«Hace cinco meses estaba sin equipo, no sabía en qué país iba a jugar y ahora estoy levantando un título. ¡Pero es que hace año y medio estaba debutando en Primera y seis meses después no tenía equipo! El mundo del fútbol es así, no es una ciencia, un día estás arriba y otro estás abajo». Son palabras de Juan Carlos Real Ruiz (A Coruña, 15/03/1991), que descuelga el teléfono en Bucarest para atender la llamada de Riazor.org. Tras ganar ayer la Copa de Rumanía como pieza clave del CFR Cluj no olvida lo que ha pasado en los últimos meses. «Cuando te quedas sin equipo lo pasas mal pero tienes que levantarte y seguir trabajando porque nadie te va a regalar nada. Traté de no dejarme ir, entrenar al máximo pensando que algo bueno iba a llegar. Y llegó», explica.
Era septiembre de 2011, primera ronda copera contra el Girona, cuando José Luis Oltra le dio la posibilidad de estrenarse con el primer equipo del Deportivo. El resultado fue un 5-1 y Juan Carlos dejó gratas impresiones a los aficionados blanquiazules. Después vinieron la cesión en el Huesca, el buen año en el ascenso con Fernando Vázquez en la 13/14, el debut en Primera y un desagradable adiós para poder firmar a última hora con el Tenerife. Al acabar su contrato en las islas, la nada. Dudosas ofertas, interesados representantes y pruebas de difícil acceso. Seis meses trabajando en solitario o amparado bajo el manto del Racing de Ferrol hasta la llamada del Cluj. «Estoy contento porque en los momentos difíciles siempre me he levantado. Esto te hace crecer como persona y como futbolista. Para mí ha sido una lección de vida».
Juan Carlos firmó por un año con el Cluj, pero el conjunto rumano cuenta con una opción de renovar su contrato si está contento con sus prestaciones. Un as en la manga para los dirigentes porque es evidente que están encantados con su rendimiento. Siete goles, cinco de ellos en la fase del play off de descenso y otro en la gran final copera ante el Dinamo de Bucarest que valió un título. Si repasamos la trayectoria de cada futbolista que ha sido profesional en este país nos llevaremos una sorpresa con el alto porcentaje de ellos que no han levantado nunca ningún trofeo. «Muchos jugadores no consiguen un título en su carrera. En mi caso viví dos ascensos, se puede comparar pero al final un título es un título. Es una sensación diferente. En España puedes conseguir un ascenso o estar arriba pero un título es prácticamente imposible», reflexiona el centrocampista desde tierras rumanas.
Además, lo levanta siendo un jugador capital para su entrenador, el luso Toni Conceiçao, ex jugador del Oporto a finales de los noventa. Desde la llegada del coruñés ha dejado la creación en sus manos. «En el segundo ascenso jugué, pero no sentía la misma importancia que ahora. Este fue el mejor momento deportivo de mi carrera», indica. El futuro ahora se ve de otra forma. «Soy joven. Ya no soy el chico que debutaba cuando estaba en el Dépor. Esto es ley natural. Vas creciendo cada vez que vas jugando. Ahora soy más maduro. Quiero seguir mejorando, intentar aprender cada día y hasta donde pueda llegar llegaré, siempre dando el máximo».
37.000 aficionados, más de 35.000 en contra
El Dinamo de Bucarest recibía al CFR Cluj, 2.º contra 8.º en la competición doméstica, en el Arena National con capacidad para 55.000 espectadores. Faltaron 12.000 para llenarlo y el 95% era público local. Más de 35.000 se acostaron anoche con un nombre en la cabeza: Juan Carlos. O Ruiz, como le llaman en Rumanía. El CFR comenzó perdiendo por 2-0, resultado al descanso. «El entrenador nos dijo que estaba en juego la imagen del club y también la nuestra, la de los jugadores. Nos animó, hizo cambios ofensivos y nos dijo que íbamos a meter un gol rápido y les entraría el miedo», comenta el protagonista.
En el minuto 47 llegó la acción clave, el golazo de Juan Carlos para hacer creer a su equipo en la remontada. Nos cuenta cómo se originó el gol. «Solemos jugar casi siempre los mismos y tenemos muchos movimientos automatizados. A mí me gusta jugar en la izquierda (por dentro pero cayendo a la izquierda) porque me entiendo bien con el lateral. Hay un pase que le gusta hacer que nos da muy buen resultado. Yo salgo en diagonal desde el centro hacia una zona interior, por detrás del mediocentro de ellos, y él me mete el pase por dentro. Hubo espacio, me metió el pase y yo pude conducir porque el delantero se abrió y los centrales recularon. Después te ves cerca de la portería, no hay muchas opciones y tienes que tirar. Tiras, tratas de golpear fuerte y de que vaya para ese lado», explica mientras se ríe. «Por suerte va por la escuadra, aunque quizás el portero puede hacer algo más pero poco importa. Al final ese gol te mete en el partido, levanta al equipo y obtiene recompensa».
El empate en el 88′, una prórroga que se hizo eterna y el momento apoteósico: la tanda de penaltis. Nadie falló hasta el momento decisivo. «Pedí el quinto penalti porque pensaba que podía pasar eso. Los compañeros tenían claro que iba a haber pocos fallos y pensé que si iba a pasar eso el quinto podía ser el definitivo. Cuando me acerqué al míster le dije que quería tirar el quinto con esa idea. Cosa del destino o lo que sea, me tocó a mí». El veterano portero Marc adivinó el lanzamiento de Dorin Rotariu y Juan Carlos no perdonó en el definitivo. ¿Y la celebración? «Una vez que entra la pelota me emociono, me quito la camiseta, me salió tirarme al suelo pero se me podría haber ocurrido correr como un loco. Esas cosas no se planean».
Las celebraciones no se planean. Y las carreras futbolísticas mucho menos.
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