Polivalencia para desenvolverse en varios puestos y desarrollar diferentes roles o especificidad para ejecutar una función concreta a partir de unas características muy determinadas. Da igual una u otra si ambas, como en el caso de Cristian Herrera y Juan Gauto, sirven para sumar desde el primer momento.
Imanol Idiakez es un técnico muy dado a establecer jerarquías de vestuario y a la prudencia a la hora de ir incorporando nuevos futbolistas a su rotación. Es un modelo de gestión igual de válido que otros, pero en el caso del técnico vasco y del Deportivo, evidentemente exitoso visto lo visto el curso pasado. No solo por los resultados, sino por la tenacidad que el grupo humano que lidera demostró en los momentos más complejos. Mientras otro colectivo se hubiese roto, la plantilla deportivista se unió para remar hacia el mismo lado y convertir lo que apuntaba a desastre en rotundo éxito.
Esa forma de ser y de repartir méritos ha ayudado a Imanol a ganarse el favor de sus futbolistas. Sin embargo, el preparador guipuzcoano no se tira piedras contra su propio tejado. Y si cuenta con nuevos elementos a los que ve preparados para sumar más que otras piezas con galones en determinados contextos, tira de ellos. Fue el caso de Bouldini ante el Racing de Ferrol o de Juan Gauto y Cristian Herrera en Granada.
En Los Cármenes, los dos últimos fichajes se estrenaron como revulsivos desde el banco. Lo hicieron con apenas una semana de entrenamiento y por delante de futbolistas similares como Davo o Hugo Rama, pero también de otros hombres como Petxa, Mfulu o Jaime, con (mucho) más rodaje en el equipo y que podrían haber participado desde antes, aunque supusiesen una modificación de mayor grado.
A favor de Juan Gauto y Cristian Herrera juega su talento, capaz de convertirlos en futbolistas útiles desde el primer momento. Uno, desde la especificidad. El otro, desde la polivalencia. Porque precisamente eso fue lo que enseñaron en sus primeros minutos como deportivistas.
Juan Gauto, un ‘Huracán’ para las bandas
Por un lado, Juan Gauto mostró en apenas 20 minutos lo que puede aportar como futbolista del Deportivo. El futbolista argentino es un fabuloso agitador de partidos. Útil para atacar los espacios presentes en el duelo de Los Cármenes, pero sobre todo para desatascar encuentros ante bloques cerrados.
La mejor virtud de Gauto se llama regate. Es gambeteador puro. Un talento innato. Un futbolista de la calle, como lo definió Antonio Méndez en su presentación como blanquiazul. Juan Gauto recibe y encara. Lo hace más desde la electricidad que le permite exhibir su fisionomía que desde la técnica. Amaga, se gira, arranca, frena. Todo a mucha velocidad.
Esa chispa le ofrece soluciones no sólo salir de situaciones complejas de presión, sino encontrar el espacio preciso para sacar el centro en conducciones que recuerdan, por estética, a las del Jesús Navas más joven. Lejos se queda Juan Gauto todavía del andaluz en desequilibrio real y capacidad de golpeo, aunque a favor del argentino está su habilidad para desenvolverse también con relativa solvencia con la pierna izquierda y, por lo tanto, jugar a pie cambiado.
Así, el futbolista formado en Huracán se define como un extremo muy específico, de los que es difícil encontrar. Especificidad pura y dura por la que el Basilea se lanzó a pagar 4,5 millones de euros hace apenas un año, después de verlo destacar no solo como quemero, sino también en el Mundial sub-20 junto a realidades como Ezequiel ‘el Colo’ Barco, Alejo Véliz, Maxi Perrone o Luka Romero.
Ese talento tan salvaje le permite sostener la comparativa con Mella y entenderle como un magnífico sustituto para cuando el canterano se quede en la reserva. Sin embargo, para dar el paso al siguiente nivel, debe sumar una mayor sensibilidad a la hora de orientarse y controlar para ganar registros por dentro, capacidad de disparo e intuición para aportar goles y, sobre todo, fortaleza en los duelos.
Y es que esa evidente debilidad en el cuerpo a cuerpo que le imposibilita superar a sus pares si no logra obtener la ventaja en su primera acción es, sin duda, el gran debe a pulir por Juan Gauto.
Cristian Herrera, ‘otro Lucas’ para sumar cifras
Si Juan Gauto se prevé como una valiosa pieza para Imanol Idiakez desde su similitud con Mella, Cristian Herrera apunta a serlo a partir de su capacidad para jugar en todo el frente de ataque. Si con alguien de la actual plantilla del Dépor es posible comparar al delantero canario, ese nombre es Lucas Pérez.
Siendo futbolistas diferentes no solo por cualidades sino también por dimensión, el exfutbolista de la UD Las Palmas se puede definir también como un segundo punta que ha tenido que ir adaptándose a otras posiciones para encajar en el fútbol actual. Además, al igual que el de Monelos, destaca por su buen disparo de media distancia con la zurda y por su facilidad para relacionarse con sus compañeros a través del juego.
De este modo, con Cristian Herrera, Imanol Idiakez tiene a su disposición un futbolista polivalente, con facilidad para aportar cifras anotadoras desde segunda línea. Así lo hizo en sus dos cursos en el Ibiza, en los que bajo la atenta mirada de Fernando Soriano sumó 20 goles (9 y 11 dianas) jugando mayoritariamente en las bandas, principalmente la diestra. Ahí, como falso extremo, Herrera es un futbolista capaz de aportar desde su habilidad para asociarse y mejorar el circuito de pases del Dépor.
Cristian interpreta ese juego de forma notable, es participativo y se maneja muy bien en los apoyos de espaldas incluso partiendo desde el perfil izquierdo, en el que no está nada incómodo a pesar de su evidente lateralidad zurda. A esa habilidad añade una obvia facilidad para dañar a partir de desmarques de ruptura no muy largos para convertirse en un futbolista capaz de ayudar en la fluidez pero, sobre todo, de acelerar en último tercio.
Sin ser rápido ni demasiado hábil en el regate como tal, su conducción en espacios reducidos complementa su catálogo de registros y le permite ser ese extremo que hace daño cuando aparece por dentro y que golea no solo gracias a su capacidad de chut y buena definición en situaciones de mano a mano, sino que también muestra intuición para aparecer en puntos de remate adecuados en cuanto a tiempo y espacio.
Lejos de ser una solución como ariete de referencia por sus dificultades para fajarse con centrales y una amenaza en espacios grandes que dista de ser elevada, Cristian Herrera se puede convertir en ese recurso de nivel para actuar en cualquiera de las dos bandas o darle relevo a Lucas Pérez.
Con 285 partidos y 58 goles a su espalda en Segunda División, el futbolista grancanario asumirá, con casi total seguridad, el rol que Davo no ha terminado de agarrar: el de un futbolista polivalente que, sin ser un extremo encarador ni un delantero centro nato, pueda sumar cifras y amenaza en el área.