En los últimos tiempos, hemos normalizado el uso de la expresión ‘fútbol champán’. Extendida principalmente en el universo twittero, hace referencia al fútbol exquisito, fino o elegante practicado por un equipo o un jugador. Un lujo para el paladar de un consumidor que termina el encuentro con la sensación de haber disfrutado de algo único, de un manjar.
El inicio de temporada del Deportivo Abanca está dejando ese regusto entre la parroquia blanquiazul. En solo dos partidos, el deportivismo vuelve a sentarse a la mesa del equipo femenino, que ha goleado en sus primeros compromisos oficiales, ofreciendo además diversión y buen juego a sus aficionados.
Pero en Abegondo no se descorcha el champán. En Abegondo se brinda con caipirinha.
Porque este nuevo Dépor Abanca ha empezado bien, pero se mueve al ritmo de los goles de Millene Cabral. La futbolista brasileña aterrizó este verano en A Coruña con ganas de reivindicarse y reencontrarse a sí misma, tras una etapa oscura y frustrante en el Rayo Vallecano. De momento, cuatro goles en dos partidos, primer hat-trick con este escudo y relación de amor con la grada. Nada mal.
La temporada pasada, los seguidores del Dépor Abanca estuvieron huérfanos de goleadoras. Se anotaron tantos, por supuesto, pero faltó una delantera referencia que dominase el área rival e hiciese sudar a las porteras contrarias. Acostumbrados durante años a que los tantos de Peke (Athletic Club) y Gaby (Real Sociedad) levantasen a la grada y llenasen estadísticas, los deportivistas suspiran por alguien que pueda cubrir el enorme hueco que dejaron.
La afición blanquiazul, además, lleva un tiempo anhelando un nuevo ídolo carioca. Algún futbolista descarado, atrevido, que baile con los rivales y celebre con una sonrisa. William De Camargo lo intentó el año pasado, pero lo que subió como las burbujas de un buen champán en la primera vuelta, bajó como la espuma en el tramo final del campeonato.
Millene Cabral ha empezado con buen pie en ambas cosas. El camino es largo y la temporada también, pero de momento ha presentado sus credenciales y parecen convencer.
Pero Millene es a este equipo lo que la cachaça es a la caipirinha: el ingrediente más destacado, pero no el único. El Dépor de este curso es un conjunto de futbolistas muy diferentes que, agitadas en la coctelera, funciona de maravilla. Sin la magia de Ainhoa, la solidez de Inés y Raquel, la inteligencia de Henar y Paula o el liderazgo de Cris, el cóctel no sabría igual. Todo, por supuesto, mezclado a conciencia por Irene Ferreras y su cuerpo técnico, que están acertando con las medidas de cada ingrediente para devolver la ilusión a Abegondo.
Si por fútbol champán entendemos un fútbol refinado, propio de las altas esferas, el fútbol caipirinha del Dépor Abanca es otra cosa. Es igual de divertido, te da la sensación de estar ante algo sofisticado, pero es más cercano a la gente, más asequible para todos los bolsillos.
Es fútbol de nivel para quien lleva traje y corbata en busca de algo exclusivo, pero también para quien quiere gozarlo en bañador, tratando de abstraerse y pasar un buen rato.
Ferreras lo prepara, el equipo lo sirve y A Coruña lo disfruta.
¡Salud!