Augusto César Lendoiro, expresidente del Deportivo, reflexiona sobre lo que ha sucedido la pasada semana en cuanto a la organización frustrada de la SuperLiga. En la columna que remite a los medios de comunicación, destaca que «el futuro es irreversible», ya que bajo su punto de vista serán los clubes quienes la organicen.
La bisoña «SuperLiga» sufre la tiranía de la UEFA y la hipocresía de LaLiga
En plena vorágine de opiniones sobre la “Superliga” adelantó mi titular: “La historia se repite, pero el futuro es irreversible: organizarán los clubs”.
En su día, corrían los años 80, los clubs españoles le dijeron a la RFEF que serían ellos a través de la LFP, los que dirigiesen su Liga. Ahora son los clubs europeos los que dicen “basta ya” y, tras crear su Patronal Clubs Europa (PCE), que pienso debe estar respaldada por la Unión Europea, exigen ser ellos, de la mano de UEFA, los organizadores. Es decir: LaLiga es a la RFEF, lo que la PCE será a la UEFA.
Lejos de eslóganes interesados, aquí la batalla se centra en conseguir mandar, y, por ende, decidir cómo se distribuyen los cuantiosos ingresos televisivos. Y yo pregunto ¿no sería justo que, si son los clubs los que generan los ingresos, y sufren el riesgo en su economía, fuese su Patronal la que decidiese el reparto de lo que producen?
El bombazo mediático que supuso la “reaparición” de la “Superliga”, después de casi 25 años, ha hecho que tengamos que reflexionar sobre una vieja idea que Florentino Pérez ha reconocido, y eso le honra, que “no hemos sabido explicarla bien”. Es cierto, porque, en el aspecto formal, la “Superliga” mostró una enorme bisoñez, quizás debido a las prisas por anunciarla antes que la Champions-24.
La presentación de algo tan trascendente, que suponía un terremoto en el mundo del fútbol, merecía una puesta en escena perfecta. Yo me imaginaba un escenario en un gran hotel madrileño, presidido por una mesa con los 12 mandatarios, en la que rubricaban el solemne acta de fundación de la PCE, ante multitud de cámaras.
Se perdió esa gran ocasión, pero no sólo se erró en la forma, sino que tampoco se acertó en los mensajes a los clubs que no figuraban entre esos 12 seleccionados. Era imprescindible, al menos, que les aclarasen dos cosas: el sistema por el que se incorporarían los clubs invitados -qué poco me gusta ese concepto- “por méritos deportivos” y en qué proporción, respecto a lo que hoy perciben de UEFA, se iban a beneficiar a través del mecanismo de “solidaridad”.
Nada de eso se hizo y la muy deficiente información generó muchas dudas en la gente de buena fe y facilitó la actuación de los manipuladores profesionales en defensa de “el fútbol es de los aficionados”, “los clubs ricos contra los pobres”… sin duda los “puntos más fuertes” de la actuación tradicional de LaLiga y UEFA. (sic)
Se repite la historia que he vivido como observador privilegiado desde finales de los 90, cuando, en el momento álgido del Deportivo, nos uníamos en España al Madrid, Barça y Valencia en el proyecto del expresidente de Dorna, García Pardo. El pretendía crear una competición con los grandes ingleses, italianos, alemanes y franceses, pero abierta a históricos como Benfica, Ajax, Spartak, Olympiakos… competición que también preveía un sistema calculado de ascensos y descensos.
Los grandes clubs de entonces ya nos habíamos cansado de la tiranía de la UEFA. A mi, injustamente me habían inhabilitado 18 meses como Presidente al acusarme de “llamar mafiosos a los dirigentes de FIFA”, cuando el objetivo de la sanción ejemplarizante era poner en aviso a todos los clubs de lo que les ocurriría si hacían lo que él “l’enfant terrible” del Deportivo y osasen acudir a los tribunales ordinarios, o forzasen a FIFA a contar con seguros para el caso de graves lesiones sufridas por futbolistas con sus selecciones (casos Mauro Silva, Diego Tristán…) o a pagar por la cesión de jugadores para la disputa de Mundiales, Europeos, amistosos…
Ya entonces la razón de la gran pelea por dirigir las competiciones se centraba en que la UEFA se quedaba con un enorme tanto por ciento de los ingresos y, poco han cambiado las cosas. Sirva de ejemplo el escándalo que supone comprobar que el Campeón de la Champions 2020-21 percibirá unos 100 M/€…los mismos 100 M/€ que recibe el tercer clasificado de LaLiga española. ¿Alguien puede entender esto? ¿Cómo los clubs no van a levantarse en armas?
La UEFA humilla hasta que se le planta cara… y después amenaza con expulsar a los disidentes de la Champions o con no admitir en el Mundial o Eurocopa a los jugadores de esos clubs. ¿A quién y a qué precio venderían los derechos de esas competiciones sin los mejores clubs o sin las grandes estrellas futbolísticas?
Dicen que ellos tienen que organizar el fútbol, pero en realidad lo que pretenden es disponer del dinero del fútbol. Por eso no dudan en atemorizar a los que se oponen. Ya pasó en 2000 y mejoraron los premios de Champions… y ahora, al aparecer la Superliga, prometen una espectacular subida en próximos años. ¿Por qué no lo hicieron antes? Me recuerda al empresario que abusa de su más destacado y fiel trabajador, al que sólo le ofrece el salario que merece cuando éste le anuncia que deja la empresa.
Hasta aquí algunos mínimos apuntes de la tiranía de UEFA. Nos queda para un próximo día profundizar sobre la hipocresía de LaLiga -camisetas con “el fútbol es de los aficionados”- y acerca del papel de Florentino Pérez y de Joan Laporta en “Superliga”, esa apasionante película de suspense que se está rodando.
No me digan que no sería curioso que, tras lo que hoy se considera un patinazo de Florentino y un riesgo calculado de Laporta, se transforme, en base al abono de las indemnizaciones de los que abandonen el barco, en lograr que al Madrid le paguen a Mbappé y al Barsa a Messi. Sería dejar bien claro que “el que firma, panda”.
Augusto César Lendoiro
Ex-Presidente R.C.Deportivo.