El Deportivo ya tiene al delantero que buscaba. O, al menos, ya tiene un atacante más para engrosar una última línea ofensiva que estaba algo corta de efectivos. A Riazor llega Kuki Zalazar, un futbolista de 24 años que baja un escalón tras su primera experiencia en el fútbol profesional. Lo hace en busca de oportunidades para seguir creciendo, después de una campaña en la Ponferradina en la que Jon Pérez Bolo apenas le otorgó 700 minutos, casi todos ellos ‘encajad0’ en la banda derecha y no como segundo punta, su posición natural. Un puesto que a priori tampoco podrá ocupar en el Deportivo, donde sin embargo será alternativa clara en todo el frente de ataque y se juntará con futbolistas que hablan su mismo lenguaje.
Kuki Zalazar accedió a Segunda División después de destacar en el Valladolid Promesas como segundo delantero. La campaña 20-21, última como sub-23, fue la de su explosión. Acompañando a Sergio Benito -que, recordemos, estuvo en el radar del Dépor- o a Raúl Uche, fue un futbolista capital en el 4-4-2 de Javi Baraja. Porque el uruguayo asume funciones tanto en la creación, como en la finalización.
Así, vemos cómo en aquella campaña, Zalazar fue uno de los atacantes más participativos en el juego de su equipo en toda la Segunda B. Siempre según datos de Wyscout, filtrando por delanteros y mediapuntas con más de 500 minutos, Zalazar se sitúa entre los mejores a la hora de ser un apoyo para sus compañeros -pases recibidos-. Y serlo con acierto -precisión en pases-. Por supuesto, las cifras no son peores si nos centramos únicamente en último tercio de campo.
Es ahí, en ese último tercio, donde el zurdo fue capaz de explotar su capacidad de desequilibrar. Tanto desde la acción individual, como desde su visión para el pase final. Porque Zalazar es un futbolista bien dotado técnicamente, con capacidad para superar rivales con el regate en corto por su habilidad y su potencia en los primeros metros de carrera. Su sprint no le permite dañar en carrera larga al espacio, pero su velocidad sí le ayuda para agrandar la ventaja a la hora de salir del regate.
Esa buena técnica de dribbling está conectada a su notable capacidad para proteger el balón. A pesar de medir menos de 1,80 metros, Kuki es relativamente ancho y sabe cómo usar su físico. No pierde duelos tan fácilmente con los rivales y esconde bien el esférico. En resumen, es más potente que liviano, al contrario de lo que podría parecer por su estatura.
Pero si por algo destaca el uruguayo es por el golpeo con la zurda. Zalazar sabe asociarse. De hecho, le gusta y sobresale por su control orientado en carrera. Pero esa pierna izquierda brilla cuando su dueño requiere de ella contactos más potentes, sobre todo de empeine interior, bien sean pases largos o disparos.
Pese a ello, en aquel buen curso 20-21, no destacó sobremanera a la hora de producir pases para remates de sus compañeros. En gran parte, porque fue un futbolista que ejecutó muy pocos centros. Tenía libertad para caer a banda, pero en su último curso en Valladolid su área de influencia fue el carril central. Así, tan solo dio una asistencia de gol. Fue en el encuentro en Mareo ante el Sporting B. Eso sí, fabulosa.
Kuki Zalazar, un’constructor’ que también remata
Zalazar es un delantero que destaca en muchas de las facetas que tiene que ver con la construcción de juego. De hecho, incluso aporta cierta capacidad en los duelos aéreos. A pesar de que aquel Valladolid Promesas no lo buscaba mucho, como es normal, el hijo de José Luis Zalazar se situó cerca de la media de duelos aéreos ganados por los mediapuntas y delanteros centro aquel curso en la categoría.
Pese a ello, esta habilidad para ‘incordiar’ en los balones aéreos apenas se deja ver en el área, ya que Kuki es más capaz de peinar esos envíos por alto que de rematarlos en sí. Aún así, gracias en gran parte a su golpeo, ha sido capaz de ir acumulando cifras decentes en Segunda B, donde en algo más de 100 partidos ha hecho 21 tantos.
Sin embargo, en su último curso en el Promesas no destacó especialmente por su eficacia: anotó 5 tantos pese a tener ocasiones por valor de 5,05 goles esperados (xG). A esas dianas sumó 2 más con el primer equipo del Valladolid en Copa del Rey.
Un extremo poco vertical
Ese buen curso que consolidó una trayectoria prometedora terminó de darle la oportunidad de entrar en Segunda a Zalazar. Pero en la categoría de plata, con la Ponferradina, no terminó de ser él. Como ya se ha citado, la gran mayoría de sus minutos los pasó anclado en la banda derecha, en un rol que recuerda mucho al que Rubén Díez tuvo en el Tenerife. De hecho, los datos del valenciano se parecen mucho a los de Kuki en una Liga SmartBank que ambos compartieron el pasado curso.
En el gráfico de arriba se observa cómo ninguno de los dos futbolistas terminó de ser un extremo encargado de servir balones desde la banda. Ambos cerraron la temporada con un promedio de centros bajo, aunque el acierto de Díez pone de manifiesto la gran capacidad de golpeo que tiene. Una capacidad que, como decimos, Zalazar también posee, pero que no enseñó en Ponferrada.
Si ninguno de los dos terminó de ser un generador de centros para sus compañeros, lo mismo se puede decir a la hora de ofrecer desequilibrio individual. Sus medias de conducciones por 90 minutos de juego fueron de las más bajas de entre los extremos de la categoría con más de 500 minutos. Un patrón que se repite en su intención de regatear: apenas probaron el dribbling. Rubén Díez y Kuki Zalazar poseen un pasado evidentemente común: son jugadores que cambiaron de equipo pero, anclados en la banda, no terminaron de encontrar su fútbol. Porque desde los costados no aportan profundidad. Son otra cosa. Y así lo vio Jose Gomes, el nuevo técnico del equipo berciano, que apostó por Kuki el pasado fin de semana como segundo punta introduciéndolo de revulsivo en el descanso en Ipurúa.
Zalazar, ni Soriano ni Narro
De este modo, Kuki llega a un Deportivo en el que coincidirá con Díez, pero también con Mario Soriano o Alberto Narro en esa posible línea de tres por detrás de un punta más nato. Por su físico, el uruguayo podría parecer una especie de Mario Soriano o de Rubén Díez. Pero es diferente. A falta de ver en qué aspectos progresa el madrileño, a día de hoy Kuki es un futbolista menos participativo que él, pero más rematador. Es más delantero que Mario y menos extremo que Narro. Aunque los mapas de calor de los dos ex del Valladolid Promesas -el de Kuki es de la temporada 20-21- demuestren que son futbolistas que tienden a jugar en zonas casi idénticas.
De este modo, parece evidente que la llegada de Kuki Zalazar puede desplazar a Víctor Narro definitivamente a la banda izquierda, donde el Deportivo no ha terminado de encontrar a un futbolista de ataque, más allá de unos Rubén Díez o Mario Soriano que pueden partir desde ahí.
Por lo tanto, todo apunta a que el plan inicial con Kuki Zalazar es ubicarlo en ese ‘falso’ extremo derecho que poco tiene que ver con el rol de futbolista de banda en el actual modelo de juego de Borja Jiménez. Y es que desde ahí parte Alberto Quiles, el futbolista blanquiazul al que, sin duda, más se parece el nuevo fichaje deportivista.
Y es que tanto Zalazar como Quiles son dos delanteros zurdos, con gusto por asociarse, capacidad para moverse entre líneas, proteger el balón y ejecutar cambios de orientación de enorme valor para el colectivo. Sin ser ninguno de los dos rápidos, sí tienen un sprint corto dañino, que les permite picar al espacio cerca del área y salir del regate con mayor facilidad. La diferencia de altura es evidente, pero como ya se ha comentado, Kuki va mejor de cabeza de lo que podría parecer. Y tiene un buen ‘timing’ a la hora de acudir al remate.
Así, con Zalazar el Deportivo suma un efectivo más a su delantera. ‘Otro Alberto Quiles’, si es preciso compararlo con alguien para terminar por definirlo. Un futbolista que disfruta en el carril central y que, puede sumar al colectivo tanto partiendo de esa banda derecha como incluso siendo un ‘9’ menos referencia que Santamaría, al estilo Noel López.