Que levante la mano el primero que haya llegado a casa tras un mal día y no haya blasfemado, bien sea contra el trabajo, contra una asignatura, algún compañero que hace la vida imposible o hasta el tráfico.
Que levante la mano el primero que se haya arrepentido tras haber dicho algo en caliente, por un WhatsApp equivocado o hasta una llamada en un mal momento. Ya lo dijo Borja Valle, los jugadores de un equipo de fútbol no son máquinas. Los aficionados tampoco.
Lo que sí habría que revisar es el uso de las redes sociales. Esas que ahora le han jugado una mala pasada a Peru Nolaskoain y por la que se ha generado un debate en todas partes. ¿Son acertadas sus palabras? ¿Es una crítica a sus compañeros? ¿Es una falta de respeto?
Para muchos, ha sido una rueda de prensa sincera, de hecho la más sincera de lo que va de temporada. En los propios comentarios de nuestra web se puede leer tras una rueda de prensa “menos palabras y más fútbol”, o simplemente, el hastío de palabras vacías que no dicen nada. Peru sí dice. Estará más o menos acertado, pero reconoce que está siendo un año “jodido”. Hasta ahí, respetable. Y es más, diría que hasta compartido.
Hay hasta tres cosas reprochables en el vídeo filtrado. En primer lugar, saber elegir bien los “amigos”, tanto en la vida real como en las redes sociales. Uno de esos le ha fallado, y gravemente. En segundo lugar, lo de que no le ganarían ni a un equipo de la ONCE, tal vez no sea la frase más acertada del mundo. Y por último, lo de “emborracharse para olvidar”.
Que no vamos a ser aquí tontos. Igual que la gran mayoría de los que estáis leyendo esto, a los jugadores también les gusta salir y tomar una copa, o varias. Ese sería otro debate sobre cómo de profesional quiere ser alguien. Pero sea como sea, sin duda, la frase no tiene mucho sentido, aunque sea una conversación hacia sus “mejores amigos” de Instagram.
Dicho esto, aunque no defiendo las formas y hay varios fallos subsanables, Peru ha dicho lo que seguramente muchos creen pero que como apunta Borja Valle es “tirar piedras sobre su propio tejado”. Un discurso sincero, de los que a veces se echa de menos, pero que queda desdibujado por la forma en la que se ha producido.