Inconsistencia. Así se puede definir el Unionistas 2-1 Deportivo en clave blanquiazul. Empezar bien y tener premio. Dejar de hacer lo que estabas haciendo y no tener respuestas. Complicarte tú solo el partido. Jugar un encuentro inteligente cuando estás en inferioridad. Hasta cruzarse de nuevo los cables y dejar marcha una renta que, visto el contexto, era relativamente valiosa.
Entre líneas
Óscar Cano apostó por tocar el equipo. Y no solo por la obligada ausencia de Antoñito, que devolvió a Villares al lateral. El técnico granadino incluyó en el once a Kike Saverio a costa de prescindir de un centrocampista. En este caso, un Rubén Díez que fue suplente por primera vez en la etapa del entrenador andaluz.
La intención del cuerpo técnico deportivista apuntaba a ser ganar un futbolista más por delante de balón. No contar con tantos hombres en el inicio de juego, sino encontrar más soluciones al apoyo o al espacio sabiendo que Unionistas, probablemente, fuese a presionar muy alto.
Y así lo hizo, aunque con matices. Porque el cuadro local se estructuró defensivamente en un 4-2-3-1 en bloque medio-alto, pero permitió al Deportivo combinar en horizontal y, a la vez, fue muy agresivo cuando su rival daba un pase hacia delante para progresar. Es decir, De la Nava y Mario Losada ‘flotaban’ a Lapeña y Pablo Martínez. Porque todo estaba preparado para ahogar al resto de sus compañeros en cuanto recibiesen el balón.
Eso lo entendió bien el Deportivo. Y lo interpretó mejor en los primeros minutos. Porque supo cómo atraer esa presión tras agresiva de Unionistas para rasgarla con pases filtrados entre líneas, a espalda del centro del campo local y demasiado lejos para que pudiese ‘saltar’ la defensa.
Así, el Dépor iniciaba con los cuatro defensas a una altura muy baja, Olabe ejercía como única referencia por delante y algo más adelantados partían Quiles, Isi, Saverio y Soriano. Todos ellos tenían la pauta de descender al apoyo. Bien para ejercer como pasador intermedio y así filtrar un envío hacia un compañero más alejado, bien (sobre todo) para atraer a los mediocentros y laterales rivales. Así, el Deportivo lograba estirar mucho a Unionistas. Y en vez de atacar la espalda de su defensa, generaba espacios entre las líneas que sobre todo Mario Soriano pudo explotar bien en los primeros minutos.
El 0-1 llegó así. Pero fue solo una de las varias jugadas que el equipo deportivista pudo tejer en ese inicio de encuentro notable, en el que encontró muchas soluciones gracias a su movilidad, acierto en el pase y buen plan de partido.
El apagón
Contrariamente a lo que debería haber sido natural, el 0-1 no sentó demasiado bien al Deportivo. Unionistas empezó a tener cada vez más balón, pero el equipo herculino no desarrolló la forma de ajustarse para encontrarse cómodo.
Obviamente no iba a presionar arriba, pues sabía de la intención del equipo local por jugar directo. Pero, a la vez, no terminaba de protegerse juntando líneas o disminuyendo la altura del bloque para conceder menos metros a su espalda. De nuevo, se quedaba a medio camino de las opciones.
Poco a poco, Unionistas fue haciendo más arisco el choque. El cuadro salmantino mezclaba envíos largos para sus atacantes disputasen el balón con inicios más en corto para, al igual que trataba de hacer el Deportivo cada vez que tenía el esférico, estirar a su rival.
En una de esas acciones, Olabe vio la primera amarilla por ‘saltar’ a una presión demasiado lejos, en una zona de banda, y ser superado. Sin otro mediocampista por detrás para corregir como sí suele tener el Deportivo, el vasco hizo una falta que le costó la primera de las dos amarillas. Ya en la segunda mitad, otra presión tras pérdida impetuosa pero desordenada -el Deportivo no estaba atacando bien y así es difícil tratar de robar rápido cuando la pierdes- volvió a generar un desequilibrio que acabó con Olabe haciendo la cobertura a Lebedenko. Parecía que el ‘8’ corregía la situación, pero no temporizó y vio la merecida segunda tarjeta.
La expulsión llegó en el peor momento de un Deportivo que absolutamente borrado del mapa en ataque. Porque Unionistas corrigió tras lograr el empate en uno de esos balones largos incómodos que provocaron el gol de Mario Losada en colaboración con Pablo Martínez. El conjunto dirigido por Ponz dejó de ser tan agresivo para evitar romperse. Y cuando lo era, tenía muy claro que debía cortar el ritmo. El volumen de faltas fue elevadísimo: Unionistas acabó con 25 faltas (la media de sus adversarios es 14,8) y cortó, de manera tan sistemática como lógica, ese dinamismo al Dépor.
Una adaptación inteligente… pero impetuosa
La citada expulsión de Olabe complicaba mucho las cosas a un Dépor incómodo. Sin embargo, volvió a suceder algo que se escapa de la lógica. Si el 0-1 no sentó bien al equipo coruñés, el quedarse con un jugador menos sí le hizo encontrar un camino relativamente claro. Debía protegerse, contragolpes o balones parados o algún ataque sosegado para intentar llevarse la victoria. Pero, al menos, no perder el punto.
Cano reaccionó y retiró a un Saverio que fue incapaz de desequilibrar con el balón en el pie y que tampoco amenazó del todo con sus rupturas diagonales al espacio en el segundo tiempo. En su lugar entró Rubén Díez para pasar a jugar 4-4-1, con Soriano en la izquierda.
Quizá el partido demandaba un perfil más físico que Díez para acompañar a Isi. Pero ese perfil estaba en el lateral derecho. Y el técnico creyó más conveniente introducir a un hombre en dinámica como el zaragozano antes que a Trilli. El lateral no compite en situaciones de máxima exigencia desde aquel partido en Badajoz en el que el remate del 1-0 se dio en la zona que debía proteger.
Lo cierto es que, pese a las dudas sobre si el perfil de Rubén era el más adecuado en ese momento de partido, el Deportivo fue coherente. Juntó líneas, se protegió y cedió la iniciativa a un Unionistas que, sin espacios, sufre un mundo para optimizar su fase ofensiva.
El Dépor vivió cómodo cuando se metió en campo propio. Y ante un rival que tampoco le fue a buscar demasiado, ya con Rubén Díez en el campo y Soriano de nuevo ejerciendo de enlace para darle continuidad a la circulación de balón, dispuso incluso de dos o tres buenos acercamientos.
Ponz detectó que necesitaba amenazar entre líneas y dio entrada a Ahn June-Hyuk, un futbolista que el pasado curso tenía minutos de calidad en el Villarreal B. Unionistas ganaba ‘un Mario Soriano’ a costa de quedarse con un único punta. Y le sentó bien. Porque el coreano empezó a incordiar la espalda del centro del campo o de la defensa, en función de las necesidades de su equipo. Y eso terminó por cortocircuitar al Dépor, al que le pudo el ímpetu.
Aunque el cuadro herculino estaba cómodo defendiendo junto, cuando el balón iba a banda, le podía el afán por ir a presionar arriba y robar más cerca de la meta rival para atacar. Y aunque en esos momentos era cuando más opciones concedía a Unionistas, cerca del minuto 80, volvió a hacerlo. En vez de priorizar no desordenarse (lo lógico cuando estás con uno menos), el Deportivo fue a presionar muy alto en banda derecha propia. Quiles estaba en su lugar, Villares persiguió a su par y Rubén Díez fue quien dejó su zona para tratar de ser agresivo.
Pero el rival salió fácil del tres para tres encontrando al hombre libre dentro. Veiga tuvo campo de sobra para progresar y generó en el pico del área un tres contra dos, con Isi cambiando de carril para cubrir a un Rubén desubicado. Ahn atacó la espalda de la defensa y puso un centro malo, pero que cazó el enemigo en el lado opuesto ante un Deportivo caótico. Con Lapeña y Jaime pendientes de los extremos que amenazaban en el área, Rubén ocupó ese hueco entre centrales. Nadie menos acorde que él. Christian Santos, sin referencia, entró desde fuera del área y remató a placer.
Fue el Unionistas 2-1 Deportivo definitivo. Un resultado que reflejó la inconsistencia del Deportivo. No -solo- en defensa, sino en el global de un encuentro en el que ofreció picos de rendimiento. Tanto que no supo aprovechar sus momentos y acabó desperdiciando una ocasión muy buena de sumar y, al menos, no salir súper dañado de otro encuentro a domicilio.