Habitualmente, la burbuja del fútbol profesional aleja a sus protagonistas del aficionado. Y en cierto modo los deshumaniza, les regala un papel de héroes, como si procediesen de otras esferas. Pasa en LaLiga, en la Serie A, en la Ligue 1… Y también en la Premier League, donde juega Erik Lamela (Caparachay, Argentina, 1992). Natural de la provincia de Buenos Aires, este centrocampista del Tottenham Hotspur esconde un secreto: sus raíces, paternas y maternas, son gallegas. Y un día incluso flirteó con el Deportivo.
Los vínculos gallegos
“Mis abuelos eran de A Coruña y de Ourense, vinieron para Argentina y mis padres nacieron ya acá”. Quien habla es Miriam Cordero, la madre de Erik Lamela. Ella pertenece a la 2ª generación argentina de la familia, por eso ya no mantiene contacto con ningún pariente carnal que viva en Galicia. Sí lo hace su marido José, con vínculos más cercanos en el tiempo. “Mi suegra es natural de Vilalba y mi suegro era de Castromaior (Abadín). En el año 1955 emigraron a Argentina desde A Terra Chá, y con ellos se fue la única hija que tenían. Se ve que la situación no daba para mucho en España”. Cinco años más tarde, en el 1960, ya en Buenos Aires, «nacieron mi marido y su hermana melliza”, expone Miriam.
A día de hoy, medio siglo más tarde, hay una cosa que no cambia en la capital argentina: la familia de Erik Lamela sigue siendo la familia de “los gallegos”. “Y bien gallegos, porque somos de Galicia”, subraya. Miriam no es ajena al uso despectivo que se le daba a ese término en Sudámerica. Y reflexiona sobre ello: “Lo dicen para reírse y hacer chistes, pero yo siempre digo que ojalá los argentinos fueran como los gallegos, porque son todo lo contrario: cuánto menos tienen que trabajar, más contentos están”, recalca entre risas.
Las visitas a Galicia
Desde el año 1989, Miriam y José visitan Vilalba de vez en cuando para compartir momentos con los familiares de él, que aún conserva un tío nonagenario y varios primos -como el responsable de Mármoles de Vicente-. “Por la parte de mi suegra, la única persona que vino en su día para Argentina fue ella. De cuatro hermanos es la menor, y los demás quedaron todos en Galicia”, puntualiza Miriam, y de paso argumenta el motivo de que esas raíces sigan intactas.
El escaparate de la Arousa Cup
Para su hijo Erik, que nació en el 1992, la primera visita a la tierra de sus antepasados fue en 2004. “Viajó con River a jugar un campeonato muy importante». La mítica Arousa Cup de fútbol 7. «Participaban clubes como el Bayern, el Barcelona, el Sevilla… Y de acá de Argentina fueron Boca y River como invitados. Aprovechando ese viaje de Erik, avisamos a la familia de mi esposo para que fueran a ver los partidos y a conocer al niño”. En el aspecto personal, la experiencia no defraudó. El bonarense tuvo su primera toma de contacto con la familia paterna, e incluso gozó de 3 días libres para recorrer Galicia con ellos. En el deportivo, los resultados hablan por sí solos: “Llegaron a la final River y Boca, y ganó River, con Erik haciendo los 2 goles decisivos, siendo el máximo goleador, tengo yo aquí el trofeo, y el MVP”.

Lo que a simple vista podía parecer un torneo más, como tantos otros que se disputan en el fútbol base, marcó un antes y un después para Erik Lamela. Fue su carta de presentación al fútbol europeo. A partir de ahí, “el Barcelona lo quería comprar, el Sevilla lo quería comprar, le mandaban regalos a casa, ropa de fútbol…». Cada club con su estrategia. «El Sevilla hablaba con River, y River le pedía mucho dinero. Aparte estábamos hablando de un nene de 12 años, que no sabíamos si iba a ser futbolista o qué iba a ser de su vida. El Barça hablaba directamente con nosotros».
Miriam rememora, al detalle, la propuesta del club culé: «Estuvimos en sus instalaciones, nos explicaron cómo iba a ser su día a día allí, nos iban a comprar una casa…”. Pero ni con esas consiguieron convencerlos. “Decidimos quedarnos en Argentina porque River apostó por él, empezó a cobrar un buen salario, y no tuvimos que irnos de nuestro lugar. Yo decía: ‘Si tiene que jugar, jugará acá o jugará allá, da igual’, y al final jugó acá”. Y llegó al primer equipo. Luego, «con 19 años, lo vendieron a la Roma, y de ahí al Tottenham, donde está ahora”. Por el medio, varias citaciones con la Albiceleste, el sueño de todo argentino.
En este punto de la conversación, Miriam cuenta una anécdota: “Tenemos a otro futbolista en la familia, Agustín Palavecino. Es el hijo de la hermana melliza de mi marido, tiene 24 años y está jugando con River Plate en la Primera (División)”. Apunten, pues, a otro futbolista de primer nivel con raíces en Vilalba y Abadín. Otro «gallego» de éxito.
Niño maravilla
Pero volviendo atrás, incidamos en un tema: cuando Erik Lamela tenía solo 12 años, cuando Erik Lamela despuntó en la Arousa Cup, era una súper estrella, un crío mediático. ¿Cómo gestiona eso su familia? “Por un lado está bien, uno se pone feliz por lo que le puede llegar a pasar a él el día de la mañana. Por el otro no tanto, es un poco sacrificado, porque hay otros hijos (Bryan -el mayor- y Axel -el menor-), cada uno de ellos tiene su vida. Y uno, como padre, los limita. Al final, Erik, por suerte, llegó al objetivo que tenía, y estamos todos contentos. Pero yo sé que hay padres que sacrifican a los demás hijos. A veces uno no tiene ganas de ir a España a vivir, se quiere quedar aquí con sus amistades, pero vós lo obligás a ir con el resto de la familia, porque es menor y no lo puedes dejar solo acá”, expresa.
Una foto con la camiseta del Deportivo
Todavía hoy circula por las redes sociales una foto de Erik vistiendo la elástica del Dépor. Miriam aclara su origen. “Cuando era chico, le regalaban muchas cosas de fútbol y él se las ponía todas. Esa camiseta del Deportivo es un obsequio que le hizo Pepe Orosa, el primo de mi marido. Después de jugar el torneo en Vilagarcía, se la dio”. Erik aún recuerda aquel detalle. Pepe es el socio número 25 de la Peña Deportivista de Vilalba, la decana de las agrupaciones blanquiazules, y un habitual de Tribuna Superior. Curiosamente, algunos años más tarde de aquella anécdota, el club coruñés tocó a la puerta del centrocampista argentino, querían ficharlo para el primer equipo. No obstante, la operación no cuajó. Pero ese ya es otro tema.
Vilalba, Abadín, una camiseta del Deportivo, la Arousa Cup… Desgranando las historias, mirando lo que hay detrás de cada futbolista, todo cobra mucho más sentido. Erik Lamela, el del Tottenham, no es más que otro de esos hijos de la emigración. Paradójicamente, Galicia, la tierra que tuvieron que abandonar sus abuelos y bisabuelos en busca de un futuro mejor, fue la misma que lo catapultó a él ante el fútbol europeo. Y allí sigue triunfando. A veces hay finales felices en relatos que comenzaron con lágrimas. No siempre pasa.