El anuncio del fichaje de Imanol Idiakez por el Deportivo llegó prácticamente al mismo tiempo que una parte de la afición marchaba desde la Plaza de Pontevedra a la sede de Abanca para protestar por la deriva que había tomado el club tras el no ascenso de Castellón y el despido de Rubén de la Barrera. Con ese pistoletazo de salida, que la trayectoria del vasco en el banquillo deportivista iba a ser de rock & roll era algo que cualquiera podía haber presagiado.
Porque así de movido ha sido el paso del ya exentrenador en A Coruña, una montaña rusa de emociones en las que apenas ha habido tiempo para tomarse un respiro. Ni en los buenos momentos, ni tampoco en los malos. La puesta en escena fue brillante. Porque tras un 0-0 ante el Rayo Majadahonda, el Dépor atropelló a un recién descendido Lugo en el Anxo Carro que despertaba la ilusión de la parroquia deportivista y la confianza en el nuevo inquilino.
Todo se torció desde entonces. Tanto que estuvo con las maletas hechas, literalmente, en varias ocasiones entre diciembre y enero. Las lesiones, los goles inverosímiles en el descuento y un equipo con escasos argumentos ofensivos dejaron a Idiakez al borde del despido hasta la aparición estelar de Davo, que lo salvó ante el Barça Atlètic y el Arenteiro.
Año nuevo, vida nueva
En enero comenzó a cambiar la suerte de Imanol y la del Deportivo. Lucas Pérez hizo su primer gol en liga y tras una derrota dura en León, el técnico sacó su mejor versión cuando volvía a jugársela ante la Ponferradina, por entonces líder. Lo que pasó después, incluido un febrero mágico con goleadas a domicilio, quedará escrito en la historia de un equipo que regresó al fútbol profesional completando toda una vuelta sin conocer la derrota y barriendo al Castellón en la Final de Campeones.
Tras un verano esperando fichajes, lo que ha pasado desde mediados de agosto está todavía más fresco en la memoria. Pero ha sido igual de intenso. Al Dépor le está costando la adaptación a la categoría y aunque las sensaciones han sido positivas en buena parte de los partidos, las cuentas no dan. El encaje de Mario Soriano, las dudas en la delantera o la situación de Patiño, además de los resultados, han provocado que la montaña rusa de Idiakez en A Coruña haya tocado a su fin.