Fayçal Fajr (Rouen, 1988) afronta su segundo curso en A Coruña. Tras participar en todos y cada uno de los 38 encuentros de la Liga 2015/16, la hinchada de Riazor ya sabe qué esperar del internacional marroquí: entrega constante, excelente golpeo de balón y una versatilidad que vale oro para cualquier entrenador. ‘Trabajo’ es la palabra que más repite Fajr y eso también debe seducir a Gaizka Garitano, que le incluyó en su primera alineación como técnico blanquiazul. El mediapunta, inconformista y exigente por naturaleza, se autoimpone el objetivo de mejorar el rendimiento ofrecido en su primer año en Riazor.
Tras el partido ante el Eibar dijiste que el Dépor de esta temporada jugará mejor que en esa primera jornada. ¿Qué estilo de juego estáis ensayando en los entrenamientos?
El nuevo míster quiere un equipo que intente jugar, tocar. Le encanta ese juego y a nosotros también. Es un entrenador que quiere que el equipo presione arriba, que apretemos y estemos juntos cuando perdemos la pelota en cualquier zona del campo. Y cuando la tenemos, jugar, jugar, jugar, mirar hacia arriba. Eso es lo más importante, jugar y apretar arriba. Si consigues recuperar el balón en esa zona ya empiezas en campo contrario.
Ante el Eibar formasteis en el once titular siete jugadores que ya estabais en el equipo la pasada campaña. ¿Es importante para vosotros mantener una columna vertebral fuerte?
No hay que cambiar toda la plantilla de un año a otro, no es lo mejor para un club. El míster es quien elige el once y el día del Eibar éramos siete jugadores del año pasado. Vamos a intentar ganar en todos los partidos, jugando con cualquier compañero en cualquier once; pero sí creo que es mejor así, manteniendo jugadores de una temporada a otra.
De lo que se habló mucho el año pasado fue de los problemas en el vestuario. Recuerdo que Cani llegó a decir que había sido su peor temporada como profesional en este sentido. ¿Cómo lo viviste tú?
Te voy a decir la verdad, yo hablo de frente y cuando tengo algo que decir lo digo sin problema. Lo que pasó en el Dépor el año pasado siempre pasa en un equipo de fútbol, con 23 o 24 jugadores. Cada uno tiene su carácter y su personalidad, es difícil tener amistad con todos. Ni en el fútbol ni en ningún otro trabajo puedes ser amigo de todo el mundo. En el campo tenemos que estar juntos, a tope con los compañeros, eso es primordial. El año pasado hubo muchas palabras, pero mi opinión personal es que no había tantas cosas como se contaban fuera. Es normal que haya discusiones, pero después tienes que darte la mano con tu compañero. En el campo somos como una familia, fuera cada uno hace su vida.

La pasada campaña fuiste el único jugador del Deportivo que participó en todos los partidos, aportando cinco goles y tres asistencias. ¿Te ves capaz de mejorar individualmente en esta temporada?
Todos los jugadores quieren mejorar y crecer. Desde pequeño he tratado siempre de mejorar en la vida. Con el Elche metí un gol, en mi primer año con el Dépor marqué cinco y ahora tengo que seguir mejorando. No me gusta mucho hablar individualmente, soy más de pensar en el colectivo. Si no marco o no doy una asistencia no me voy enfadado del campo, pero es cierto que en la posición en la que juego tengo que marcar. Tengo que mejorar en ese aspecto y voy a hacerlo, trabajo todos los días para eso.
Aunque no te guste mucho hablar de ti, sí hay dos características tuyas por las que quiero preguntarte. La primera es la energía. ¿De dónde sacas las fuerzas para correr tantos kilómetros en cada partido?
No creo que sea el único, pero no he tenido la suerte de tenerlo todo desde pequeño. He tenido que trabajar para estar donde estoy y aún no he llegado a donde quiero estar. Trabajar, esa es la palabra que me dijo mi familia y la que siempre he tenido en cabeza. Mis padres nacieron en Zaouiat Sidi Abdeslam, un pueblo de Marruecos que está en la altura, donde hay montaña y nieve y donde van a correr muchos atletas. Desde pequeño hasta los 19 o 20 años siempre he pasado allí los meses de julio y agosto, corriendo y jugando al fútbol. Puede ser que sea por eso, pero también es porque quiero mejorar. Tengo la suerte de estar en un campo de fútbol, en un sitio donde muchos niños querrían estar. Tengo que aprovecharlo, así que correr 90 minutos no es nada, no es como correr 8 horas. Todos los veranos, diez días antes de empezar la pretemporada, necesito ir a correr. Para mí es como una droga, me gusta. Es cierto que lo más importante se hace con la pelota, pero si no tienes el ritmo ni el físico no puedes hacer nada.
La otra característica tuya que destaca es la técnica de golpeo. Ya te hemos visto marcar algún golazo, por ejemplo la temporada pasada contra el Rayo. ¿Le pegas así desde pequeño o lo has ido puliendo durante tu carrera?
No es que tuviese ese golpeo desde pequeño, pero sí es verdad que lo trabajé desde que empecé a querer ser futbolista profesional. Entrenaba con mis amigos en el barrio, chutaba después de los entrenamientos… si quieres una cosa tienes que aprender. No te voy a decir a qué lado me gusta más pegarle porque luego sale en las noticias (risas)… pero sí te digo que me encanta el golpeo que hice contra el Rayo Vallecano. No te hablo del gol, sino del golpeo, de la manera de pegarle, de esa rosca. No tengo la fuerza que tiene Lucas al chutar ni la voy a tener, porque cada uno tiene sus cualidades, pero sí tengo la rosca. He trabajado mucho en ese golpeo.
Lo que no te hemos visto conseguir es un gol de falta, ¿tienes esa espina clavada?
Quiero marcar cualquier gol, pero un gol de falta… sí, tengo muchas ganas. Seguro que por eso no lo marco, lo pienso mucho. Lo ensayo en los entrenamientos y marco goles. Es cierto que en los partidos hay aficionados, televisión, el campo grande, pero tengo que intentar lanzar como lo hago en los entrenamientos. Es algo que tengo que mejorar: tener paciencia y tranquilidad para poder marcar de falta.

Hablando de goles, la pasada campaña al Betis le marcaste en los dos partidos, ¿has pensado en eso esta semana, justo ahora que toca jugar contra ellos?
¡No hay dos sin tres! Ojalá, o in sha’a Allah, como se dice en mi religión. Tampoco es una cosa que me obsesione. Si tiene que marcar otro y ganamos, mejor. No tengo la obsesión de marcar, aunque quiera conseguir goles; dar asistencias sí es una obsesión, me da más alegría que marcar.
¿Cómo ves de ánimo a Lucas y Sidnei? ¿Están nerviosos por todo lo que se está hablando sobre su futuro?
Es duro también para ellos, aunque están entrenando muy bien. Cuando tu nombre sale en la prensa, te quieren tantos equipos… quieres estar al 100% con el club, Lucas y Sidnei están 100% con el Dépor. Pero seguro que piensan en el tema, porque hay un mercado abierto y todavía quedan unos días. Yo sólo quiero lo mejor para ellos, han hecho un gran año y lo merecen. Ya veremos qué pasa, son cosas suyas y no me gusta preguntarles por el tema.
Antes me hablabas de lo que has tenido que trabajar para llegar a convertirte en un futbolista consolidado en Primera División. ¿Hay algún entrenador que te haya ayudado especialmente?
Siempre recuerdo a uno, el que me hizo dar un paso adelante y tener la oportunidad de llegar a Primera. Cuando estaba en Francia jugando en quinta o sexta división, mi hermano vivía al sur de Francia y conocía al segundo entrenador de un equipo de cuarta división, a 1.000 kilómetros de donde yo vivía con mis padres. El entrenador de aquel equipo había estado antes en Primera, fui a hacer una prueba y me pidió que fuese a jugar allí. No tengo miedo de decirlo: cobraba 600 euros y vivía en una habitación en el estadio. Tuve que irme a 1.000 kilómetros de mis padres con 19 años, a vivir con 600 euros al sur de Francia, donde la vida es más cara. Ese entrenador, Guy David, me hablaba mucho y me decía que trabajando tendría la oportunidad de llegar a Primera, que él me ayudaría. Murió después de un partido contra el equipo B del Saint-Ettiene, tuvo un infarto y cayó al suelo del vestuario. Eso se me quedó en el corazón. Podría decir muchos entrenadores, pero este me ha ayudado mucho.
¿Y quiénes han sido tus ídolos, los modelos en los que te has fijado?
En la vida, mi ídolo es mi madre. Como futbolista me gustaban muchos. Tengo un hermano al que me encantaba ver jugar, quería jugar como él. Pero si tengo que elegir un ídolo profesional me quedo con Zinedine Zidane, me fijé en él desde pequeño.