Un equipo solvente. Capaz de conceder poco en área propia y hacer mucho daño de múltiples formas en la rival. Así es el Levante UD, rival esta tarde del Deportivo de La Coruña en Riazor. El cuadro deportivista inicia la etapa ‘post Lucas’ ante un evidente candidato al ascenso a Primera División. Porque el conjunto valenciano, de la mano de una garantía como Julián Calero, se ha convertido en un bloque tan sólido en defensa como polifacético en ataque. Una identidad que le ha llevado a asentarse en los puestos de playoff de ascenso y a pensar que, además, su gran momento no es flor de un día.
Ante el Dépor, en el encuentro de ida, el Levante inició una racha de 13 partidos de liga en los que solo se ha ido sin puntos en uno. Fue en Miranda de Ebro, en un duelo igualado que tenía ganado en el minuto 86 y acabó perdiendo ante la pujanza de un Mirandés que no deja de sorprender. Aquel duelo fue la única mancha en el expediente de un conjunto que, más allá de su eliminación de Copa en Pasarón, ha ido siendo capaz de puntuar siempre. Ganando cuando estaba bien y no perdiendo cuando no ha logrado ser tan brillante.
Así, el Levante Unión Deportiva acumula tres salidas consecutivas sin recibir un solo gol. Y es, además, el segundo máximo anotador de la categoría, con 36 dianas que son reflejo de su productividad. Dos datos que por sí solos resumen las fortalezas del conjunto granota, un equipo relativamente fluido en el juego posicional gracias a su capacidad para verticalizar. Precisamente esa tendencia al vértigo por la movilidad y agresividad de sus futbolistas más ofensivos le permite, además, ser muy dañino al contragolpe.
Contra el Levante hay que protegerse la espalda. Porque, a la mínima, te la está buscando. Julián Calero suele venir apostando por una estructura cercana al 4-4-2, en la que elección de las piezas más enfocadas al ataque le permite variar comportamientos, aunque no modifica el núcleo de su ADN. El punta Iván Romero –pesadilla deportivista en la ida-, el escurridizo Roger Brugué ‘Brugui’ y el indetectable Pablo Martínez suelen repartirse los cuatro puestos compuestos por las parejas de extremos y delanteros. Pero en función del plan de partido y de si su cuarto acompañante es el mediapunta Carlos Álvarez o el ‘comandante’ Morales, sus posiciones varían.
Así, a domicilio, Calero viene apostando por un once capaz de amenazar más al espacio y menos al pie. Eso ha provocado que el talentoso Álvarez sea quien se está partiendo más desde el banco. Con el canterano del Sevilla, habitual ‘falso’ extremo derecho, el Levante gana juego interior. Además, su posición permite liberar el carril derecho para las subidas del lateral, una de las grandes armas del equipo… hasta ahora. Porque el combinado levantinista acude a Riazor con la sensible y ya eterna ausencia de Andrés García.
Andrés García, una dura baja para el Levante
El canterano levantinista ha sido clave en el despegue de su ya exequipo. 3 goles (golazos) y 2 asistencias en los últimos dos meses de competición avalan la aportación ofensiva de un lateral que, en realidad, ejercía el papel de extremo en ataque y sumaba poderío en defensa. Eso llevó al Aston Villa a pagar 7 millones más variables por él en una operación que ha venido como agua de mayo a las arcas del club granota, pero que le ha dejado sin una de sus piezas más desequilibrantes. Sonríen Obrador y Yeremay.
La pasada semana, otro canterano como Xavi Grande le suplió en el puesto para completar una zaga en la que Elgezabal y Dela se han asentado en el eje y el coruñés y excéltico Diego Pampín en el lateral izquierdo. Por delante, la formidable pareja Oriol Rey-Kochorashvili no podrá seguir impartiendo doctrina en Riazor ante los problemas físicos del georgiano. La ausencia del segundo podría ser suplida por Iborra, uno de los fichajes estrella del equipo pero que apenas ha logrado tener continuidad por sus problemas físicos.
Otra opción sería Ángel Algobia, pero el ex del Getafe vuelve a ser baja. Por eso mismo, todo apunta a que ese puesto libre será para Sergio Lozano, que en el encuentro de ida ya suplió con nota la baja de Rey. Lozano es mejor pasador pero que ‘Kocho’ pero ofrece mucho menos recorrido. Aunque para sumar kilómetros, Calero ya cuenta con el capitán Pablo Martínez.
El madrileño es un futbolista capaz de jugar por dentro o partir más de fuera. Juegue como interior un centro del campo más de tres, como segundo punta acompañando al ariete o como teórico extremo izquierdo, su rol es fundamental para el colectivo. Porque Martínez no se cansa de moverse, de buscar el espacio libre entre líneas y, sobre todo, de tirar desmarques verticales. Más que producir con balón, es un generador de soluciones para el resto desde su actividad.
En la punta, está por ver si Calero da continuidad al buen momento de Iván Romero o apuesta por José Luis Morales. El ‘comandante’ ha perdido la velocidad en los primeros metros que caracteriza al primero, pero mantiene tanto su notable interpretación del juego para saber cómo hacer daño al rival como su notable calidad en espacios reducidos. Por su parte, Romero suma a esa agresividad una capacidad para girarse que sorprende si la ponemos en consonancia con su, a priori, poco destacable carrocería. Mientras, si Carlos Álvarez regresa a la titularidad, Brugui tendría casi asegurado un hueco en la doble punta para duplicar esa amenaza al espacio.
Múltiples opciones para un Levante que, además, ha incorporado a Álex Forés para sumar más potencia de fuego. Por si no fuese suficiente, el cuadro levantinista posee un notable poderío en el balón parado, una faceta desde la que ha desatascado numerosos encuentros. Muchos de sus goles llegan desde la pizarra. Otros tantos, a través del contragolpe. Atacando a la carrera, una virtud que logra trasladar a sus fases ofensivas más posicionales gracias a su capacidad para jugar con pausa hasta acelerar en último tercio a través de sus constantes movimientos de amenaza a la espalda de la última línea rival.
Sin la necesidad de ser extremadamente presionante para no desestructurarse, el Levante Unión Deportiva amenaza el estreno del Dépor en Riazor en 2025. Por algo el conjunto de Calero lleva tatuada en el apellido la palabra solvencia.