Hace exactamente un año, justamente a las mismas 19:06 horas del 31 de diciembre en el que sale publicada esta pieza, el Deportivo hacía un regalo de Nochevieja a su afición confirmando la oficialidad del regreso de Lucas Pérez a A Coruña. El delantero de Monelos dejaba un privilegiado puesto en el ataque de un equipo de Primera División para volver a casa. Fue un movimiento con eco mundial, pues en un deporte cada vez más mercantilizado, son poco habituales muestras de afecto como la declaración de amor que Lucas le hacía al Dépor.
Hoy, se cumple un año de la llegada de Lucas Pérez. El primer año que es, en realidad su cuarto, pues la actual se define como la tercera etapa del coruñés en el Deportivo. Y durante este año, lo que comenzó siendo un amor ferviente e incondicional ha tenido sus altibajos. Porque no, Lucas no ha sabido responder en todos y cada uno de los momentos a las altísimas expectativas. Pero tampoco la hinchada blanquiazul, hastiada como es lógico por las continuas decepciones, ha sabido pasarle por alto siempre esos malos momentos.
El amor no es perfecto, pero eso no significa que el amor haya desaparecido. Porque durante este primer año de reconciliación definitiva, Lucas Pérez ha sido el futbolista de Primera Federación con más relación directa con el gol. Nadie ha hecho en este año 2023 más goles y asistencias que el de Monelos en la tercera categoría. Desde aquel encuentro de redebut ante Unionistas hasta el último duelo en O Espiñedo, Lucas ha formalizado 9 tantos y 14 asistencias, siempre según Wyscout, que no tiene en cuenta la 15ª, pues no suma de sumarse el pase a Mella en el contraataque de Lugo para el 0-3-. En total, 23 goles generados.
Es cierto que muchos futbolistas dejaron la categoría en verano y se quedaron sin medio año para seguir sumando cifras -un claro ejemplo es el de Alberto Quiles-. Pero no es menos verdad que muchos otros jugadores de gran nivel se mantienen en Primera Federación desde el pasado enero y no han llegado a una cifra de goles generados tan alta como la de Lucas.
Clave en estas cifras ha sido Riazor. Porque 7 de esos goles y 9 de esas asistencias han llegado en casa. Al calor del hogar, Lucas Pérez ha sido más Lucas Pérez que a domicilio. Algo lógico, pues hay que tener en cuenta que el rendimiento colectivo del equipo durante la primera mitad del 2023 dejó mucho que desear.
Ni siquiera él, un futbolista llamado a desequilibrar partidos por sí mismo logró virar esa tendencia, como tampoco ha logrado hacer en esta errática temporada en la que el equipo ha echado mucho de menos su cuota de gol. Incluso a pesar de haber sumado de manera extraordinaria como asistente, con 6 pases que han acabado en gol de un compañero -7, con el asterisco de la asistencia a Mella-.
A esas 6 asistencias de este curso en liga se le suman los 9 tantos y 8 asistencias del pasado curso. La tendencia no es a al alza, evidentemente. Pero en este nuevo primer año, Lucas Pérez y el Deportivo han pasado por diferentes etapas más y menos brillantes
El redebut soñado de Lucas Pérez y un inicio arrollador
Tras una presentación a la altura de estrella mundial por la expectación generada tanto entre el entorno deportivista como a nivel de seguimiento mediático nacional, Lucas Pérez redebutó el 8 de enero ante Unionistas de Salamanca. Aquel día, abrió y cerró el marcador con 2 tantos claves para vencer 3-0 al equipo charro.
Fue un regreso de ensueño en un Riazor entregado. A este reestreno le continuó su gran gol de libre directo en Alcorcón y un tanto que sirvió para ganar al Rayo Majadahonda. 4 dianas en 3 partidos para firmar un inicio arrollador aprovechando la dinámica de Primera División con la que llegaba.
Un mes sin mojar… hasta el mejor momento del curso
Tras su extraordinario comienzo, llegó la evidente normalidad. Sus cifras y su nivel eran insostenibles. Y Lucas Pérez acumuló entonces un mes de sequía. Fueron cuatro semanas de dificultades, con el doloroso empate en San Fernando (2-2), el solvente pero escaso triunfo frente al Mérida en casa (1-0), el empate a nada en el campo del Sanse (0-0) y la sufrida victoria en Talavera (0-1).
Lucas Pérez no mojó, pero se resarció ante el Badajoz con un nuevo doblete en Riazor, en el triunfo más contundente del curso (5-0). El Deportivo, en clara ascendencia, apuntaba al liderato.
Reivindicación ante el Celta B y un partido redondo
Pero entonces, llegaron tres encuentros consecutivos sin ganar con el empate en La Línea, la igualada frente al Castilla en casa y la derrota en León. El equipo coruñés estaba en una evidente crisis de resultados y el Celta B visitaba Riazor, amenazante para agrandar la herida. Entonces, Lucas Pérez fue clave con un tanto decisivo para arreglar la papeleta y reivindicarse con su recordada celebración señalando ‘su 7’, justo unos días después de que la RFEF hubiese concedido el séptimo trofeo oficial al club al reconocerle la Copa de España de 1912.
Tras ese importante tanto, Pérez volvió a aparecer de nuevo de manera absolutamente trascendental dos semanas después ante el Fuenlabrada. En un partido que se complicó con el 0-1 y el 1-2, Lucas aportó 1 gol y 3 asistencias. Es decir, fue decisivo en todos y cada uno de los tantos del 4-2 frente al conjunto madrileño.
6 partidos de sequía… hasta Castellón
Tras el encuentro frente al Fuenlabrada, Lucas volvió a pasar por un largo período de sequía. Fueron 6 encuentros sin marcar, correspondientes a los 6 últimos choques del curso. Esos en los que el Dépor se convirtió en un quiero y no puedo, que veía cómo se le escapaba de nuevo el ascenso directo y se veía abocado a jugarse el objetivo de la temporada en el playoff.
En ese tramo final de liga, arrancó esa compensación que ha convertido en habitual este curso: ante la falta de goles, asistencias. Porque el delantero coruñés aportó el pase de gol para ganar al Ceuta en casa y 2 asistencias más frente al Algeciras, en el debut de Rubén de la Barrera.
Llegaba entonces la decisiva fase de ascenso. Y tras el encuentro de ida, Lucas Pérez apareció en el momento más necesario. Primero, con un desmarque de ruptura que acabó en un penalti que él mismo transformó para volver a poner por delante a los suyos en la eliminatoria. Luego, con una asistencia que finalmente no sirvió para que su equipo superase la eliminatoria en Castellón.
De un Lucas Pérez cómodo al Lucas Pérez incómodo como ‘9’
Tocaba resetear y volverlo a intentar. El Deportivo empezó de cero y en el nuevo proyecto, Lucas Pérez volvía a ser fundamental. Tanto que Fernando Soriano construyó una plantilla en la que el de Monelos era el mediapunta y, a la vez, el ‘9’ si Barbero fallaba. Todo comenzó muy bien, con Yeremay complementándose como el extremo ideal para potenciar a Lucas y, a la vez, ser potenciado por él. Y con Barbero ejerciendo de ejecutor y, a la vez, gregario en la punta para liberar a Lucas.
Sin embargo, llegaron las lesiones y con ellas, la reubicación de un Lucas Pérez que en los últimos tiempos ya había demostrado no ser un futbolista idóneo para rendir como delantero centro único. En su primera experiencia como ‘9’, se autoexpulsó frente al Teruel.
Cuando regresó, la falta de un suplente de Barbero obligó a Lucas a desplazarse hacia el puesto de ariete, casi de manera definitiva salvo por las contadas apariciones de un Martín Ochoa que permitió que el de Monelos recuperase parte de su libertad.
Los palos y Villares y Davo para compensar
Pero ni siquiera con Martín en punta Lucas había logrado firmar una actuación sobresaliente. El transcurrir de los partidos demostraba que, al menos, estaría más cerca de hacerlo si podía dejar atrás ese papel de referencia más adelantada. Y, para ello, Imanol Idiakez siguió probando.
El técnico vasco se inventó a Diego Villares como delantero. Un papel que complementó con el rol de Davo, partiendo desde cualquiera de las dos bandas pero encargado de atacar hacia dentro en profundidad para compensar las movilidades de un Lucas más tendiente a ir al apoyo que al espacio.
En esas estamos ahora, de nuevo ya con Yeremay cerca y a la espera del nuevo delantero centro que permita generar una armonía más natural para ayudar a Lucas Pérez a recuperar a su mejor nivel, más allá de las asistencias potenciadas por su gran pie izquierdo en el balón parado. Un nivel que vendrá dado por la confianza, ahora perdida por su desacierto de cara a gol -lleva 1 en los últimos 22 partidos-, pero también por los palos.
Porque hasta en tres ocasiones se ha topado el coruñés con la madera después de inventarse disparos como solo él sabe hacer en esta categoría. Esa a la que bajó por amor y que espera, en el año II de su tercer reinado, ayudar a abandonar al equipo de su vida. Si lo logra sabe que será, para siempre, profeta en su tierra.