Pepe Mel Pérez (Madrid, 28/II/1963) vistió la camiseta de ocho equipos de Segunda B, Segunda y Primera en su etapa como futbolista. Como entrenador ha estado en otros tantos clubs en esas categorías. Y además de todo eso, el llamado a ser nuevo técnico del Dépor ha publicado tres novelas, ‘El mentiroso’, ‘El camino del más allá’ y, recientemente, ‘La prueba’. Las dos primeras las escribió siendo preparador del Betis, seguramente el equipo de su vida. Un profesional de los banquillos que saca tiempo para componer historias tiene que ser, a la fuerza, un tipo peculiar.
Delantero formado en las categorías inferiores del Real Madrid, la Segunda División fue el hábitat natural del Pepe Mel jugador durante la mayor parte de su carrera. Con el Castellón (21 goles en la 1988/89), el Betis (22 tantos en la 1989/90), el Granada (20 en la 1993/94) y el Getafe (23 en la 1996/97) dejó muestras de su olfato goleador. 166 dianas en 403 encuentros oficiales resumen su trayectoria como ariete. Varios de esos tantos se los anotó al Dépor; de hecho, el primero que logró como profesional se lo hizo al conjunto coruñés en 1984, con el Castilla.
En 1998 disputó sus últimos partidos, en las filas del Angers SCO francés; y en la 1999/00, mientras el Deportivo conquistaba el título de Liga, Mel conseguía ya su primer éxito como entrenador, llevando al Coslada a ser campeón del grupo madrileño de Tercera y disputando las eliminatorias de ascenso a Segunda B. De ese modo le surgió la oportunidad de dar un salto cualitativo y hacerse cargo del Real Murcia en la jornada 5 de la 2000/01, en Segunda División. Después de un excelente comienzo (llegó a situarse cuarto a un punto del líder) los pimentoneros perdieron fuelle, pero acabaron el curso lejos de los puestos de descenso.
Aunque había renovado por dos temporadas más con el Murcia, el madrileño rompió su contrato para fichar por un Tenerife recién ascendido a Primera. Luego de 26 partidos (6 triunfos, 6 empates y 14 derrotas; 18 goles a favor y 37 en contra) fue destituido y reemplazado por Javier Clemente, que tampoco sería capaz de impedir el descenso. Mel había probado el sabor de un banquillo de la máxima categoría con sólo 38 años, pero no le quedó más remedio que dar pasos atrás para relanzarse. En la 2002/03 recogió a un Getafe al borde de los puestos de descenso a Segunda B y lo dejó undécimo; en la temporada siguiente se quedó a un paso de subir a Primera con el Alavés, con el que también alcanzó las semifinales de la Copa del Rey.
El Poli Ejido, todavía en Segunda, fue su destino siguiente. Acabó en mitad de tabla su primera campaña, pero fue despedido en noviembre de 2005, al ocupar los andaluces la penúltima posición de la tabla. Tuvo que bajar otro peldaño, hasta la división de bronce, para volver a la senda triunfal: en 2006 fichó por el Rayo Vallecano en Segunda B, conduciéndolo al ascenso en 2008. Contaba con el respaldo de la afición cuando los directivos rayistas tomaron la decisión de despedirle, en febrero de 2010, mediado su cuarto curso en Vallecas.
En julio de ese mismo año hizo realidad uno de sus sueños: entrenar al Real Betis, el equipo para el que más goles anotó como jugador. Ascendió a Primera en la temporada de su estreno, obtuvo la salvación sin muchos apuros en la siguiente y firmó una brillante clasificación para la Europa League en la 2012/13. De nuevo, su crédito se agotó en el ecuador de su cuarta campaña, tras quince jornadas y con los verdiblancos colistas. Sólo tardaría tres semanas en encontrar banquillo, el del West Bromwich Albion de la Premier League. Acordó un contrato hasta junio de 2015, pero abandonó la entidad al final de la 2013/14, después de ganar apenas tres de los diecisiete encuentros en que se había sentado en el banquillo.
El Betis volvió a recurrir a Pepe Mel un año después de haberle destituido. El cuadro sevillano estaba otra vez en Segunda y su apuesta por Julio Velázquez no había fructificado. A pesar de los buenos resultados de Juan Merino como técnico provisional, el estratega madrileño volvió a casa y festejó un nuevo regreso a la elite. Las tensiones con la dirección deportiva y el consejo de administración, derivadas de la confección del plantel; así como una racha de ocho partidos sin vencer, precipitaron su cese después de la primera vuelta de la 2015/16, pese a mantener un colchón de cinco puntos sobre el descenso. Desde entonces, Mel ha estado en paro.

El fútbol de Pepe Mel
Para analizar la propuesta futbolística de Pepe Mel quizá convenga recordar el Betis de su primera etapa. Con el 1-4-4-2 y el 1-4-2-3-1 como sistemas de referencia, era aquel un conjunto agresivo, intenso, más profundo que amplio a la hora de atacar; acaso por no contar el técnico con extremos de su agrado y confianza. No figuraba la posesión entre sus prioridades principales: los verdiblancos preferían buscar contragolpes eléctricos, colocando rápidamente muchos futbolistas por delante de la pelota cuando arrebataban la posesión a su rival. Beñat y Rubén Castro, lanzador y ejecutor, fueron piezas básicas en esa clase de planteamientos.
No desdeñaba el Betis recurrir al fútbol directo, aprovechando las posibilidades que arietes corpulentos como Jorge Molina o Roque Santa Cruz ofrecían. Cuando conseguía dominar el balón en zonas avanzadas o hacerse con segundos balones sí podía mostrar algo más de pausa, aunque la idea inicial era con frecuencia atacar con velocidad, tratando de sorprender mal plantado a su adversario. En temporadas exitosas como la 2012/13 los sevillanos sacaron mejores resultados en los encuentros en que tuvieron un porcentaje de posesión inferior al de su oponente. Gustaban de atacar con espacios y no solían iniciar la presión en zonas muy adelantadas, sino que juntaban líneas para asegurar fortaleza en su parcela del terreno de juego. «La velocidad, el uno contra uno y el desborde son primordiales en el fútbol de hoy», sostiene Mel.
Si en algo no notarán grandes diferencias los miembros de la plantilla deportivista es en la presencia del balón en las sesiones de entrenamiento. A Pepe Mel, como a Gaizka Garitano, le gusta que el esférico tenga espacio en todas las tareas, incluso cuando realiza trabajo físico, también durante la pretemporada. «La realidad del domingo te dice que todo lo tienes que hacer así. En mi época de jugador nos hacían 45 minutos o una hora de carrera continua y mis piernas iban corriendo, pero mi cabeza estaba en lo que iba a hacer con mi mujer, lo que iba a ver por la noche… mientras que en hora y veinte minutos a máxima intensidad, la cabeza piensa en basculaciones, coberturas, desdoblamientos… en fútbol. Cuando está el balón por medio sólo puedes pensar en fútbol, por eso hay que trabajar fuerza, velocidad y resistencia con balón«, detallaba en una entrevista concedida a Diario de Sevilla, en diciembre de 2012.