficha allí mismo, en aquel coche y sin firmar el contrato ni nada. Teníamos un gran equipo pero también mucha presión y no logramos el ascenso a Segunda. Decidí retirarme del fútbol con 28 años porque no estaba motivado y había logrado el acceso a la Universidad para mayores de 25 años. Preferí dejar el fútbol antes de que el fútbol me dejara a mi.
¿Qué es lo mejor y lo peor que te ha dado el fútbol?
Lo mejor es, sin duda,la educación que me ha dado para la vida. No hay nada más formativo que la educación deportiva. Cualquier chaval que sea educado en el deporte adquiere unos valores que solo se aprenden ahí. Lo peor es que tenía una espina clavada en el fútbol, solo una, y era no haber marcado en Riazor. Me la pude sacar en el partido de veteranos contra el Superdepor el día del Centenario. Marqué un gol y además delante de mis sobrinos. Ahí obtuve lo único que pensaba que el fútbol me debía.
¿No te da pena que el Dépor no haya tenido tradición de cantera?
A veces lo piensas y le das vueltas pero viví una época en la que había mucho dinero en el club. En ese sentido no tengo nada que reprochar . Si que hay un capítulo que forma parte de mi anecdotario particular y fue en el momento de mi rescisión. Me pasé casi un mes peleándome con Augusto por un millón de pesetas cuando acababa de fichar a Julio Salinas por cien, pero eso forma parte de su manera de negociar. A nivel general no le doy muchas vueltas al tema cantera, porque si te paras a pensar te preguntas, ¿qué jugador del Fabril le podía quitar el puesto a Djalminha? Si que se puede echar en cara el hecho de que a veces se apostara por futbolistas extranjeros para una posición de suplente cuando puedes tener a un buen canterano.
¿Qué sensación te genera ahora la identificación de la afición del Dépor hacia esos canteranos?
Soy consciente de que cuando la necesidad aprieta se apuesta por lo de casa. Yo he seguido bastante la evolución de la cantera por mi buena relación con Tito Ramallo y sé lo que se ha trabajado y como se ha trabajado. La identificación con los canteranos es buena para el club y para el equipo. La afición es importantísima y es más fácil empatizar con lo de casa que con lo de fuera, siempre y cuando exista un equilibrio en calidad y prestaciones por parte del jugador.
¿Cómo ves el partido del sábado?
Mi opinión es que se enfrentan dos clubes muy distintos, con dinámicas y trayectorias muy diferentes. La exigencia del Dépor es el ascenso, mientras que la del Lugo es no descender. El Dépor debe jugar bien en casa mientras que el Lugo juega con desparpajo lejos del Anxo Carro. Creo que el Dépor está exprimiendo al máximo una situación muy delicada. Por fortuna parece que todo el tema extradeportivo no ha afectado al rendimiento futbolístico y eso es muy importante. Fernando Vázquez ha exprimido lo que tiene dentro del equipo y eso es de buen entrenador. El Lugo está recogiendo el fruto de cuatro años trabajando en la misma idea y eso es gracias a Quique Setién. La estabilidad es muy importante y en ese sentido el Lugo es un club ejemplar hoy en día. Los jugadores se identifican y la idea que trasladas al exterior es de absoluta calma. El Betis cede a Renella porque sabe como juega el Lugo y es consciente de que no se va a cambiar al entrenador en octubre. El derbi será apasionante, no tiene el nombre de un Dépor Celta, pero para Lugo ganar en Riazor sería una sensación histórica y gustosa, y en Coruña perder con los de la «Muralla» puede joder bastante.
Debido a tu condición de delantero quiero que me hables de Renella y Luis Fernández.
Renella me parece un jugador con unas condiciones brutales y una gran polivalencia. Baja a recibir, juega de primer toque y entiende muy bien el fútbol Cumple como rematador y estamos ante un jugador muy aprovechable. Si es capaz de asumir su rol protagonista le puede dar mucho a este Lugo. Sobre Luis, te digo que vivir con esa condena constante de hacer gol no es fácil, pero tiene todo para cumplir y ser buen futbolista. Es cierto que es difícil hacer goles con este estilo de juego y por lo tanto a veces las comparaciones no son del todo justas.
¿Crees que a veces los aficionados no son conscientes de la presión que puede tener un futbolista?
Por supuesto. Yo he tenido compañeros que eran auténticas maravillas entrenando y desparecían por completo el día del partido. Eso se llama competir. Tienes que disfrutar de la competición. El jugador que no lo entiende sufre. La presión sobre un equipo es muy fuerte y esa presión ha aumentado en el fútbol de hoy en día. En Coruña, un futbolista vive muy bien pero también hay que reconocer que cuando te aprietan, te aprietan de verdad y si no eres consciente de convivir con ello despareces. Yo siempre pongo el ejemplo de Marchena. Marchena viene a Coruña porque él sabe que hay mucha calidad de vida, pero Marchena demuestra domingo a domingo que donde hay que cumplir es en el campo y ahí no perdona. Su experiencia le permite sobreponerse a la presión y por eso cumple tan bien en este momento de su carrera.
Para terminar debemos contar que derivaste tu carrera hacia el mundo del póker, ¿guarda alguna relación el binomio póker-fútbol?
Tiene muchas similitudes. En el póker hay momentos en los que debes tomar decisiones muy arriesgadas en un corto espacio de tiempo, algo que también pasa en el fútbol. Yo ahora me doy cuenta de lo fácil que se ve todo desde fuera. El póker es bueno a la hora de tomar decisiones, de arriesgar, de saber manejar dinero y eso es otra similitud con el fútbol, en el que ahora se gana bastante dinero y hay que saber organizarse bien o lo puedes perder todo.
¿Qué es más difícil, conseguir una escalera real o un gol en Primera División?
Pregunta complicada. Marcar en Primera es muy difícil y en mis últimas experiencias en seguimientos de póker he visto varias escaleras reales. El fútbol de hoy en día es de una exigencia altísima y los jugadores son atletas, así que veo más difícil lo de marcar en Primera.