No debe ser fácil llamarse Raúl Albentosa y someterse a la justicia popular cada dos semanas en Riazor. Para ser claros, no debe ser fácil defender hoy en día los colores del Deportivo. En el caso del valenciano, su relación con la grada rebasa ya los límites del decoro. Ya no son sus meteduras de pata, Albentosa comete el error de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Tal vez el mismo Deportivo y su afición estén en el lugar y momento equivocados. Todavía más encajando goles como el de Halilovic a los tres minutos. Un pase comprometido de Muntari enfanga a Navarro, que se duerme ante el croata para dejarle un pasillo de 30 metros con el que superar fácilmente a Rubén.
No parece haber renuncio de Albentosa, pues es Sidnei el que decide impedir el paso a Halilovic con la mirada. Pero el valenciano estaba allí, todo Riazor lo vio y no hay más opción que el linchamiento.
Es cierto que el rendimiento del espigado central no ayuda, así como la temporada del Deportivo. Tanto polvo se ha ido acumulando debajo de la alfombra que ya de nada sirven las expresiones candorosas y las orejas gachas. No le sirven al Deportivo y, mucho menos, al valenciano, que ya opta por despreocuparse de su imagen en Riazor.
“No he escuchado nada durante la semana, entonces no sé nada. Solo sé que vengo aquí y escucho los pitos. Ya no voy a pensar más en eso. No tengo nada que decir sobre mi situación personal”, soltó en zona mixta el de Alcira. Lo hizo frunciendo el ceño, como si no comprendiese las intenciones de la prensa al preguntarle por sus altibajos dentro del partido.
“Soy fuerte mentalmente, nadie me va a hundir. Ni mi padre me va a decir lo que puedo hacer o no. Llevo tiempo en eso y mis compañeros están conmigo. No me escondo, no huyo. Al final me van a querer”, añadió.
Tal cual. Aunque solo fuese por un instante, la afición blanquiazul le mostró su amor cuando su testarazo besó las redes de Chichizola. El valenciano poco tuvo que ver en el roto de Halilovic, pero nunca está de más redimirse. Y es que después de un año para olvidar, Albentosa pide perdón como un efecto reflejo, por aquello de la alfombra.
Aún hubo tiempo de una última pirueta en la montaña rusa del valenciano. En una de las internadas de Halilovic, único argumento de Las Palmas, Albentosa se escurrió en el instante preciso, aunque la jugada quedó en susto. Era el último hombre blanquiazul en pie, pero el croata no acertó con su zurda. Y menos mal, eso sí sería estar en el lugar y momento equivocados.